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Con El Ego en la basura

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Los jóvenes diseñadores de El Ego han puesto los cinco sentidos para crear colecciones que resulten atractivas a la vista y, confortables en la piel
«Quiero show, no quiero ser comercial». Así se presenta Ernesto Naranjo en el «backstage». En bata y con una declaración de intenciones sobre la «performance» con la que el sevillano ganó ayer el premio de El Ego, la plataforma de jóvenes diseñadores de la Semana de la Moda de Madrid. Bolsas de basura sobre la pasarela, que no es otra cosa «que el reflejo de los sin techo que viven en nuestras ciudades». El estudiante de 22 años de St. Martins –el centro de estudios de moda más reputado de Europa, ubicado en Londres– quería mostrar «el límite entre la quietud del cielo y el caos de la urbe». Papel plastificado y polipiel acharolada materializaron su propuesta. Provocadora, que es lo que se espera de los talentos que llegan. Eso se espera de El Ego, y Naranjo ha cumplido con el reto.
Eso sí, desafiar al que está enfrente no tiene por qué ir ligado al escándalo. Ahí está el cordobés Miguel Álex, que se dedicó a convertir la piedra en una lámina maleable en caliente que permite confeccionar desde chaquetas hasta bolsos, además de mimar el mohair en abrigos y jerseys. Premiado en Milán por sus trabajos con otros materiales como la madera, expresa que «mi reto es experimentar porque nunca sabes si te estás topando con el tejido del futuro». En esta misma línea, también estuvieron a la altura el trabajo de María Glück con lanas ecológicas y sedas orgánicas –la silueta de hombre favorecedora– y una Lady Cacahuete divertida en su viaje constante a los 50 y 60, cuyos «looks» evolucionaban del blanco y negro al color, acorde con la televisión de entonces. Loable es el esfuerzo de Rafael J.Cameselle y sus miles de flores elaboradas una a una a mano sobre paño de lana. No se queda atrás María Clé Leal con sus exquisitas faldas y abrigos bicolor y los bordados enriquecidos. Algo más cuesta digerir el concepto de Herida de Gato, un dúo que va dando bandazos en cada una de sus colecciones. Esta vez se atascaron en la raya diplomática y derrocharon tela de forma innecesaria.