Cargando...
Sección patrocinada por

Música

Mad Cool: la esquizofrenia se canta y se baila

La segunda jornada del festival se mueve entre la nostalgia, la atonía, el autocompadecimiento y hasta la revuelta: Alanis Morrisette, Kaiser Chiefs y Nine Inch Nails reinan en Madrid

NIN actúa en Mad Cool 2025 Ricardo RubioEUROPAPRESS

Las cosas en los macrofestivales funciona por acumulación de estímulos. Y pocos lugares hay para comprobar eso omo Mad Cool. Puedes encargar un McFlurry o maquillarte en Lancome, ver a DJ Nano y ponerte a la sombra del Banco Santander. También hay música, de fondo. A veces, muy de fondo. La segunda jornada del festival madrileño transcurrió en los contrastes de la sociedad turbocapitalista: de la euforia a la depresión con el deslizar de un pulgar. Los hechos se suceden en eso que ahora llaman un “reel" tras otro.

NIN actúa en Mad Cool 2025Ricardo RubioEuropa Press

No me culpen si no sé explicarlo mejor, pero la segunda jornada resultó bastante extraña. Era ampliamente la tarde del viernes cuando, con su infinito carisma, Alanis Morrisette demostraba ser una enorme artista. La canadiense canta, toca (la guitarra y la armónica) y compone como los ángeles y en este Mad Cool apareció como madrina o más bien como espejo en el que compañeras de cartel como Gracie Abrams u Olivia Rodrigo, salvando las distancias estilísticas, pueden mirarse. Renacida y con la sonrisa enmarcada todo el concierto, Morrisette relataba la salvaje experiencia de triunfar en la industria musical en los 90, cuando, amigas, esto era (todavía más) un campo de nabos. Y es que en el historial de la canadiense, queridas princesas del pop moderno, hay abuso infantil, anorexia y bulimia, ansiedad y depresión y el alcoholismo como corolario de un iceberg de adicciones. Aunque algunos, machirulos ellos, escriban en sus crónicas que lo suyo era de mal follada. Y, pese a todo, ahí estaba en el escenario, abrazándose a sí misma, girando como una peonza con el pelo suelto, cantando de rodillas, claro, a las ironías de la vida. “Ironic”, sí, abrió las compuertas de la nostalgia como si hubiésemos sintonizado una versión pirata de la MTV que volviese a programar vídeos musicales. Y también todos sus éxitos, de "You Oughta Know" y "Hand in My Pocket" a "Head Over Feet".

Jet actúa en Mad Cool 2025Ricardo RubioEuropa Press

A continuación, llegó la atonía. Jet se presentaban en inmejorables condiciones. Sin competencia, en el escenario principal, y en horario estelar. Aburrieron con la excepción de “Are You Gonna Be My Girl”. La suya fue una ubicación más que cuestionable, pero que hablen los que sepan. Tampoco resultaba demasiado entendible el siguiente número principal: el folkie estadounidense Noah Kahan seducía escasamente con canciones que hablan de la terapia psicológica y de su salud mental. Incluso una estaba dedicada a su terapeuta, según reveló. Bromeó con que lo suyo era otro Eras Tour, por aquello de lo confesional y quizá lo fuera, pero bastante más aburrido aunque a mucha gente parecía estar interesándole. Una amplia parroquia internacional (cuya presencia era superior en la segunda jornada) celebraba sus canciones, que sonaban a la espesa moda de la autoficción literaria, al pie de la letra.

Kaiser Chiefs actúa en Mad Cool 2025Ricardo RubioEuropa Press

En cambio, otra multitud huía hacia el escenario de los británicos Kaiser Chiefs, que entregaban enseguida “Ruby”, seguida de “Blitzkrieg bop”, versión de Los Ramones, como ariete. Banderas del Leeds United, sentido del humor, sonrisas golfas de Ricky Wilson y ese guerrillero “Never Missed a Beat”. Melodías, ganas de incordiar y, sobre todo, de poco tomarse en serio. Qué refrescante fue, qué necesario. En la música popular hay una corriente dominante tan autoconsciente y tan pusilánime que la ha vuelto realmente aburrida. Sí, ir al psicólogo es fenomenal, pero entre el pudor y el exhibicionismo de los traumas hay un buen trecho. Los Chiefs permitieron corear los estribillos, hacer un poco el hooligan y hasta anticipar una revuelta (“I predict a riot”). Fueron emociones balsámicas entre tanta atonía. No es testosterona, no es toxicidad heteropatriarcal, es tener una vida y hacer algo al respecto. Convertirse, simbólicamente, en "The Angry Mob", la masa enfurecida, la turba iracunda.

Emergiendo de entre las sombras, alérgicos a toda pantomima (la parquedad, por cierto, se ha impuesto esta edición en toda puesta en escena de Mad Cool) aparecieron Nine Inch Nails con un espectáculo crepuscular. Pesadillas góticas de graves profundos, ataques de ruido desde las tinieblas, premoniciones de sintetizadores con error de programación. A pocos metros, en el mismo minuto, la esquizofrenia de nuevo. Foster The People convocaban al amanecer con su pop luminoso repleto de campanillas, de sonidos sintéticos leves, alegres. La voz en falsete de Mark Foster y audiovisuales psicodélicos conjurados a las fuerzas opuestas del cosmos. Guitarras juguetones, miradas hacia el cielo nocturno, brazos hacia arriba. El mundo seguía girando pero no sabíamos hacia dónde.