Kaufmann, un enorme Parsifal
Después de cancelar las dos primeras funciones, el tenor Jonas Kaufmann ha podido realizar su debut en Europa del papel protagonista de este Festival Sagrado estrenado por Richard Wagner en 1882. La expectación en Viena por este nuevo personaje wagneriano de uno de los tenores más prestigiosos y queridos del público era enorme y el resultado no ha defraudado. Eso sí, Kaufmann ha debido reservarse, un tanto, en el segundo acto para poder acabar la función en condiciones, ya que no estaba del todo recuperado. Lástima que la producción de Christine Mielitz no estuviese a la altura de las circunstancias, ofreciendo una puesta en escena bastante enrevesada y muy poco atractiva, con un decorado más moderno para el castillo de Klingsor y vuelta a la gran casa pero derruida, con un gran ciclorama de fondo de un paisaje lunar que se convierte en primaveral con motivo del Viernes Santo. Todo ello junto a una iluminación más que correcta y una dirección de actores no exenta de interés. Desde el punto de vista vocal, merece destacarse la labor del bajo wagneriano Kwangchul Youn, un extraordinario, profundo y musical Gurnemanz, junto a la temperamental y memorable Kundry de Evelyn Herlitzius tanto a nivel canoro como actoral. Bien trabajada la interpretación del algo exagerado y un tanto exhibicionista Klingsor de Wolfang Bank, de gran nivel vocal, y el más que correcto Amfortas de Tomasz Konieczny, con un buen centro y bella voz, pero cuya emisión en algunos agudos queda algo atrás. Muy meritoria la labor de las Muchachas Flor y del resto del reparto, especialmente el espectacular coro, sobre todo el masculino, tan relevante en este título wagneriano. Merece la pena dejar para el final el exquisito trabajo de Adam Fischer al frente de la Orquesta del Teatro por la sensibilidad de su interpretación, la calidad en los detalles y la solidez y tensión dramática de los pasajes más espectaculares, gracias a la enorme calidad de la Orquesta de la Wiener Staatsoper.