Mont-de-Marsan, la ciudad francesa conquistada por el flamenco
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El Festival de Flamenco de Mont-de-Marsan llenará de arte jondo el suroeste francés a partir de mañana, cuando el Ballet Flamenco de Andalucía abra su 26 edición con la coreografía "En la memoria del cante: 1922", homenaje al primer e histórico concurso promovido en Granada por Falla y García Lorca.
Un espectáculo que llega a Francia tras haberse estrenado en Córdoba el pasado enero, en Madrid en abril y 22 días antes de tomar durante un mes los jardines del Generalife de La Alhambra.
Ese palacio granadino donde a principios del siglo XX el flamenco reveló al mundo sus cartas de nobleza desde aquel certamen, revivido ahora por la compañía andaluza que dirige Rafaela Carrasco, máxima representación institucional del flamenco.
La esperada cita inaugural será solo el inicio de una semana irrepetible, en la que teatros, bares, calles y plazas de Mont-de-Marsan, pero también las riberas de sus ríos, su cárcel o su hospital psiquiátrico, vivirán en algún momento la experiencia de sentirse como en el barrio sevillano de Triana.
El año pasado, 30.000 personas disfrutaron del duende con el primer y más antiguo festival francés de flamenco, uno de los más importantes del mundo fuera de España, promovido en la capital de las Landas por su Consejo General, en colaboración con varias instituciones francesas y la Junta de Andalucía.
En 2014, los intérpretes vuelven a ser de talla: al Ballet de Andalucía seguirán Antonio Rey y Miguel Poveda, el 1 de julio, y José Galán al día siguiente, horas antes del insólito dúo formado por Manuela Carrasco y Antonio Canales.
La fiesta continuará con otros dos encuentros especiales: entre El Pele y Encarna Anillo, y los hermanos Rafael y Adela Campallo, en vísperas de que dos jóvenes talentos, Selene Muñoz y Manuel El Carpeta, obren como teloneros de Farruquito.
"Érase una vez Concha", de la compañía Concha Vargas; y Jesús Carmona, Karime Amaya y Paloma Fantova, reunidos en "Cuerpo, Mente, Alma", serán los encargados el 5 de julio de clausurar el evento.
Una arraigada tradición local hace que los artistas no suelan limitar su presencia al escenario, y que el compás se esparza por toda la ciudad durante un festival que se quiere ante todo "familiar", subraya a Efe su directora artística, Sandrine Rabassa, nieta de exiliados sevillanos de Guadalcanal.
Se trata de que "el aire de Mont-de-Marsan respire flamenco por todas partes", añade, de que público e intérpretes compartan otros momentos más allá de la escena, prolongada en proyecciones, conferencias, encuentros, cursillos, clases de iniciación, exposiciones, bares y restaurantes entregados a lo jondo.
Farruquito dejó imborrable recuerdo en la materia en 2013: sus entradas se vendieron en pocas horas, pero "sin que nadie se lo pidiese"bailó en todas partes, estuvo en todas las fiestas, por bulerías en la calle, en el río, en la Bodega, con Jesús Carmona, saliendo del restaurante... "Fue extraordinario", rememora Rabassa.
"Para quienes no pueden desplazarse vamos a la cárcel y al hospital psiquiátrico", subraya la directora, antes de destacar que también velan para que los grupos del festival paralelo "estén siempre dentro de la lógica flamenca, sean flamenco rock, flamenco jazz o lo que sea, pero flamenco".
De este evento internacional de creciente visibilidad que dirige desde 2001, Rabassa recalca ante todo su misión de que "el flamenco en Mont-de-Marsan suene desde por la mañana hasta por la tarde y hasta el final de la noche".
Por supuesto del mejor, pues "humildad no es incompatible con ambición", precisa la directora, para quien este arte "modesto, de personas humildes, expresión de un pueblo que ha sufrido", tiene la ventaja "de que con muy poco se puede hacer mucho".