Conciertos

El gran despertar de Maazel

Obras de Brahms y Sibelius. Solistas: L. Nasturica y D. Müller-Schott. Dtor.: L. Maazel. Filarmónica de Múnich. Auditorio Nacional, Madrid.

La Razón
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Menuda semana musical en un Madrid convertido en capital musical del mundo. En siete días la Orquesta del Capitol de Tolouse con Sokhiev, la del Mariinsky con Gergiev, la ONE con López Cobos, la RTVE con Frühbeck, la premier de «Curro Vargas», Les Musiciens du Louvre con Minkowsky, la Filarmónica de Munich con Maazel... Calificaba Pedro González Mira este viernes en Beckmessser.com a Maazel como una «especie en extinción» y su arte de «precioso, fantástico y único». Estoy de acuerdo a medias. Es así cuando Maazel quiere que sea así y lo dejó muy claro en su primer concierto madrileño, incrustado en una amplia gira por Europa. Llegó el mismo día del concierto y Maazel pareció dormitar durante los Brahms, mientras que la Filarmónica de Munich no parecía la habitual. Hubo ciertamente detalles de genialidad, como alguna frase de los chelos en las «Variaciones sobre un tema de Haydn», tocadas con aliento imperial.

El «Doble concierto» brahmsiano estuvo descompensado. Pero llegó el descanso, que Maazel debió aprovechar para retomar fuerzas, y todo cambió fulminantemente. Pocas veces, si alguna, hemos podido escuchar en vivo –en CD existe una maravillosa versión de Bernstein– una lectura de tal calidad. Munich volvía a ser el mejor Munich. Al terminar la última nota hubo en la sala auténtico clamor y el público no se iba a pesar de la hora tardía. Lógico tras una coda increíble que nos dejó sin aliento. Todos los movimientos brillaron a la misma altura, con una dirección «a la antigua» en la que la agrupación cantaba en los tuttis en fraseo admirable, en la que Maazel supo mantener pulso y tensión en aquellos compases del último tiempo que a otros se les caen y construir un final de arquitectura perfecta musical y emocionante. Conciertos como los de esta semana resultarán inolvidables.