Dario Fo, muere el gran bufón de Italia
Llevaba diez días ingresado por una patología pulmonar hasta que ayer, a los 90 años, su cuerpo dijo «basta». Todo lo que hizo antes quedará para la Historia del arte.
Llevaba diez días ingresado por una patología pulmonar hasta que ayer, a los 90 años, su cuerpo dijo «basta». Todo lo que hizo antes quedará para la Historia del arte.
Actor, dramaturgo, escritor, pintor, escenógrafo, activista...y Premio Nobel de Literatura. Son sólo algunos de los términos que podrían acercarse a la esencia de Dario Fo (Sangiano, 1926-Milán, 2016), el sumo humanista italiano fallecido a las ocho de la mañana de ayer a los 90 años en el hospital Sacco de la capital lombarda –probablemente, mañana haya una gran concentración en Piazza Duomo, en Milán en su homenaje–.
Ha sido un personaje brillante todos los días de su vida, incluso los últimos. Llevaba diez días ingresado por una insuficiencia respiratoria causada por una silente patología pulmonar, que tenía desde hace tiempo, tal y como ha explicado Delfino Luigi Legnani, director de neumología del hospital milanés. Sin embargo, según cuentan los profesionales que lo asistieron, mantuvo su lucidez: «Hace pocos días incluso cantó durante horas antes de que se agravara su situación». En estos últimos momentos, Fo seguía informándose acerca de los temas de actualidad «valiéndose de la ayuda de sus colaboradores, que le leían la Prensa, debido a sus problemas con la vista», explica Legnani. Según lo que se ha conocido a través de su hijo, Jacopo Fo, es inexplicable cómo recientemente pudo realizar espectáculos de larga duración con una enfermedad que «ni le permitiría subir dos escalones»: «Hizo su gran final, y se marchó. Hasta que fue ingresado, trabajaba unas diez horas al día. El arte, la pasión y el compromiso civil dan siempre su fruto».
Si hay una persona que fue el eje central de toda su vida, dentro y fuera del escenario, fue su mujer, Franca Rame, fallecida en 2013 a los 84 años. Ha seguido recordándola desde que se fue, hasta el punto que siguió buscándola todas las noches «aunque sea ateo y no crea en la resurrección», tal como él mismo declaró al «Corriere della Sera». Cuentan las crónicas que la belleza de Franca, cuando se conocieron, era tal que dejó bloqueado al literato una vez marcado con el primer beso.
La censura también ha sido otra de sus amigas fieles. Durante años, a Dario Fo se le impidió entrar en los teatros y los estudios televisivos de la RAI, la cadena pública italiana. Las restricciones también tuvo que vivirlas en la vida personal tras el veto de Estados Unidos al ser sospechoso de predicar el comunismo cuando sus textos ya habían entrado en la vida cultural americana.
«La de Dario Fo ha sido una gran pérdida. Fue un autor extraordinario, innovador, inimitable. Un orgullo de nuestro país, al que todos le debemos algo», afirmaba Roberto Benigni tras conocer la triste noticia, al igual que Roberto Saviano, autor de «Gomorra», quien asegura que no hay «un intelectual con el que me sienta más unido». El primer ministro, Matteo Renzi, declaró que «Italia pierde a uno de los grandes protagonistas del teatro, de la cultura y la vida civil de nuestro país». Beppe Grillo, líder del Movimiento 5 Estrellas y una de las últimas personas en verlo en el hospital, también ha mostrado su cercanía, al igual que el resto de miembros de su partido: «Estarás siempre con nosotros y serás un punto de referencia».
La relación entre Dario Fo y el Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo no es casual. Para empezar, porque ambos declaraban siempre que se conocían desde hace 40 años, aunque ninguno recordaba desde qué día exactamente. Pero la sintonía era evidente: «En el fondo somos dos juglares, nacidos para entenderse», decía a menudo el Premio Nobel en relación a su amistad con el cómico italiano.
Casi libertario
De hecho, Dario Fo fue desde siempre un convencido activista por los derechos civiles, sobre todo a partir de los años 70, normalmente desde una perspectiva de izquierda casi libertaria. Algo previsible para una Italia de Guerra Fría guiada por Giulio Andreotti: «No soy un moderado y nunca lo seré», decía a menudo. Con 87 años, en 2013, el Movimiento le pidió que interviniera en el último gran mitin antes de las elecciones generales. Éstas eran sus palabras de apoyo, desde una Piazza Duomo de Milán abarrotada: «Tras la última Guerra Mundial, en el Día de la Liberación, hubo una fiesta como ésta. Había mucha gente, como vosotros, feliz, llena de alegría. Se creía que se le habría dado la vuelta a todo, pero nosotros no lo conseguimos. Por favor, ¡háganlo ustedes!». Lo que Fo no se imaginó es que él, defensor de las minorías, se encontraría de golpe con una nueva mayoría encarnada por el Movimiento 5 Estrellas. Y por ello, no faltarán roces con el propio Grillo, aun conservando una buena amistad.
Fo ha sido el último italiano en ganar el Nobel de Literatura en 1997 –se enteró grabando un programa televisivo–, bajo esta argumentación: «Porque, siguiendo la tradición de los juglares medievales, se burla del poder restituyendo la dignidad a los oprimidos». Antes de él lo habían logrado Eugenio Montale (1975), Salvatore Quasimodo (1959), Luidi Pirandello (1934), Grazia Deledda (1926) y Giosè Carducci (1906). Otros lo obtuvieron después de él, pero en categorías diferentes: Riccardo Giacconi (Física) en 2002 y Mario Capecchi (Medicina) en 2007. Curiosamente, a veces, las noticias tristes llegan de la mano de otras alegres. Y es que ayer, el mismo día que se marchaba uno de los mayores literatos de la historia de Italia, se dio a conocer que Bob Dylan es el nuevo Nobel. Va a ser verdad aquello de que el arte, la pasión y el compromiso civil dan siempre su fruto.