Camarena hace historia al bisar dos veces en el Teatro Real
«No me lo podía imaginar. He vivido uno de los momentos más emocionantes de mi vida. ¿Cómo te puedo decir? Es la reacción del público que siempre he soñado. Estaba tan entregado y tan agradecido. Ha sido completamente explosivo. Me he enamorado del Teatro Real, de Madrid, de sus gentes, de su comida. Quiero quedarme a vivir aquí», aseguraba a LA RAZÓN ayer por la noche, al término de la última función de «La hija del regimiento» Javier Camarena. Él es el ejmplo de que no hay nada imposible. Nada. Ni él mismo era capaz de imaginar, ni siquiera en sus mejores sueños, esos que se tienen con los ojos bien abiertos, que conseguiría bisar el aria «Ah, mes amis», no una vez sino dos. Si el viernes la constancia de Sara Villalba y sus pequeñas octavillas pidiendo una repetición movió al público al bis, ayer, con un ambiente más que caldeado y propicio, Camarena se volvió a echar entre pecho y espalda 18 dos. Reposó en el descanso y afrontó una segunda parte de antología. «No me lo podía creer porque son emociones que te explotan en la cabeza, el corazón y el estómago. Realmente he gozado muchísimo. Si el viernes el aplauso fue inolvidable, lindo, hoy ha sido bellísimo. Yo he querido esperar hasta el último momento y me he dado cuenta de que volver a cantar era mi forma de agradecer todo lo que me han estado dando desde la primera función hasta la última. Todas han sido inolvidables», dice. Y se ríe a carcajadas cuando le comentamos que lo mismo que Juan Diego Flórez tiene su grupo de incondicionales, el club de los «Florezidos», los «Camareneros» o «Camarenistas» van a tomar forma de un momento a otro. Cuando hablamos con él, después de mil fotografías, de estrechar muchas manos, de recibir otras tantas felicitaciones la adrenalina aún está arriba arriba, en los más alto: «Sí, juega un papel muy importante. Esto se vive de poco en poco. A mi me ha ayudado mucho la pausa entre funciones para encontrarme bien y descansado», comenta. ¿Y cómo saber cuándo hay que repetir? «Si el público lo siente, llega. Y yo sabía que estaban conmigo». El tenor de las óperas imposibles, el «bis-man» he llegado para quedarse.