Dani Martín: «Sigo siendo un loco, vivo dándolo todo»
Dani Martín / Cantante. Ayer salió a la venta «La montaña rusa», su tercer disco, que habla sobre la dificultad de encontrar la estabilidad emocional
Ayer salió a la venta «La montaña rusa», su tercer disco, que habla sobre la dificultad de encontrar la estabilidad emocional
A Dani Martín no se le da la mano. Se le choca. Al menos, fuera del ring. En la portada de «La montaña rusa», que ayer salió a la venta, aparece enfundado en unos guantes de boxeo. Pero él se considera más sparring. Se entrega en cada asalto, aunque no duda en bajar la guardia frente a esos pensamientos irracionales que muchas veces le ganan el combate. Es un tipo terrenal, al que todo le duele demasiado. Vuelve más cañero que moñas en un disco intenso que busca el equilibrio entre su bendita locura y su sufrida cordura.
–Las montañas rusas marean.
–Y agotan, pero también alegran. Te hacen vivir momentos frenéticos, de adrenalina e ilusión. El disco habla de dos combates que he tenido en un momento concreto de mi vida, de la dificultad de darse el permiso para rendirse y entregarse en una relación.
–¿Es de los que se entrega?
–Mucho, pero luego me entran los miedos a que me abandonen y empiezo a tensar la cuerda. El amor, y la vida, es cuestión de equilibrio, aunque resulta difícil encontrarlo.
–¿Cómo salir de ese torbellino emocional?
–El tiempo lo cura todo. Perder un combate a veces no es tan malo. Siempre saco cosas positivas de lo que me pasa. No sé si hay que vivir al máximo, pero sí de verdad. Cuando le estés tocando la oreja a tu novia, que tu cabeza y tu piel sólo piensen en eso.
–¿Noqueador o sparring?
–Me considero muy sparring. Me protejo, aunque me las dan todas. Tampoco voy de perdedor. Me va bien en la vida.
–¿Con la guardia arriba?
–Sí, pero a veces habría que bajarla y confiar.
–Doce canciones de dolor y rabia, pero también de pasión y esperanza...
–Son canciones que nos invitan a creer en ideales. El amor es la herramienta más maravillosa.
–¿Más cañero que moñas?
–Algunas canciones pueden recordar momentos del pasado, con los que ya no estoy peleado. Soy un tío intenso, pero también romántico, vulnerable, susceptible y sensible. Tengo pensamientos irracionales que me ganan la batalla muchas veces. Soy un sufridor. Me duele todo demasiado.
–¿Cuál es el dolor más doloroso?
–El que no te deja avanzar y te deja en el sitio. Para mí, la pérdida de mi hermana, las enfermedades de los familiares y el abandono.
–¿El combate más duro de su vida?
–La muerte de mi hermana. Ha modificado toda la estructura de mi familia. Ha sido el momento que más me ha hecho tambalearme como persona.
–¿Y entre asalto y asalto?
–Hay que descansar para pensar qué hacer en el siguiente.
–Los compositores pueden expulsar las penas haciendo canciones...
–Pero también necesitamos ir al psicólogo. Me considero una persona a la que le pasan cosas y utiliza la música como vehículo para expresarlas y comunicarlas.
–Ésta es la más madura de sus obras.
–Lo bonito es verlo a medida que pasa el tiempo y vas sacando discos. En febrero cumplo 40 años. Hace nada tenía 23, cuando empecé con El canto.
–¿El canto del cuerdo?
–Sigo siendo un loco. Vivo todo a flor de piel. El exceso de cordura no es bueno, pero tampoco el de locura. Aun así, tiro más hacia la locura. Soy una persona coherente y con sentido común, aunque emocionalmente vivo dándolo todo y muriendo por quienes tengo al lado.
–¿Ya nada volverá a ser como antes?
–Pero puede ser mucho mejor.
–¿De qué tiene ganas ahora?
–De relajarme, de dar protagonismo a quienes realmente quieran escuchar mi música, de seguir mi camino y de ser de verdad. Me he tirado mucho tiempo intentando gustar a todo el mundo, y eso es agotador. Me apetece ser yo, y decir las cosas como las siento.
–¿Y para relajarse?
–Zahara de los Atunes. Tengo una casa y me encanta pasar temporadas allí. Es un lugar mágico.
–¿Cuando ve un charco...?
–Salto.
–Pues mójese.
–Soy una persona sin prejuicios, que escucha de todo. Desde Extremoduro hasta Rocío Jurado. La vida es mi inspiración.
–Las canciones brotan de los momentos más amargos...
–Los grandes discos siempre surgen de situaciones límite. Los «taraos» mentales y los desequilibrados somos los que mejor escribimos.
–¿Siempre a contracorriente?
–Con 24 años, sí. Pero ahora opto más por el sentido común y por la búsqueda del razonamiento.
–¿Qué le asusta?
–Las enfermedades, la incertidumbre, el fracaso, que me hagan daño, que me traten mal, que me humillen...
–¿Y las mujeres?
–Lo importante es que las que se quieran acercar lo hagan porque les parezca un tipo con una energía especial, no porque cante o viva de una determinada manera. Soy miedoso, pero el miedo es lo que más me ha salvado.
–Habrá muchas que aspiren a conquistarle...
–Deberían tener una belleza especial, más profunda de la que tenemos en la cabeza. No tiene por qué ser modelo, ni famosa. He tenido novias muy guapas, pero también he estado con chicas normales que me han entrado por la energía, por la mirada o por una sonrisa.
–¿Un sueño?
–Ver a mis padres envejecer de la mejor manera posible, sin enfermedades.
–Colchonero, como Sabina.
–¡A muerte!
–¡Qué manera de sufrir!
–¡Y qué manera de sentir! El Atleti va más allá del fútbol. La Champions sería la leche, pero ¿qué más da? Me encantaría llenar el Madison Square Garden, pero también me gusta pelear para llegar a llenarlo. Ojalá me muera teniendo cosas por conseguir y luchando por lograrlas.
El lector
Piensa, como su padre, que la base de la vida es estar informado. Por eso, lee a diario todos los periódicos, incluido LA RAZÓN. Apasionado de la política, le encantaría que éstos hablaran de música, ya que «siempre hablamos nosotros de ellos».