Viena
Las 10 mejores voces verdianas
Un jurado de especialistas internacionales elige para LA RAZÓN los mejores cantantes vivos en este repertorio. Con ocasión del bicentenario de su nacimiento
Si escuchamos una de las históricas grabaciones de «Otello» con Enrico Caruso y Titta Rufo, por ejemplo, el dúo del segundo acto, será complicado en ciertos momentos identificar quién es el barítono y quién el tenor, pues ambos poseen un color oscuro, pero también tienen la flexibilidad suficiente como para subir, sin problemas, al agudo. Existe unanimidad entre los especialistas sobre que un dúo como éste hoy no sería posible de la misma manera, pero no porque cualquier tiempo pasado resulte mejor, sino porque en la actualidad las velocidades de las carreras son mucho mayores, ha desaparecido el estudio continuado de la técnica vocal y los directores mandan tocar a la orquesta más alto que nunca. Así que los teatros deben optar por voces más líricas y no tan dramáticas para interpretar los papeles más densos de Verdi (y de la mayor parte de compositores).
«La stradivarius de las voces»
Pero como la ópera hay que disfrutarla en vivo y no solo a través de grabaciones, hemos decidido reunir a un jurado internacional para elegir a las diez mejores voces verdianas vivas, dado que esta semana estamos en plena celebración del bicentenario del nacimiento del compositor italiano. Todos han distinguido sin dudas a Anja Harteros como la mejor voz femenina verdiana de las que pueblan los escenarios actuales. La «stradivarius de las voces», como ha sido definida, nació hace 41 años en Alemania, aunque de padre griego. Este 2013, como no podía ser de otra manera, tendrá un año muy verdiano. Lo peor, para nosotros, es que realiza la mayor parte de sus temporadas entre Alemania (donde cantará en breve la Donna Leonora de «La forza del destino») y Viena (donde interpreta ahora «Don Carlo»). Por su amplia voz carnosa, con bellísimo timbre de soprano lírica-spinto, la homogeneidad en los registros y el portentoso control del fiato, está incluida entre las elegidas la soprano norteamericana Sondra Radvanovsky, que además de actuar en los principales coliseos mundiales, frecuenta nuestro país. Sin ir más lejos, cantará «Tosca» en el Liceo en marzo. De su voz destacan que suele estar perfectamente emitida, canónicamente manejada y armoniosamente modulada; por si fuera poco, maneja los filados y los reguladores con maestría. Aplausos también para la búlgara Krassimira Stoyanova, una voz personal tanto por el color como por la manera de cantar. Viene empujando con fuerza la joven rusa Liudmyla Monastryrska, alabada por su suntuoso instrumento. Y cierra nuestra selección femenina la ya clásica Maria Guleghina, aunque algunos críticos precisan que no está en su mejor momento, otros todavía recuerdan su Lady Macbeth. Verdi logró partir del repertorio italiano que dominaba en sus inicios, con Rossini en pleno auge, y, sin quitar importancia al canto como elemento motor de la ópera, logró una gran capacidad para sintetizar la narración. Como matiza Arturo Reverter: «Es muy directo, sin circunloquios. Tiende a eliminar la floritura para ir al canto silábico. Por eso las óperas verdianas llegan al oyente de forma muy directa. Propone un uso de la voz mucho más ágil, contundente e incisivo». Ésos son los requisitos que cumplen los cinco cantantes masculinos elegidos por nuestro jurado. No faltó discusión sobre cuántos tenores y barítonos incluir entre los más destacados y todos han tenido que sacrificar algunos de sus predilectos. Joseph Calleja emerge como el primero del top. Se trata de un tenor maltés que defiende la vieja escuela y que tiene entre sus principales características vocales un vibrato «a la antigua», además de una musicalidad innata, rico esmalte y exquisito fraseo.
El primer bis del Real
El veteranísimo Leo Nucci, que logró el primer bis de la historia moderna del Real, es destacado por su entidad teatral. Aunque pueden discutirse algunas cosas de sus características vocales, la mayoría parece conforme con que no hay un Rigoletto de tanta entidad dramática como el suyo. Jonas Kaufmann no necesita presentación para los aficionados a la ópera. Con permiso de Domingo, no hay tenor vivo que levante más expectación. Aunque centra gran parte de sus esfuerzos en abordar el repertorio wagneriano, su disco dedicado a Verdi quiere demostrar que lo uno no es incompatible con lo otro.
El único español
A continuación los especialistas han situado al único español de la lista: Juan Jesús Rodríguez, un barítono que no siempre ha tenido la suerte que se merece pero cuyos últimos triunfos en el Teatro de la Zarzuela y en tierras italianas han afianzado su carrera. Y, para cerrar, Marcelo Álvarez, uno de los mitos latinos. También aquí hubo discusiones sobre si no se encuentra en el mejor momento vocal, pero le reconocen un pasado reciente glorioso como tenor verdiano.
No están todos los que son, pues eso tienen las selecciones. Se han quedado en el camino voces más mediáticas, como la de Anna Netrebko y otras menos conocidas pero de mucha enjundia como la de George Ganidze o la de Mariusz Kwiecien, pero sirva esta lista para dar una idea de cómo está el universo vocal verdiano hoy. En el bicentenario de ambos, no pudimos evitar hablar de Wagner. Sus carreras corrieron paralelas, aunque nunca se tocaron. Hay quien destaca la influencia italiana de Wagner en el canto (siguió en muchos aspectos la línea cantable de Bellini en sus primeras tres óperas: «La prohibición de amar», «Rienzi» y «Las hadas», y también en «Lohengrin»), a pesar de lo que se crea; otros también subrayan la obsesión del último Verdi por la gran influencia que logró Wagner. Pero, como apunta Reverter, «Verdi siempre guardó las reglas del melodrama tradicional: la voz es la protagonista y la orquesta lo acompaña, pero enriqueció mucho ese acompañamiento», mientras que en el alemán ambas se funden pero la instrumentación marca la pauta». Dos estilos que siguen dividiendo a los aficionados al género.
Corelli y Callas, pareja ideal
Hagamos un ejercicio de nostalgia: además de Caruso y Rufo, otro de los dúos verdianos soñados de la historia son Franco Corelli y Maria Callas (en la imagen), que tuvieron noches de gloria. De Corelli se recuerda su vibrato y su voz oscura y de Callas, a pesar de no ser la cantante perfecta, se trataba de una artista consumada que fue capaz de defender como nadie Abigail o Lady Macbeth. También figuran entre los añorados Francesco Tamagno, que estrenó Otello, «una voz de trompeta, no especialmente oscura, pero que se proyectaba arriba con gran fuerza», apunta Reverter. Y entre los líricos spinto de esos que ya no hay, los especialistas incluyen a Aureliano Pertile, Giacomo Lauri Volpi (una voz con mucha intensidad) y Carlo Bergonzi, probablemente, «el estilista más riguroso de Verdi, que sabía matizar y ligar», asegura otra vez Reverter.
Los miembros del jurado
De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Enrico Stinchelli, director y presentador de «La Barcaccia», programa sobre ópera en la radio pública italiana Rai Radio 3; Warwick Thompson, crítico de Bloomberg.com y del diario «Metro», además de jurado en los premios Royal Philharmonic Society y The Classical Brit Awards; Chantal Cazaux, autora de «Verdi, mode d'emploi» (Paris, éditions Premières Loges, 2012) y redactora jefe de la revista «L'Avant-Scène Opéra»; y Arturo Reverter, crítico de LA RAZÓN y autor de «Las 50 mejores arias de Verdi» (Alianza).
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