Bruselas
Gerard Mortier : «No estoy curado, pero sigo luchando»
La penúltima vez que le vimos en el Teatro Real fue el pasado 1 de julio; hablamos mucho, aunque desconocíamos que la procesión iba por dentro; costaba seguirle el paso y preparaba su descanso de verano. En la maleta, muchos libros. Un verano distinto este de 2013. Ayer, tres meses después, Gerard Mortier regresaba a su segunda casa ligero de equipaje y con el ánimo casi intacto. Impresionaba su delgadez, con 42 kilos de peso, casi tanto como su sonrisa, sus ganas, su deseo de normalizar una situación que no lo era. Vestía americana y pantalones oscuros y llevaba un jersey de abrigo con cremallera. En ningún momento esquivó hablar del cáncer que padece: «No estoy curado, pero estoy luchando». Con esta frase, y después de que los fotógrafos dispararan sus cámaras una y otra vez, abrió el fuego. «El mejor método es trabajar y reflexionar para poder luchar. Es muy importante para mí poder estar aquí». Había otro tono en sus palabras. Había dejado el hacha de guerra a la entrada de la sala Gayarre. «Tengo terapia el martes y he venido aquí para poder estar con los artistas. Todo funciona en la buena dirección», se explicaba. Quería respaldar uno de los proyectos en los que se empeñó personalmente, los que llevan estampado el sello Mortier, «La conquista de México», de Wolfgang Rihm (que no pudo viajar a España por sufrir un problema de diabetes), que definió como «uno de los grandes momentos de la historia de la humanidad. A su lado, el director general, Ignacio García-Belenguer, a quien en un momento del encuentro preguntó por el nombre de su nuevo cargo, asesor artístico («Hemos hecho un contrato de .... -''¿cómo se dice?"», le preguntó).
Tres meses han dado mucho de sí en el coliseo. El de Septiembre empezó revuelto, amenazaba una tormenta que terminó por descargar un aguacero que se llevó por delante en una semana de infarto al gestor belga: Joan Matabosch es el nuevo responsable del Teatro Real, es decir, su director artístico, y Mortier ocupa un puesto creado expresamente para él. De ahí que la expectación por su reaparición fuera enorme. Viajará a Madrid desde Bruselas, donde vive, siempre que el tratamiento de quimioterapia y su salud se lo permitan. Al menos esta temporada. «Este cáncer es muy difícil de tratar, aunque voy a seguir con las producciones de este año». Ése es su deseo. Continuar y seguir de cerca la evolución de «Alceste», «Brokeback Mountain», «Lohengrin»... Junto a él, los principales artífices de esta producción: el director de orquesta, Alejo Pérez, el de escena, Pierre Audi, y el escenógrafo, Alexander Polzin. El primero definió el montaje como «un sonido en 3D» en alusión a que habrá un set de percusión situado tanto en los palcos laterales como en el real, «con la idea siempre de insertar al público dentro de un escenario más amplio del que se ve y que así tenga la sensación de sentirse rodeado por el sonido. Será de un impacto feroz». El coro del Real tendrá una presencia invisible; estará pero no se le verá.
Cuando lellegó el turno al director de escena se explayó, desmenuzó la obra de Rihm, explicó que se divide en cuatro partes y que ha sido uno de los hallazgos de su carrera: «Cuando recibí el encargo me emocionó. Sabía que tenía que expresar el máximo de ideas que pudiera porque es una obra muy difícil. A mi me gusta contar historias, soy un cuentista, aunque aquí no existe una narración como tal», aseguró. Y Artaud regresó de nuevo a la conversación, artista maldito que inspiró al autor de esta ópera también Octavio Paz (de quienMortier leyó unos versos). «Espero que el público descubra un momento increíble de nuestra historia como es el descubrimiento de una ciudad maravillosa», señaló el nuevo asesor artístico del Real. La ópera se estrena el 9 de octubre (habrá funciones los días 11, 12, 13, 15, 17, 18 y 19).
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