Mortier quitó la «costra» y rejuveneció al Festival de Salzburgo
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La década (1991-2001) que el fallecido director artístico Gerard Mortier pasó al frente del Festival de Salzburgo sirvieron para meter a esta cita en el siglo XXI, con una renovación de conceptos y hasta de público que estuvo acompañada de mucha polémica.
"Él quitó costras, hizo de nuevo del arte el verdadero tema del Festival, con muchas novedades de organización y estéticas, que atrajeron a un público más joven", recuerda hoy todavía la página web del Salzburger Festspiele la conocida como era Mortier.
El belga se hizo cargo de la dirección artística del festival dos años después de la muerte de Herbert von Karajan, que reinó durante tres décadas en Salzburgo.
Josef Ostermayer, ministro de Cultura de Austria, recordó hoy que con las 25 óperas del siglo XX que Mortier puso en escena en sus años en Salzburgo, "contribuyó decisivamente al rejuvenecimiento del Festival y le dio un impulso contemporáneo".
La televisión pública austríaca lo recuerda hoy como el "renovador"de Salzburgo y el que lo preparó para entrar el siglo XXI.
Ya en su primera temporada, la del verano de 1992, Mortier y Peter Stein, al que encargó la dirección del programa dramático, trajeron a la ciudad natal de Mozart seis óperas y dos obras de teatro nuevas.
Mortier abrió nuevos espacios escénicos y creó un nuevo sistema de abonos, con precios más económicos y rebajas para jóvenes.
"Ampliar las fronteras y romper estructuras"es como recuerda el Festival el objetivo que la nueva dirección se planteó aquel 1992.
Directores escénicos como Peter Sellars se convirtieron en presencias habituales en el programa de la mano de Mortier.
La entrada en 1999 del partido ultranacionalista FPÖ en el Gobierno austríaco, al que Mortier calificó de fascista, hizo que Mortier solicitara la cancelación anticipada de su contrato, aunque finalmente cambió de idea y se quedó en Salzburgo hasta 2001.
Pero no sólo protagonizó disputas políticas. En los artístico, fue llamativo su enfrentamiento con el tenor italiano Luciano Pavarotti, que llegó a negarse a cantar en Salzburgo mientras el belga dirigiera el Festival.
En su último verano, Mortier se despidió con un escándalo a lo grande, una producción de "El Murciélago", de Johann Strauss, que fue recibido a la par con abucheos y aplausos y durante la que una buena parte del público incluso abandonó sus asientos.
Con todo, la crítica de la época valoró en general muy positivamente su paso por Austria.