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Positiva evolución

Crítica de clásica / Ciclo de grandes intérpretes. «Variaciones op. 18b» y «Piezas op. 76», de Brahms; «Sonata D 960», de Schubert. Piano: Arkadi Volodos. Auditorio Nacional, Madrid. 15-III-2016
La Razón
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Los muchos ausentes se perdieron un concierto muy enjundioso. La evolución del ruso Volodos (1972) es muy visible. Ya no es aquel instrumentista incendiario, sino el artista que ha empezado a ver en su interior y a profundizar en los pentagramas. Aunque continúa contando con medios de excepción: sonido, articulación, pulsación, control de pedal... Ahora ofrece interpretaciones muy meditadas, recreadas, matizadas y precisas. Lo comprobamos en el cuidadoso tratamiento a las poco frecuentadas «Variaciones op. 18b» de Brahms, arreglo del propio compositor del tema del Andante del «Sexteto para cuerdas op. 18».
La etapa pianística final del músico hamburgués se iniciaba con las «Klavierstücke op. 76». Dosificó muy bien el ágil y agitado dibujo de aquellos y el lirismo reconcentrado de éstos. Para la «Sonata» schubertiana reservó unas desconocidas dotes de introspección, concentración y clarificación estructural.
El Andante tuvo el requerido y sigiloso toque hipnótico. Espléndidamente cantado el maravilloso himno central, que Halbreich definía como «transfiguración y éxtasis místico». Siempre marcando un tempo moroso, puede que en exceso, y no perdonando una sola repetición, el pianista otorgó la necesaria ligereza, alada y bailable, al Scherzo, para desembocar en el tan bien repujado Allegro postrero. Volodos, sentado en una silla de Ikea, nos llevó de la mano hasta la virulenta «stretta» final. Después, cuatro bises. En su arreglo de la «Malagueña» de Lecuona resurgió el imparable virtuoso.