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En la casa de Silvia Pérez Cruz cabemos todos

La intérprete publica «Domus», un disco que nació de una película musical sobre los desahucios y que la refuerza como una de las voces con más presencia de la escena nacional
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La intérprete publica «Domus», un disco que nació de una película musical sobre los desahucios y que la refuerza como una de las voces con más presencia de la escena nacional
El método de trabajo de Sílvia Pérez Cruz (Palafrugell, 1983) no puede explicarse porque funciona de las puertas para adentro de sus emociones. Y la artista guarda dentro un potencial enorme y una intuición muy especial. Lo ha vuelto a demostrar con «Domus» (Universal), su último trabajo discográfico, una casa en latín levantada por ella sola (escribe, produce y arregla todos los temas) a golpe de un instinto único, el de una intérprete verdadera. Todas las buenas cosas que se habían dicho de ella en «granada» y «11 de noviembre» cobran una nueva dimensión con este trabajo, nacido de una propuesta que no le convencía. «Me llamó el director de cine Eduard Cortés para que fuese protagonista de una historia que sólo tenía esbozada pero que necesitaba un desarrollo musical de autor. Y me dijo que tenía que protagonizar la película. Le contesté que no durante seis meses, porque yo ni soy actriz ni me interesa serlo. Logró convencerme porque no se trataba de un musical, sino de contar una historia con las herramientas de la actuación y las canciones. Y entendí que actuar era sólo una cara más de la historia», explica.
Una vez terminada la película, que se estrenará en mayo, Pérez Cruz se propuso convertir ese material en canciones para un disco convencional, que la gerundense presenta en Madrid (2 de marzo) y Barcelona (14 y 16), fechas que irá alternando con otras de su gira en curso.

No hay tanto pan...

«En algunos casos, las canciones de la película no eran más que unos segundos y en otros estaban demasiado ligadas a las imágenes de la historia. Había que trabajar mucho en desmontarlas y volverlas a armar. Ha sido un proceso muy arduo de ir decantando el material», explica la artista que trabajó con el equipo de la película desde el principio. Es necesario puntualizar que la película no es un «musical sobre los desahucios». «No, por favor, que eso suena horrible. Es una historia sobre una familia que, en el momento más duro de la crisis, en 2008, se ve arrojada fuera de su casa. Y arrastra esa gran culpa y el fracaso en la calle, donde encuentran la generosidad de otras personas. Pero es una historia dramática, no se frivoliza con este tema», explica. El reto era encontrar los momentos en que las canciones podían servir para contar algo. Como en «Bailar en la oscuridad» (Björk, Lars Von Trier). «Las canciones hablan de la emoción de esas personas, tanto de las que sufren que les quiten la casa, que es algo más que un edificio, es tu vida, como de las que ayudan a los que sufren». El trabajo fundamental tenía que ver con las palabras. «A veces no lograba conectarme con las emociones que darían lugar a una canción porque no tenía palabras que funcionasen. Hasta que daba con términos como ‘‘pan’’, que es tan lorquiano y es tan universal», explica. Y así surgió «No hay tanto pan», un tema que toma prestado el lema de la calle y «que todo el mundo sabe cómo termina. No tenía que hacerlo yo», cuenta. Claro que, si hay una artista capaz de hacer que ‘‘euríbor’’ suene bien en la letra de una canción, esa es Sílvia Pérez Cruz, que corría también el riesgo opuesto de frivolizar, es decir, panfletizar el disco. «Me ha costado mucho encontrar el lenguaje. La temática no tiene que ver con la política, sino con un momento histórico. El proceso de este disco ha sido completamente nuevo y he tenido que desaprender muchas cosas. Y partir de una situación tan nueva, de ese no saber, me ha conectado con la inocencia de Sílvia, con una luz que tenía dentro».