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Sergio, ahora que el tren se detiene

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Cecilia García. El componente de Mocedades, Sergio y Estíbaliz y El Consorcio ha fallecido en Madrid a los 66 años de edad a causa de una enfermedad que se le detectó en 2013
Hay imágenes de la infancia que llegan para quedarse instaladas en el disco duro de la memoria. En mi caso en un 1975 algo borroso –que quieren, tenía 8 años– aparecen con nitidez Sergio y Estíbaliz en Eurovisión. Millones de españoles los mirábamos en la televisión arrobados –tan normales ellos, que podrían estar en el cuarto de estar de casa como uno más de la familia– mientras cantaban «Tú volverás», una de esas canciones que tocan la fibra sensible. La pareja, tan humilde ella y tan naif, quedó en décimo puesto. Por eso ayer, varias generaciones vivieron la noticia del fallecimiento de Sergio con un pellizco de nostalgia por aquello de que, con él se va parte de una niñez y adolescencia donde el pop y la canción melódica se iba quitando las telarañas. Su hija Allende fue la que dio ayer la noticia de la muerte de su progenitor a los 66 años de edad en el hospital San Camilo de Tres Cantos de Madrid, tras una enfermedad que le retiró de los escenarios en 2013.
Allá por 1968, Sergio encontraba por fin su camino después de estudiar Ingeniería Industrial al entrar en el grupo Voces y Guitarras junto a Estíbaliz. Este grupo fue la semilla sobre la que creció Mocedades, al que se incorporó inmediatamente. No está de más decir que Sergio quedaba un poco desdibujado ante un grupo tan poblado, eran 8 cantantes, en las que sobresalían las voces prodigiosas de las hermanas Uranga. Cinco años después, la pareja decidió independizarse de sus primos y hermanos para formar un dúo que, a pesar de salvaguardar el ADN de Mocedades tenía su propia personalidad. No en vano les avalaba el compositor del grupo, Juan Carlos Calderón.
Como un guante
Con «Sergio y Estíbaliz» y «Piel» presentaron sus credenciales aunque la eclosión llegó con su participación en Eurovisión y el tercer vinilo, «Tú volverás». El tema encajaba como un guante en las características artísticas de la pareja. A estas alturas el dúo estaba más que asentado como uno de los referentes del folk y la canción melódica en España. A la alegría profesional se unía la personal, ya que se casaron en 1975. Los discos se sucedían hasta el punto de que al año siguiente lanzaron dos: «Quién compra una canción» y «Queda más vida», un título que era toda una declaración de intenciones, ya que a pesar de que sólo tenían cuatro títulos en su discografía era un recopilatorio. En un guiño a su público de Iberoamérica lanzaron en 1977 «Canciones sudamericanas». A éste siguió su participación en uno de los álbumes que más marcaron esa época por su contenido reivindicativo tan propio de la época, «Misa campesina nicaragüense», que les reunió con Carlos Mejía Godoy, Ana Belén y Elsa Baeza.
En 1979 Sergio, junto a su pareja, tomó la decisión más errónea de su carrera. Sea porque los tiempos estaban cambiando, o por la saturación del público con el folk cambiaron de registro y por el camino perdieron su esencia. En «Beans» su estilo musical dio un vuelco e incluso se permitieron el lujo de cantar en inglés. El disco fue un fracaso, por lo que decidieron desandar el camino. Sus seguidores se lo agradecieron, ya que tanto «Agua» como «Cuidado con la noche» les devolvió a su situación de privilegio en el panorama nacional. En especial este último en el que la canción «Cantinero de Cuba», de Arturo Pareja Obregón, se convirtió en uno de los «hits» del año. El ocaso del dúo llegó con los discos «Déjame vivir con alegría», «De par en par», cuya única relevancia es que fue el detonante para romper su discográfica, y «Planeta tierra».
En 1993 decidieron volver con la familia y entraron a formar parte de El Consorcio. Participaron en 7 álbumes en los que el grupo aprovechó a conciencia algunos temas de la canción popular. Sergio volvía a encajar con sus antiguos compañeros, sólo que ahora con más entidad y empaque.
Hace unos meses, cuando la enfermedad ya se estaba cebando con su cuerpo, Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao, ZINEBI, el documental «No soy yo, eres tú» que se centraba en la trayectoria vital y profesional de El Consorcio. Enteros y discretos, sus compañeros hablaban de él ya con añoranza y complicidad. «Es un tipo fantástico, que para los golpes que llegan de un sitio y de otro, aunque también tiene su genio, puede romper un micrófono en un segundo», dice uno de sus componentes, Carlos Zubiaga. Pero quizá sean las palabras de Iñaki Uranga, otro de los integrantes, las que mejor resumen el estado anímico del grupo en estos momentos. Afirma: «Le quiero como a un hermano». Y es que se quiera o no, con su muerte les ha dejado un poco huérfanos.

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