Michael Kiwanuka canta al yin y el yan
El británico presenta en España «Love & Hate», un disco de sentimientos que le ha situado entre los mejores del soul contemporáneo
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El británico presenta en España «Love & Hate», un disco de sentimientos que le ha situado entre los mejores del soul contemporáneo.
Michael Kiwanuka apenas levanta la voz para hablar del bloqueo creativo que le mantuvo atado de pies y manos. Su voz suena queda para hablar del complicado periodo que siguió al maravilloso «Home Again» (2012). Tras el multipremiado y superventas disco de debut llegó una gira por medio mundo y, en lo creativo, cuatro años de especulación y palos de ciego. Afortunadamente, fue dando forma, uno a uno, a los temas de «Love & Hate» (Universal, 2016), un disco de soul contemporáneo que, en un mundo perfecto, lo habría convertido de inmediato en Adele. Sin embargo, aunque este no es un mundo perfecto –pregunten a Hillary Clinton–, sí que mantiene cierta justicia poética: Adele es la fan número uno de Kiwanuka y le ha llevado de gira para asegurarse que el músico londinense de ascendencia ugandesa no se convierta en ese candidato con un palmo de narices la noche electoral. Su añejo timbre de voz hará doblete en España en dos conciertos con las entadas agotadas, en Madrid y Barcelona.
Con Kanye West
«Hacía las canciones a mi manera, a la que aprendí de forma natural, pero ya no me daba resultado. Trabajaba como un autor de canciones pero he tenido que convertime en un músico que trabaje de forma colaborativa y que se sirva de más recursos que los básicos. Yo apenas conocía cómo se trabaja en un estudio y esa maduración me ha llevado a otro nivel como músico», explica el británico. Recibió la llamada de Kanye West para pasar unos días con él en Hawai mientras el rapero estadounidense trabajaba en «Yeezus» (2013) y en pleno frenazo compositivo del británico. «Aunque él es un artista, su manera de trabajar es la de un productor. Me ayudó mucho, pero no llegué a comprender cuánto hasta que había regresado a casa. Él quería de mí que fuera simplemente yo, pero en ese momento estaba tan paralizado que era lo último que podía ser», explica Kiwanuka. «En este disco, con el tiempo debido, pude sacar las frustraciones de este periodo de mi vida. Conseguí con eso que el trabajo tuviera la intensidad y la sinceridad que a mí me interesa de la música», comenta sobre la resaca que padeció tras vender casi un millón de copias de «Home Again» y recibir la nominación al Mercury Prize, el mayor reconocimiento de la música británica. Tormentos como los que describe en «Love & Hate», single del disco, una dualidad acerca del amor y el odio que, en el caso de Kiwanuka, por la personalidad que traslucen sus letras, sorprende. No parece alguien que odie mucho al cabo del dia. «(Risas) No, no mucho... es cierto. Pero ya sabes, por muy feliz que sea tu vida objetivamente, un día te levantas de esa manera sin que nadie te haya ofendido o hecho daño. ¿Por qué será eso? Creo que debe tener algo que ver con el equilibrio del mundo y habrá quien piense que es una pena que así sea, pero a mí me gusta que sea así. Pero tienes razón, yo soy más bien una persona apacible que, más que al odio, puede tender a la tristeza».
El álbum contiene varias raciones de fracasos emocionales y también una canción que suena a protesta social, «Black Man In a White World». «No, no es protesta tanto como una apreciación de cómo vivimos en algunas sociedades como la inglesa. Yo he tenido una buena infancia, no me puedo quejar de eso –sus padres huyeron de la dictadura ugandesa–, no es que haya sufrido traumas. Pero en una sociedad multicultural como Londres algunas cosas funcionan de manera rara. Los negros van con los negros, los blancos con los suyos, y los indios igual. Y es verdad que las primeras generaciones se mezclan pero a veces no es lo natural. De la manera en la que está montada la sociedad te das cuenta de que las culturas, más que unir, separan», señala. «Crecí en una familia británica de origen africano y no me he sentido nunca plenamente integrado en ninguna de las dos culturas. Viajé a Uganda para conocerme mejor, pero en el fondo me crié con el rock & roll y la guitarra. Soy una persona integrada en Inglaterra», dice este fan del Tottenham Hotspurs, club de la capital británica. «Y, por cierto, siento que es un grave error que Reino Unido abandone la Unión Europea. Viajar es mi parte favorita de la vida como músico, pero por encima de todo no comprendo por qué la gente quiere separarse». Amor y odio, blanco y negro, forman el yin y el yan de las canciones de Kiwanuka. «Yo no soy una persona radical, me gusta ver los matices de la vida».