Pablo Benegas: «Por mis hijos me cortaría una oreja»
Guitarrista y compositor, de su pluma salen las letras de La Oreja de Van Gogh y su nuevo disco, «El planeta imaginario».
Guitarrista y compositor, de su pluma salen las letras de La Oreja de Van Gogh y su nuevo disco, «El planeta imaginario».
Han convertido emociones en canciones que recopilan en un caleidoscopio rebosante de sensibilidad. La Oreja de Van Gogh vuelve con «El planeta imaginario», un disco comprometido que pone el foco en temas que afectan a la sociedad, como el alzhéimer o la violencia de género. «Es una fotografía emocional del momento del grupo», asegura Pablo Benegas, su guitarrista y compositor.
–Si tuviera que imaginar un planeta, ¿cómo sería?
–Con mis cuatro amigos, rodeados de muchos niños y donde viviremos cosas extraordinarias.
–¿Giraría alrededor de alguna estrella?
–La estrella sería nuestra música.
–Y si usted fuera una, ¿a quién iluminaría?
–A quienes necesiten compañía o padezcan males como el alzhéimer. También daría luz, fuerza y valor a las mujeres víctimas de la violencia de género para que pudieran salir adelante y fuesen más valientes para decir lo que sienten.
–¿Cada canción, un cometa?
–Cada canción es menos fugaz que un cometa. Serían como satélites del planeta.
–¿Tocarán el cielo, como la primera vez?
–Todas las emociones que conlleva un disco nuevo las sentimos como si fuera la primera vez. Para nosotros, tocar el cielo es encontrarnos a la gente que viene a vernos en directo. Sentir que les hemos emocionado y que durante más de dos horas ha dejado de lado todas sus preocupaciones, y que conseguimos arrastrarles a nuestro planeta imaginario.
–Les costará sudor y lágrimas...
–Hemos llorado escribiendo alguna de las letras. Y también sudado, porque con los años nos volvemos más exigentes y perfeccionistas.
–Abordan temas como la enfermedad que ha mencionado. ¿La música nos hace recordar?
–Sí. La música tiene esa capacidad de instalarse en tu vida, como si fuera un olor, una experiencia sensorial que te hace recordar ese momento como si lo estuvieras viviendo. La música tiene un poder espectacular.
–Uno escribirá canciones para que se recuerden...
–Uno las escribe para emocionar, y la emoción queda grabada en la memoria para siempre.
–Pero, ¿cómo debe ser una para que no se olvide?
–Deben emocionar a quienes las escriben. A partir de ahí, cada uno tiene que hacerla suya y conseguir que se instale en su memoria.
–No debe de resultar sencillo escribir una letra sobre el maltrato...
–Al hacerlo de algo tan dramático como la violencia de género hay que conseguir que la mujer se sienta abrazada y reconfortada. La letra ha de aportarles fuerza y valor para dar un paso adelante. Tienen que sentir que estamos ahí y que queremos ayudar.
–¿Existen las canciones maltratadas?
–Supongo que sí, que hay algunas que no merecen el trato que reciben.
–¿Cuándo descansa la cabeza de un compositor?
–Durante la creación no hay domingos ni días de descanso. Es un proceso que sólo se abandona cuando se termina de realizar el disco.
–¿Qué pensarán sus temas de usted?
–(Piensa) Supongo que creerán que hemos hecho todo lo posible.
–¿Los considera suyos?
–Sí. Y siento la sensación de vacío una vez terminados.
–¿No sufre celos cuando otros los cantan?
–No, pero sí cuando otros colegas escriben algo que me hubiera gustado escribir a mí.
–¿Qué ha aprendido el grupo tras 20 años de carrera?
–Que no hay que tener prisa, ni metas. Que hay que disfrutar del camino, de cada aplauso como si fuera el primero y de cada concierto como si fuese el último. Y que nos tenemos que sentir unos privilegiados por poder vivir de la música. La vida se mira de forma diferente a los 40 años.
–No tienen ustedes pinta de sufrir esa crisis.
–¡Qué va! (risas) Estamos en nuestro mejor momento. La única crisis que sufrimos fue la marcha de Amaia.
–¿Qué tal se lleva con la fama?
–Entendida como un reconocimiento a lo que hacemos, de maravilla. Es algo que nos encanta. La otra forma parte de la profesión. Pero la asumimos y la llevamos bien.
–¿Y qué tal lleva que el grupo sea más famoso que usted?
–El grupo es más famoso que todos nosotros, y eso nos encanta. Tenemos una actitud activa para que lo importante, conocido y exitoso sea el grupo, y no nosotros individualmente.
–¿Qué cuadro pintaría Van Gogh hoy en día?
–Como buen impresionista, podría reflejar lo que estamos viviendo en el Parlamento.
–¿Y cuál sería el resultado?
–Al final todos deseamos que los partidos tengan altura y acaben entendiéndose. De momento no están trasladando esa sensación.
–¿Por qué les podría tirar Van Gogh de la oreja?
–Por no ser fieles a nosotros mismos y a nuestros colores. Quizá nos hubiéramos merecido un tirón cuando la velocidad del éxito nos pasó por encima. Hubo una época en la que todo iba demasiado rápido y no le dimos al grupo la dimensión que tenía.
–Hablando de orejas, es usted un gran aficionado a los toros. ¿Cómo pide el público la oreja en un concierto?
–Para mí la oreja es el aplauso, la ovación. Pero para un torero también.
–¿Qué faena hizo el grupo para que Van Gogh les diera su oreja?
–Buena pregunta (piensa). Nunca dijimos que fuera la oreja que se cortó. Pudo ser la que tenía (risas).
–¿Por quién se cortaría usted la suya?
–Por mis hijos.
–¿Y a quién se la daría?
–A mi mujer.
–¿Cuánto de torero tiene un compositor?
–Mucho. Son disciplinas artísticas. Tanto ellos como los compositores buscan emocionar, transmitir, sacar fuera lo que se siente. Son expresiones artísticas. Los toreros y los compositores torean y escriben como están, más que como son.
–¿Y si El Juli le pidiera su guitarra?
–Ya le regalé una. Y yo en mi casa tengo un capote de él. El Juli me ha regalado la oportunidad de conocer su mundo desde dentro, en el campo, para sentir la dimensión que tiene lo que hace.
–Ole, maestro.