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Montecarlo, la creación de la ciudad del glamour

Un libro describe cómo se formó una de las ciudades más exclusivas del mundo
larazon

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Les pareció perfecto. Era un pueblo polvoriento de pescadores sin ningún tipo de atractivo para los turistas. En cambio, el hombre de negocios Francois Blanc y el resto de los inversores se fijaron en otra cosa: Montecarlo era el único lugar en cientos de kilómetros a la redonda
donde era legal apostar. Allí llegó en 1863. Blanc lo tuvo claro desde el principio: El estar en el Mediterráneo era un activo para las familias de las elites europeas en busca de un clima cálido. Fue entonces cuando empezó a construir con permiso de la familia Grimaldi.
De esta forma, el profesor de Historia y Estudios Urbanísticos Mark Braude relata en el libro “Making Monte Carlo” cómo Blanc construyó esta ciudad, que evoca elegancia y glamour. Apostar era ilegal hasta abril de 1856. Sin embargo, las primeras instalaciones no se abrieron en el Palais de la Condamine hasta después. Pero, esto ocurrió un siglo antes de que se convirtiese en la ciudad del glamour y el juego. Fue en 1860 cuando el Príncipe Carlos III instituyó la constitución de la Societe des Bains de Mer, que todavía es propietaria de la ópera, el casino y el Hotel de París.
Nativo de Provence, Francois y su hermano gemelo Louis nacieron en 1806. Crecieron en un pueblo tranquilo. Siempre soñaron con la fama y fortuna. Lo que más les impresionaba era el circo que venía al pueblo, que les hizo ver lo lucrativos que eran los juegos de azar. Siguieron al circo por el sur de Francia. Desempeñaron diferentes trabajos y aprendieron todo tipo de trucos. Después se fueron a Marbella con el negocio de las apuestas. Tuvieron mucho éxito. Más tarde probaron en Burdeos. Allí especularon con las pensiones del gobierno y se metieron en el negocio inmobiliario. Con diferentes estrategias, las cuales fueron declaradas ilegales posteriormente, aumentaron de forma considerable su fortuna. No si antes se acusados y juzgados por fraude. Sin embargo, no se habían creados leyes contra lo que los hermanos Blanc habían hecho. Fueron multados por sobornar a políticos y liberados posteriormente. Entonces, se marcharon de Burdeos a París. Allí, introdujeron nuevos juegos de azar y abrieron distintos establecimientos antes de que el Rey Luis Felipe aprobase nuevas leyes para cerrarles los negocios. Se fueron a Luxemburgo y abrieron nuevos negocios. Cerca de Frankfurt firmaron un contrato para desarrollar la industria del turismo. Allí las elites buscaban temperaturas más cálidas en invierno. Por eso, le dieron la idea a Francois Blanc de hacer lo que había hecho en otros lugares en Montecarlo. El Casino de Mónaco se inauguró en 1863 con un gran esfuerzo en hacer publicidad y atraer la atención internacional. Entonces, Francois Blanc compró la Societe des Bains de Mer por la enorme suma de casi 2,300 millones de francos. Ingenioso hombre negocios. Mago de las finanzas, creó el distrito de Montecarlo, el lugar más glamouroso del mundo. Cuando adquirió la Societe des Bains de Mer estaba prácticamente en quiebra. Pero, con una licencia que Blanc sabía bien cómo sacar provecho: Una consesión exclusiva para llevar “juegos de azar”.
Primero Blanc atrajo a la gente de clase media y alta para que pasasen allí sus vacaciones. Después les animaba a que se quedasen períodos más largos. El anzuelo: Que era un balneario, un lugar saludable, con entretenimiento gratis, buena comida. Y que también podían pasarlo bien jugando en los casinos. Para apuntalar sus argumentos, compró plantas tropicales, la mayoría las tuvo que traer de otros lugares. Los inviernos cálidos hicieron el resto. Admitía a todo el mundo. Sólo tenían que vestir y comportarse bien. En cambio, les hacía caer en la ilusión de que era un sitio exclusivo. Los cantos de glamour funcionaron a la perfección.
Con el tiempo y desarrollo, se establecieron carreteras y líneas de tren a Francia e Italia para el negocio que acaba de empezar a florecer. De esta forma, unió en Principado de Mónaco con Niza y con las líneas de ferrocarril también construyó estaciones de tren. El cambio vino de forma rápida. En 1869, Mónaco recibió 200.000 visitantes. Aquel año el Príncipe Carlos abolió los impuestos para sus residentes, lo que explica por qué hoy Mónaco es el hogar de muchas estrellas del deporte, cantantes y pilotos de Fórmula Uno.
Blanc murió después que su hermano en 1877.
Después la Societe des Bains de Mer la llevaban con éxito por su viuda y su hijo. Sin Blanc, en cambio el criterio era siempre el mismo: El éxito se basaba en hacer creer a la gente que estaban en un lugar exclusivo, la ilusión de la
exclusividad. Rodeados de monarcas europeos, millonarios estadounidenses y actrices famosas, como Sarah Bernhardt que actuó en la apertura de la Ópera de Monte Carlo en 1879, los turistas de clase media, que eran lo que mantenían el negocio, se vestían, comportaban y gastaban por encima de sus posibilidades. Mientras, los Blanc aumentaban si fortuna.
Incluso, antes de entrar tenían que pasar la inspección los hombres vestidos de uniforme azul y rojo, que flanqueaban las grandes puertas
del negocio de los Blanc, eran los conocidos “policías de la moda”. Al otro lado, les esperaba un mundo de lujo y glamour que había inventado esta familia.
Su primer traspiés lo tuvo en la Primera Guerra Mundial. Pero, salió adelante todavía con más glamour. Durante la década de los años 20 cuando se convirtió en destino de verano e invierno. Es precisamente cuando se creó el Gran Premio de Mónaco. El circuito de automovilismo se terminó en 1920. Pero, no fue hasta 1929 hasta que no se corrió la primera carrera. Ahí es donde Braude termina su relato. Este profesor de Historia en Stanfors lo hace de forma inesperada. Dan ganas de querer averiguar qué ocurrió durante la etapa de los años 30. ¿Y durante la Segunda Guerra Mundial? ¿Y durante la Francia de Vichy? ¿Y durante la Italia de Mussolini? Y sobre todo quizá se echan de menos los años del Príncipe Rainiero y su matrimonio con la actriz Grace Kelly, con la que se casó en 1956 y su trágica muerte en 1982. Además, de profundizar en todas las habladurías sobre las andanzas de sus hijos Carolina, Estefanía y Alberto, ahora el Príncipe Alberto II.

Impresiones de Karl Marx sobre la jet-set

Karl Marx que se encontraba en Mónaco en 1882 por órdenes de su médico ya vio lo que había detrás de las luces y la brillantina. En una carta a su hija, escribió en paralelismo entre el Principado mítico y la ópera “La Grande-Duchesse de Gérolstein”, creada en tres actos de Jacques Offenbach con libreto en francés de Henri Meilhac y Ludovic Halévy.
Cuenta la historia en una crítica sátira al militarismo irreflexivo antes de la Guerra Franco Prusiana de una joven y tiránica gran duquesa.
“La base de la economía de Mónaco es el juego en los casinos. Si se cerrase mañana, Mónaco cavaría su propia tumba”, indicó Marx. Pero, nunca ocurrió. Si tuvo sus escándalos. Pero, siempre se mantuvo.