Julio Iglesias: «No canto por dinero, gano más sentado»
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El mito de la canción española publica «México» tras sobreponerse a una operación de espalda que le obligó a cancelar conciertos.
A las 23:15 horas del miércoles, esta entrevista estaba cancelada. Había sido pactada, pero «Julio es impredecible para estas cosas». En el último momento, el cantante había decidido volar de México a Miami, y bueno, ya se sabe. A las 23:28, con el móvil en pijama, irrumpe una llamada entrante desde Florida (EE UU). Es él.
–¿Como se encuentra?
–No me llames de usted, que me cabrea. Me siento tan bien que en vez de estar sentado, me he puesto de pie para hablar contigo.
–El accidente que dirigió su carrera a la canción pasa factura.
–No es el accidente. Estoy mejor que hace diez años, lo que pasa es que a veces me da una lumbalgia histórica, y como me gano la vida cantando... Si no me hurgan ahí, no puedo cantar. Pero en los últimos 70 días ya he hecho hasta tres o cuatro horas diarias de deporte y estoy muchísimo mejor. Me voy a China a actuar.
–Tiene 72 años, ¿cuántos siente?
–Hablando contigo, 36. Si preguntas a las dos de la mañana, 61; y si es a las siete de la mañana, tengo 150.
–Publica un disco («México») y dice que no grabará más ¿Por qué?
–Porque las técnicas modernas te permiten grabar en directo igual que en estudio. También puedes meter la pata, y eso que el público ha respondido perfectamente. Para mí lo importante, aunque sea inmodesto decirlo, es que vuelvo a ser «número uno» después de tantos años el primer día de salir el disco.
–¿Sigue cantando por dinero?
–No, por dinero, no. Gano cinco veces más al día estando sentado. Lo hago porque es lo más importante de mi vida... (Se escucha barullo de fondo y Julio Iglesias reprende a las coristas que van en el coche con él: «¿Se pueden callar, boludas?»). Decía que no hay nada comparable, y eso que mi intención ya no es la de hace 40 años. Antes no valoraba lo que significa comprar una entrada o un disco. Canto para gente modesta que ahorra y saca a su marido de casa para ver a Julio.
–Ahora que dice eso, ¿imagina el efecto que tiene ir a un concierto de Julio Iglesias?, ¿cree que sube la líbido?
–(Risas) Mira, flaco, si hacen el amor después de un concierto mío, van a repetir. Y eso es lo mejor. ¿Tú sabes que hacer es más bonito que deshacer? Siempre digo que canto para juntar, no para desjuntar.
–Usted sabe que mucha gente en España piensa que usted es el puto amo. Seguro que le han llegado estas bromas...
–Sí... me encantan. El último «meme» que recibí es ese que dice que voy a montar un partido porque no estaba conforme con el de mi «hermano» (se refiere a Pablo Iglesias, líder de Podemos) y que no se llama Podemos sino Follemos. Es genial.
–¿Le gustan esos chistes?
–Son una maravilla. Y hay algunos muy muy creativos. Los que no me gustan son los que hacen daño.
–La pregunta es: ¿exageran o son fieles a la realidad?
–Siempre exageran, siempre. Tiene una ironía grande y un doble sentido. La realidad de nuestras vidas sólo la conocemos nosotros. Son nuestras vivencias y no se pueden contar porque, aunque se quiera, no se puede volver a contar las cosas que han ocurrido sin tocarlas. Por eso, los «memes» multiplican la realidad por millones.
–Con su historial ya se puede ir de modesto.
–No sé si tengo un amplio historial, pero sé que tengo ganas de vivir.
–¿Le gusta ser un mito?
–No sé lo que es un mito. Lo que quiero es hacer un grito. De esperanza, de cariño, de amor, de alerta, de protesta.
–¿Sigue lo que pasa en España?
–Por supuesto. ¿Qué quieres que te diga? Venga, hazme la pregunta política y pasamos a otra cosa.
–Faltan baladas de amor entre España y Cataluña ¿Qué medicina aplicaría?
–Mira, los antibióticos no son malos, pero, para un dolor de cabeza, con una buena aspirina también se puede arreglar. Lo que creo es que, a menos que tengamos un peligro grandísimo, yo nunca acudiría a un cirujano sino a un médico general.
–Le he leído decir que el federalismo le parece bien.
–Sí, porque es una manera de conformar las culturas de todos los españoles y una forma de entender el «sui generis» de todos los españoles. Y de decirle a todos gracias por sus esfuerzos. Ya tenemos unas autonomías que son muy cercanas a ese sistema, pero la conformación del federalismo es de autenticidad. La palabra federal deja mayor margen a la individualidad de la cultura de todo el mundo.
–No le tenía por alguien muy progresista.
–¿Sabes qué pasa? Que yo ya no tengo miedo a decir lo que pienso porque mi palabra está por encima de las fronteras. He cruzado muchas y cada vez las salto más rápido. Cantando en muchos países me doy cuenta de que las almas son gemelas.
–Seduce igual en China en que Rusia.
–No sé si es seducción pero puedo cantar a los sirios y a los israelitas por igual. Con el mismo amor y cariño. Yo creo en las personas, en la gente. Le canto al universo y al alma.
–¿Es feliz?
–A ratos, gracias a Dios. Imagínate ser feliz todo el rato, menudo aburrimiento.