La utilidad de Ópera XXI
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Bajo el nombre de Ópera XXI se constituyó en 2005 la Asociación de Teatros, Festivales y Temporadas Estables de Ópera en España. Desde su nacimiento la entidad se marcó una «clara vocación» de lograr un modelo cultural operístico abierto y participativo, adaptado a las necesidades del siglo XXI. Así reza la web de esta institución y añade: «Actúa como interlocutor entre organismos oficiales o privados nacionales y otras instituciones internacionales. Esto la sitúa en una posición privilegiada a la hora de definir una red de temporadas líricas y festivales sólida y en continúa evolución». La realidad no ha sido tan provechosa, en parte porque los dos teatros que la promovieron –el Real y el Liceo– vuelan bastante a su aire velando por sus propios intereses. Sin embargo ahora se le presenta una gran ocasión para hacerse valer. El Ayuntamiento de Oviedo ha disuelto –por cierto con más de cien mil euros de remanente– la Fundación Campoamor que otorgaba los premios de la crítica española a lo mejor de cada temporada lírica en sus muchos apartados. Han sido unos galardones importantes que lograron hacerse un nombre. En la última reunión de Ópera XXI se esbozó la posibilidad de que la asociación se hiciera cargo de los mismos, pero no se avanzó mucho por lo intereses de Liceo y Real que, de alguna forma, o piensan crear sus propios premios o directamente dirigir los desaparecidos. Ambas cosas poco convenientes. No sería de recibo que un teatro se dedicase a valorar lo que otros hacen y a entregar premios. No se puede ser juez y parte. De ahí que Ópera XXI podría y debería ser el cauce para la continuidad de los premios, naturalmente con su propio nombre. A lo largo de estos meses he podido intercambiar opiniones con unos y otros aunque –por qué no decirlo– no siempre las administraciones públicas colaboran todo lo que debieran y hemos llegado a conclusiones. El jurado podría reunirse en cada edición en uno de los teatros de Ópera XXI y, desde él, fallar los premios. Se pensó en que la gala de entrega podría también rotar, pero hubo que descartar la idea vistos los problemas que en Oviedo causaron la intervención de varias administraciones públicas –los políticos van cada uno a lo suyo– lo más práctico sería que tuviese una sede fija y esa sede sólo puede ser el Teatro de la Zarzuela, dependiente del Inaem y prácticamente fuera de la competición en los palmarés. El presupuesto se abarataría considerablemente si las galas se realizasen en él como un evento más de su actividad. La Zarzuela podría aportar la infraestructura y Ópera XXI hacerse cargo de la dotación de los galardones y los gastos que originase la movilización de los premiados. Sobrarían patrocinadores para un evento de su repercusión. La palabra la tienen Ópera XXI, la Zarzuela y el Inaem. A trabajar, señores, que el proyecto bien lo merece.