Literatura

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Muere a los 88 años la escritora Toni Morrison

Ganadora del Premio Nobel de Literatura en 1993, fue una ferviente combatiente de los derechos civiles

La escritora Toni Morrison/ AP
La escritora Toni Morrison/ APlarazon

Ganadora del Premio Nobel de Literatura en 1993, fue una ferviente combatiente de los derechos civiles

Toni Morrison, la escritora tardía. Irrumpió en el paisaje literario cuando muchos autores comienzan a quedarse sin inspiración: los cuarenta años. En Hollywood ya estaría condenada. Pero la literatura otorga vidas extra, como en los videojuegos. Llegó a las librerías en 1970 con «Ojos azules», una novela sobre infancias truncadas que avanzaba la llegada de una gran escritora. Una mujer que conocía el significado de dos palabras importantes, «pobreza» y «humildad», que aprendió en el entorno familiar, el mismo que le enseñaría a mantener la dignidad incluso en las situaciones más ominosas. Pero, también, una autora que conocía bien la historia de la esclavitud y marginaciones de la población afroamericana en la nación de las libertades, desde su legado literario a las canciones tradicionales. Un bagaje que le dio la conciencia de una identidad y le acercó a las injusticias que se cometían en su país. Su primer libro aireaba la historia de una niña y se erigía como una reivindicación de la mujer, de lo femenino y de las cinchas que la oprimen. El libro, aparte de una prosa, también era una identidad encubierta. Para disimular su verdadero nombre, el que escribieron en su partida de nacimiento en 1931, Chloe Ardelia Wofford, adoptó uno de los sobrenombres que le daban, pero no en las plazas públicas de la sociedad, no en las salas de reuniones de Random House, donde trabajó de editora, sino en el ámbito de la intimidad. Para el apellido, escogió el de su marido, que era arquitecto. Esta primera novela, por la que apostó el conocido editor Robert Gottlieb, que siempre la publicó, suponía la avanzadilla de una literatura que acabaría llevándose el Premio Nobel en 1993, con apenas seis títulos en la mochila. Aunque entre ellas ya había algunas por las que todavía se recuerda, como «Tar Baby», «Beloved» y «Jazz». En la Academia de Suecia reconocieron su capacidad para «dar un reflejo esencial de lo que es la realidad norteamericana». Se había convertido en la primera mujer negra que fue galardonada con este reconocimiento. Algo más que merecido por ese estilo palpitante que discurre por su narrativa y, también, por su compromiso sin excusas, por esa manera elegante de reivindicar sin caer en el «pancartismo». «Beloved», una de sus obras más reconocidas, tanto por la crítica por los lectores, narraba la desasosegante aventura de una mujer que huye de la esclavitud y se refugia en Ohio, donde esa práctica está prohibida. Una epopeya que después fue adaptada al cine por Jonathan Demme, el realizador de «El silencio de los corderos», y los actores Danny Glober y Oprah Winfred, y que todavía hoy continúa siendo uno de sus libros más leídos y vendidos. Su reivindicaciones sociales han caminado de manera paralela a sus vinculaciones políticas. Apoyó a Bill Clinton, decisión muy controvertida porque lo llamó «nuestro primer presidente negro», y, también, a Barack Obama en su carrera hacia la presidencia de los Estados Unidos. Cuando él ganó, llegó a declarar que «por primera vez se sentía americana». Su activismo a favor de los derechos civiles y el feminismo cristaliza el otro lado de su visibilidad, ya no como una novelista, sino como una ciudadana que deseaba alcanzar la igualdad en cada uno de los planos de la sociedad. Un objetivo que debía contemplar con una seria preocupación en estos años, con la llegada de una nueva administración a la Casa Blanca y una manera distinta de ver a la población de los EE.UU.