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Lisa y el maestro

Orquesta y Coro Nacionales de España. Obras de Tchaikovsky y Rachmaninoff. Katia Batiashvili, violín. Coro y Orquesta Nacionales de España. Director: Jesús López Cobos. Auditorio Nacional de Música, Madrid, 16-XII-2012.
larazon

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Lisa es Lisia Batiashvili, violinista joven, 33 años (Tiflis, Georgia; 1979), ya de fama internacional, grabaciones de campanillas con multinacionales de peso y agenda de compromisos a tope hasta el año 2015. Su sonido es precioso, redondo –el programa no hacía mención alguna de ello, pero toca un fabuloso violín Stradivarius de 1709, el «Engleman», grande cuando falta hace y nítido en los «pianissimi», y, lo que es más importante, su musicalidad es obvia, seria y contagiosa.
Hizo un «Concierto en Re» de Tchaikovsky inmejorable, y ya tiene mérito con una obra que ha pasado por los arcos de todos los grandes del instrumento. Recibió un acompañamiento no menos plausible de la Orquesta Nacional, pero en esto ya tiene que ver el maestro.
El maestro era Jesús López Cobos, 72 años de experimentada madurez, sabiduría artística y dominio de cualquier situación. La verdad es que resulta refrescante, y artísticamente excelente, ver a López Cobos con la que fuera su orquesta entre 1984 y 1988, relajados por entero director y agrupación, con un entendimiento musical pleno y una química impensable hace dos décadas. Al maestro se le veía encantado y a los profesores se les sentía cómplices. El concierto se abrió con otro Tchaikovsky genial, pero nunca tan admirado como el sinfónico, el de las Suites, con esa joya que es la «Cuarta en Sol mayor, Mozartiana»; Santiago Martín Bermúdez, en estupendas notas de programa, incluía una larga cita del propio Tchaikovsky, en la que éste expresaba y razonaba su profundo amor por Mozart y su obra, pasión sonora que López Cobos desveló con afecto y sutileza. El concierto se cerró con otra obra infrecuente, tanto que era estreno para la Nacional, la semi-cantata «Las campanas» de Rachmaninoff, basada en poemas de Allan Poe, y que está entre los mejores frutos del compositor. El Coro Nacional entonó la página con primor, y los tres solistas, la rumana Ardelean, el ruso Tikhomirov y el tenor José Ferrero –cuya pista no debe perderse– brillaron dentro de la concepción efusiva y lírica que López Cobos planteó como premisa. Fue una magnífica sesión, muy bien ideada y mejor realizada.

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