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Reposición festiva

«Los diamantes de la corona». De F. A. Barbieri. Intérpretes: M. J. Moreno, R. Muñiz, C. Faus, D. Schmunck, G. Bullón, F. Latorre, J. Pinela, etc. Orquesta de la Comunidad de Madrid y Coro del Teatro de la Zarzuela. Dirección de escena: J. C. Plaza. Dirección musical: O. Díaz. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 26-XI-2014.
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La reposición de «Los diamantes de la corona», de Barbieri, producción original del Teatro de la Zarzuela de 2010, fue programada para marcar un hito: el auténtico debut del maestro Rafael Frühbeck de Burgos en un foso de zarzuela. No pudo ser, pues su fallecimiento lo impidió, pero la obra aún tiene muchos elementos con los que disfrutar.
El espectáculo que presenta el Teatro de la Zarzuela se ha cuidado en todos sus detalles. En plena mitad del siglo XIX nace lo que puede denominarse «zarzuela grande», como una especie de reacción a la ópera italiana, tratando de concebir algo similar de carácter propio. «Los diamantes de la Corona», estrenada en el Teatro Circo de Madrid en 1854, se inscribe plenamente en la citada tendencia. Sus tres actos con casi dos horas y media de duración contienen un libreto, extenso y banal, que no da para tanto. José Carlos Plaza lo ha recortado ampliamente con muy buen criterio y realiza un trabajo actoral de primera línea para lo que estamos acostumbrados en este género. Los decorados, bastante abigarrados y de carácter historicista, encajan bien con la trama. A partir de ahí se consigue montar una zarzuela como debe montarse, con intérpretes que canten y actúen, algo poco frecuente porque siempre se suele fallar en uno u otro aspecto. Números musicales y texto quedan muy compensados, habiendo entre los primeros arias, dúos y concertantes de bastante buena factura aunque también, todo hay que decirlo, algunos otros en los que Barbieri no logró empastar todas las diferentes líneas melódicas concurrentes.
La chispa de Frühbeck
El reparto ha cambiado y, si bien no existe la sorpresa de aquel Antonio Ordóñez, con voz importante y vena cómica inesperada, se cuenta con las tablas y buen hacer de todo el «cast», pero muy especialmente de María José Moreno, que se lleva el gato al agua a la hora de los aplausos. Oliver Díaz, ya conocido en este teatro por «Luisa Fernanda», «El gato montés» y «Marina», concierta con corrección no exenta de algunos desajustes, pero le falta la chispa que sin duda habría puesto el añorado maestro burgalés.