Chanel propone un invierno gris
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Chanel imaginó en la Semana de la Moda de París un prêt-à-porter otoño-invierno con predominio de los tonos neutros
Chanel imaginó en la Semana de la Moda de París un prêt-à-porter otoño-invierno con predominio de los tonos neutros, a la vez que Valentino estudiaba meticulosamente las posibilidades que le proporciona la paleta de color.
En una majestuosa puesta en escena, las creaciones de Karl Lagerfeld dieron la vuelta a una enorme bola del mundo, situada bajo la cúpula acristalada del Grand Palais de París, en la que estaba reflejada la presencia de Chanel en el planeta.
Las botas cubrieron gran parte de la pierna, hasta el muslo, en unos modelos que oscilaron del gris al negro, con una discreta participación del azul Klein y el rosa, con chispas naranjas, rojas y amarillas.
Si el "tweed"es un material indisociable de Chanel, para combatir el frío es un invitado de honor: los abrigos oscilan desde el corte trapecio al asimétrico, corto por delante y largo en los laterales y por detrás, pasando por un modelo ajustado a la cintura con mangas que se estrechan en el puño.
Las faldas se conjugaron con tablas en corto, arriesgaron con una apertura completa frontal que escondía otra falda, o descendieron en tubo hasta acercarse al tobillo.
Chanel concibe un invierno duro, de chaquetas-coraza rígidas, mangas superpuestas, cascos de piel de colores, mitones y camperas de cuero con cadenas rock'n'roll.
El desfile contó con la presencia de las actrices Milla Jovovich y Jessica Chastain, la princesa Carolina de Mónaco y la actriz y cantante Vanessa Paradis.
Valentino rindió homenaje a la pintura flamenca con un prêt-à-porter delicado y con colorido, encajes y flores que treparon por las prendas.
Los vestidos trapecio con cuellos y puños de puntilla blanca abrieron un recital con pieles y terciopelo, rigor cromático, líneas rectas y bordes formados por consecutivas semicircunferencias, transparencias, escotes geométricos y brocados.
Los modelos largos y fluidos proporcionaron una excelsa elegancia a los diseños concebidos por Maria Grazia Chiuri y Pierpaolo Piccioli.
El zafiro, el gris perla y el rubí se engarzaron con el blanco y el negro en una pasarela que contempló desde la primera fila la actriz estadounidense Jessica Alba.
La portuguesa Fatima Lopes inauguró la jornada de desfiles en el geométrico edificio de la Casa de la Química, en las cercanías del Palacio de los Inválidos de París, con un prêt-à-porter en azul y negro inspirado en la talla del diamante.
El Klein se escondió en el forro de una cola negra, mientras que las costuras separaron los claroscuros turquesas de una blusa de mangas abullonadas, a la vez que los estampados en azul se unieron a la sobriedad compacta del negro en vestidos ajustados.
Los tejidos brillantes conquistaron espacio sobre territorio opaco, en una colección de ensoñaciones ligeramente orientales que jugó con las solapas de los boleros y las franjas en la cadera.
En el Palacio de Tokio vio la luz la última colección otoño-invierno para mujer de Agnès B., en la que destacaron los vestidos tipo camisón, los "shorts"anchos, y los volantes rectos consecutivos.
La firma francesa, que terminó con un solemne final totalmente en blanco, recordó inconscientemente los años cuarenta, el estilo propio de la mujer de París y la Edad Media.
Entre sus diseños, se contaron el abrigo-manta de lana, el mono de trabajo en cereza, la falda de ante con flecos, los pantalones pesqueros con el tiro por la rodilla y los pantalones de leopardo en blanco y negro.
Jean-Charles de Castelbajac convirtió la cabeza de un zorro en un vestido, cuyas orejas se elevaron por encima de los hombros, envolvió las prendas en alambre estampado y creó una impresión con una perturbadora composición de dos caras de bebé.
La lana, la franela, el tartán en lúrex, el neopreno, la organza y el satén darán consistencia al invierno de un Castelbajac de estampados orientales futuristas y drapeados con incrustaciones de cuero y hebillas.