Rodrigo Leão, una recapitulación
Dice Rodrigo Leão que su carrera no ha sido una cuestión de intenciones sino más bien de consecuencias. «Hace 25 años no tenía muchas certezas pero sabía que quería hacer algo diferente que Madredeus y Sétima Legião. Me interesaba la música más sinfónica, instrumental, con cantantes líricas en latín... Y estaba entusiasmado con los compositores minimalistas de los 90 como Michel Nyman, Phillip Glass y Sakamoto. A partir de ahí, creo que, inconscientemente, intuitivamente, fui mezclando los sintetizadores con las cuerdas clásicas siempre dentro de una cierta simplicidad, porque soy autodidacta, pero así fue surgiendo», dice el músico portugués más internacional, que acaba de publicar «O Aniversário», un álbum que recopila ese cuarto de siglo de carrera en solitario con colaboraciones inolvidables como las de Beth Gibbons de Portishead y Neil Hannon de The Divine Comedy. El resultado de ese cuarto de siglo lo presenta en Madrid la próxima semana.
Sin embargo, el luso cree que su carrera anterior ya marcaba lo que vendría. «Teníamos una formación en la música pop en la que ya asomaban componentes instrumentales, «algo que podríamos calificar de cierto romanticismo en nuestro trabajo», explica el músico. «He tenido mucha suerte y he hecho, no sé si lo que quería, pero sí me siento satisfecho y realizado. Ahora trabajo en lo nuevo, que podrá ser un poco diferente, puede que más instrumental, aunque con compositores que me están marcando, como Ólafur Arnalds, Nihls Fram, grupos de Islandia... y creo que hay algo que tengo en común con ellos: la melancolía. Y el mar, claro». ¿Se define entonces como un creador melancólico? «Pienso que mi música tiene un efecto de no perturbar mucho. No hay variaciones y se puede filosofar con ella, pensar en las cosas de la vida, estar reposado. Escuchando mi música y mirando al mar o conduciendo se puede pensar bien. ¡Creo también que es muy buena música para conducir! (Risas)».