Federico Luppi, acaba la película
El actor, icono en Argentina y adoptado en España, falleció ayer a los 81 años dejando interpretaciones históricas en sus dos patrias
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El actor, icono en Argentina y adoptado en España, falleció ayer a los 81 años dejando interpretaciones históricas en sus dos patrias.
Tal vez resulte equívoca su imagen antes de partir. La instantánea final de un hombre frágil, debilitado, con una mirada triste y el rostro cabizbajo, ladeado, cuyas escasas fuerzas le hicieron imposible sobrellevar las secuelas finalmente irreversibles del golpe en la cabeza que le dejó un accidente doméstico ocurrido hace unos meses. Pero el actor siempre fue un hombre fuerte, más parecido al papel que interpreta en la laureada película «Martín (Hache)», de Adolfo Aristarain; Un hombre terco de convicciones profundas que, a veces, no medía sus palabras y acciones. Sobre todo en su etapa final, cuando radicalizó aun más su discurso y su lengua se volvió filosa. No siempre es fácil separar al genio del hombre, y en ocasiones el personaje, se acaba tragando el alma.
Origen arrabalero
En la mañana de ayer, Federico Luppi murió a los 81 años. Estaba internado en la Fundación Favaloro, después de que en abril hubiera sido operado de un coágulo en la cabeza producido por un accidente doméstico. Luppi viene de los bajos fondos arrabaleros, fiel a su ascendencia italiana, una familia humilde. Como muchos otros actores, pasó por diversos trabajos antes de probar suerte en el teatro. Su primera película fue «Pajarito Gómez» (1965), y su consagración cinematográfica (el sector actoral en el que ha tenido más continuidad) se produjo gracias a la película «El romance del Aniceto y la Francisca».
Dotado de una voz tan poderosa como su presencia en pantalla, Luppi hizo creíbles todos sus personajes y fue especialmente convincente en las expresiones más temperamentales, como demostró en el thriller español «Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto». Después de convertirse en uno de los actores argentinos de mayor prestigio nacional e internacional y de protagonizar varias películas del cine argentino, decidió radicarse en España en el año 2001, airado por la implantación del corralito, esa crisis sin precedentes que hundió a Argentina en la miseria. «Volveré con la frente marchita», dijo antes de partir, entonando los versos de su amado Gardel. Y lo hizo, para morir. En el panorama internacional resaltó por sus papeles junto a Adolfo Aristarain, con quien rodó «Tiempo de revancha» y «Lugares comunes», y también por ser uno de los actores predilectos de la etapa mexicana de Guillermo del Toro, con quien participó en tres de sus obras: «Cronos», «El espinazo del diablo» y «El laberinto del fauno». Pero nunca pudo llevarse el Goya a casa. Aunque siempre fue profeta en su tierra: Federico Luppi ostenta el récord de ser el intérprete argentino con más Premios Cóndor de Plata, el cual ganó seis veces.
El actor estuvo casado entre los 23 y los 29 años y tuvo un hijo y una hija en ese matrimonio. Mantuvo una relación de 10 años con la actriz Haydée Padilla –quien le denunció por maltrato y aseguró incluso, que pensó en matarlo–. Tiene otro hijo con la actriz uruguaya Brenda Accinelli, al que le pasa una pensión alimenticia. Sin embargo, este caso llevó a Luppi a las portadas de las revistas del corazón, donde la madre denunciaba que el actor no siempre cumplía con la cuota y no reconocía a su hijo. Actualmente estaba casado con la española Susana Hornos. Siempre cercano ideológicamente al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, Luppi defendió sus ideas y su pensamiento político con pasión. Y no ahorró críticas sobre las cosas que le parecían mal del actual gobierno de Mauricio Macri.
Los desaparecidos
También enarboló la causa de los desaparecidos, incluido el proceso abierto en Argentina, que busca resarcir a las víctimas de la guerra civil. Precisamente fue en unos de esos actos hace años, en las escalinatas de los tribunales frente al Teatro Colón, donde atendió rápidamente a LA RAZÓN. Se quedó sorprendido ante una pregunta: «Federico, ¿le tienes miedo a la muerte?». Luppi hizo entonces una pausa larga, trago saliva y dijo: «No, a la muerte no...». Suspiró. «A ver...». Y con la mirada perdida, buscó una respuesta ingeniosa.
«Había una película española basada en un hecho real, ‘‘El crimen del Capitán Sánchez’’. Un coronel, enamorado de su hija, para que no se casara con un fulano de tal, lo mata. Y lo pescan. Entonces el capellán le dice: “Capitán, no se entristezca ni se enfurezca, la muerte nos llega a todos”. Y él le dijo: «Yo no le temo a la muerte, me da lástima dejar la vida», me explicó el actor de Plata Dulce, concluyendo su relato con una sonrisa amarga. Como si esperase a la dama de negro sin temor.