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Mónica Naranjo: "He hecho un máster en sexo pero me falta el jamelgo"

Foto: Cipriano Pastrano
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La artista vuelve con un Tour que celebra sus 25 años de carrera y que ha titulado «Reinassance»; además tiene una nueva vida de soltera

En 1994, con solo 20 años y el pelo bicolor, Mónica Naranjo, la «pantera de Figueres», lanzaba en México su primer álbum. Con aquel chorro de voz y esa fuerza felina vendió más de un millón de copias. Pasados esos 25 años, la carrera de la catalana ha conocido grandes éxitos y algunos bajones, pero el mayor vuelco lo vivió en el terreno personal hace algo más de un año. Tras su divorcio, regresa con un tour llamado «Renaissance» y con un programa de sexo para televisión. Y al contrario que lo que pedía en aquella canción, no necesita que la desaten.

–¿Qué queda de ese espíritu valiente de hace 25 años?

–Sigo siendo muy valiente e inconsciente. Siempre he pensado que la vida premia a los valientes, y a mí el rollo de irme a la cama pensando lo que tendría que haber hecho me quita el sueño. Sé que nunca me voy a arrrepentir de haber dado el paso que tenía que dar, pero sí me puedo arrepentir de no haberlo hecho. ¡Si al final nos vamos a morir igual!

–Ha titulado la gira «Renacimiento», ¿por qué?

-Porque en mi vida ha habido muchos cambios. El pasado marzo parecía que me había pasado un tren por encima, pero me di cuenta de que al final Dios te quita todo lo que te resta.

–¿Por eso ha renacido?

–Sí, porque la vida, después de 16 años de compartirla con una persona y volver a despertar y ser independiente y joven todavía, sientes que te está dando una nueva oportunidad. Y esa oportunidad es preciosa.

–Supongo que habrá sufrido también.

–Sí, pero el dolor es lo que te hace evolucionar y yo le doy la bienvenida. Sin momentos de dolor, no aprendes ni creces. Lo tienes que aceptar y buscar de nuevo el camino. Ya está, no pasa nada.

–Le ha dado un aprendizaje.

–Mucho. Al final las personas que pasan por la vida y te agitan y te decepcionan, se convierten en grandes maestros y hay que darles las gracias. Ya está.

–¿Qué ha aprendido?

–A no alejarme de la fuente.

–¿De la fuente?

–Sí, de mi esencia. A veces crees que debes alejarte de lo que eres porque a la persona con la que estás no le sienta bien que seas de esa manera o ciertas cosas de las que se había enamorado, y cambias.

–O sea, que ahora es usted en su máxima expresión.

Completamente.

–Va a estrenar un programa de televisión sobre sexo.

–Partíamos de qué sucede en la vida de una persona cuando llevas tantísimos años casada. Los dos compañeros del programa y yo lo estábamos antes de empezar. Cuando arrancamos, nos habíamos separado todos, parecía que estaba predestinado a suceder. Y luego hemos entendido por qué. Porque nos hemos metido en cada sitio... (risas)

–¿Hablan de su experiencia propia?

–No, de las prácticas sexuales alrededor del mundo. Y hemos conocido a gente preciosa, muy generosa. Dispuesta a compartir con nosotros sus más íntimos secretos. Era bonito porque salíamos de España con un plan, pero al llegar a destino, la gente se sentía bien con nosotros y nos ayudaban a hacer más contactos. Íbamos a fiestas o conocíamos a parejas.

–¿Qué es lo más raro que han visto?

–La que más me ha impactado es un señor en una fiesta mensual que se hace en Tokio donde la gente va a expresarse, a ser ellos mismos. Y te tenías que disfrazar y te encontrabas desde Mario Bros hasta a Candy Candy o personajes creados por ellos. Yo me vestí de sadomasoquista y mi compañera igual. Y había un señor que quería que le pegaran patadas en los testículos, pero nada de con mimo. Se molestaba si no eran fuertes.

–¿Y lo hizo?

–Sí. Y se excitaba con eso.

–¿Qué ha aprendido de sexo?

–Siempre he pensado que de la sexualidad crees que lo sabes todo, y la base más simple no la conoces. Lo más importante para disfrutar es tener compenetración con la pareja. Un amigo me decía que ya no sabe ponerse cerdo con su pareja. Hay que separar las cosas. Una es tu pareja, a la que adoras, el padre de tus hijos, por ejemplo. Y luego está el señor que te lo mueve todo. Ese dicho de «señora en la calle y puta en la cama», pues mira, el resumen es ese.

–¿Y eso se pierde necesariamente con una relación larga o duradera?

–Pues depende. Yo he encontrado parejas que no, estableciendo bien las pautas y los momentos. Llegan los niños y toda la energía sexual se dispersa. Y eso no puede ser. Padre vas a ser siempre, pero los encuentros hay que tenerlos. Dejar a los niños con la canguro o con la «yaya» y dedicarte un fin de semana loco. Y de eso a veces nos olvidamos.

–O sea, que la gente va a aprender.

–Claro. Yo me he hecho un máster en sexo, y lo que me queda. Ahora me falta el jamelgo para ponerlo en práctica (risas).