Álvaro Urquijo: «Queríamos ser adultos en gusto musical»
Álvaro Urquijo / Cantante. Los Secretos, que fundó con sus hermanos Javier y Enrique, debutaron hace 35 años. Reeditan ese disco en edición remasterizada.
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Los Secretos, que fundó con sus hermanos Javier y Enrique, debutaron hace 35 años. Reeditan ese disco en edición remasterizada
Su conversación es torrencial y la charla, planteada como celebración de los 35 años del debut discográfico de Los Secretos, deriva después de casi una hora hacia la evasión tributaria de Apple en Irlanda. «Todo el mundo pone en automático los oídos cuando habla conmigo porque me interesan los descubrimientos científicos. Leo todo lo que puedo. ¿Sabes que no cometemos adulterio cuando hacemos el amor con otra persona porque nuestros átomos realmente no llegan a tocarse? ¿Sabes que siempre hay una barrera de energía que impide que se entrelacen nuestros átomos? Así que rozar a otra mujer no es rozarla», explica Álvaro Urquijo. Me quedo con esa excusa por si acaso. «Es buenísima», concede Álvaro Urquijo, miembro fundador de Los Secretos junto a su hermano Enrique. Volvamos al comienzo de esto: Los Secretos reeditan su primer álbum en varios formatos, todos remasterizados y acompañados de un disco con versiones de sus temas firmados por Amaral, Anni B Sweet, Burning, Tomasito o Los Coronas, entre otros.
–¿Por qué una reedición?
–Casi nunca estamos de acuerdo con estas cosas. Hemos pasado por varias compañías y han llegado a sacar hasta seis recopilatorios, y estamos en contra de eso, pero en este caso, se hizo con mucho cariño y con respeto. Con nuestra colaboración y permiso. E incluso han recuperado una de las cintas. Lo primero que hice fue ir a escuchar el bruto del material y me sorprendí muchismo porque estaba grabado mejor de lo que recordaba. Tenía el elepé en vinilo pero nunca lo compré en CD y no lo pensaba comprar en iTunes. El MP4 me parece una mierda, yo soy de la vieja escuela. Creo que tener un buen equipo de música en casa no es algo tan caro y no esos altavoces para poner el iPhone encima. Menuda basura.
–¿Qué encontró en las cintas originales?
–Me di cuenta de que habíamos grabado sin claqueta y me gustó escuchar las voces de mis hermanos antes de las grabaciones pidiendo el tempo para entrar. Ahora faltan Pedro y Enrique y me entristece acordarme. Aún me pasa cuando oigo sus voces.
–Es una historia de pioneros del pop en España.
–La grabación del disco fue así: no teníamos ni el equipo, ni un amplificador decente. Lo compramos después, con los primeros ingresos.
–¿Cómo se sintió al escucharlo?
–Muy orgulloso. Nunca volvimos a hacer un disco tan completo porque cuando llevas ensayando un tiempo, tu primer disco es una especie de «greatest hits» de tus años de formación. Éramos estudiantes y pasamos a un mundo en el que no ganas dinero y no paras un segundo. Alquilábamos los intrumentos, la guitarra con la que salgo en la portada del disco era de quinta mano. Mi padre no entendía nada de lo que hacíamos.
–¿Qué decía su padre?
–Nunca le pareció bien. Siendo tan amante de la música como era, tenía claro que el negocio no existía. Ahora los padres llevan a los niños a los castings y hay guitarras buenas por 150 euros. Las hay hasta para niñas, de Hello Kitty... Pero mi primer «ampli», hace 30 años, costó tanto como el coche familiar: 400.000 pesetas.
–Esa guitarra de la portada del disco definió su sonido.
–Me la apañó un luthier de Madrid que era un maestro y la tengo en casa sin sacarla para que no sufra, pero la toco siempre. Es una Horner de fabricación alemana pero ensamblada en España, así que por ahí hago algo de patria. Yo no tenía ni idea y sacaba información de donde podía, como las portadas de los discos. Miraba una de los Byrds y veía una guitarra con... ¡12 clavijas! Y así es como iba aprendiendo. Ahora, un chavalín quiere algo y lo encuentra en internet.
–Porque sus influencias no eran las de aquí.
–No, aunque teníamos relación con grupos y con tal de ver música en directo nosotros íbamos a cualquier bodrio para intentar aprender, exprimir cada gesto, mirar las manos de los músicos como el que va a clase o a observar aves. Éramos gente que intentábamos ser lo más cultos posibles, ser adultos en gusto musical. Pero vivíamos en un entorno en el que se cantaba «ponte peluca» o «en la playa me he quemado» o «te voy a escupir en la cara». Los textos no tenían importancia. Y luego estaban los cantautores o la canción ligera. Pero nuestra cultura musical era de los setenta. Y mi padre un día se dio cuenta y pensó: «Dios mío, ¿qué he hecho?».
–Él les transmitió la pasión y la autoexigencia.
–Tenías que mover cielo y tierra para encontrar información y para poder compartirla. Era muy valiosa. Aspirábamos a hacer música seria en castellano y todavía me siento apuñalado cuando veo grupos de Madrid con nombre en inglés y cantando en inglés. No me siento capacitado para escribir en inglés con un argumentario literario digno.
–Su álbum de debut hoy es un clásico, pero en su día no les sirvió para sacar el segundo.
–Cuando empezamos en la música, las multinacionales ya habían entrado en el negocio y el mercantilismo estaba en su apogeo. Cogimos lo malo de esa época en la que a las canciones de los grupos los ejecutivos las llamaban números, y también eso de que la moda se impusiera a los criterios de un A&R («artista y repertorio», el nombre con el que se conocía a los ejecutivos de la industria). Cuando íbamos a sacar el segundo disco, cambiaron al que nos había fichado, y al nuevo no le gustábamos. Nos echaron.
–Fue Gonzalo García Pelayo.
–Sí, pero también estábamos a disgusto porque no mezclábamos bien con un mundo en el que la tendencia era ponerse hombreras. Abrimos una brecha y teníamos nuestr os fans. Y nunca se nos ocurrió meter un teclado y hacer tecnopop.
–Pero, ¿cómo fue posible si tenían muchos fans?
–No te creas, se vendieron 10.000 discos, lo cual estaba bien para unos debutantes. Hoy van ya por el millón. No estábamos en la moda de las hombreras.
–¿Siguen en activo porque no se puede vivir de las rentas?
–Desde luego. Cobramos una sexta parte que antes. No hay «royalties». Aunque vean un millón de vídeos de YouTube no cobras nada. Hemos recibido 44 euros por casi tres millones de descargas de Los Secretos en los últimos cuatro años.
El lector
«Leo mucha prensa en internet, porque me preocupa muchísimo el estado del mundo. Antes, en los 80, caían regímenes y sistemas autoritarios y me preocupan los separatismos y los nacionalismos y que haya unos políticos que hagan peligrar el futuro de nuestros hijos».