Un Concierto de Año Nuevo con personalidad propia
La cuarta edición de esta gala volvió a llenar el Teatro Real. Los valses y las polkas de la familia Strauss mandaron, como es tradición en el programa, aunque como novedad también se ofrecieron coros de varias óperas
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La cuarta edición de esta gala volvió a llenar el Teatro Real. Los valses y las polkas de la familia Strauss mandaron, como es tradición en el programa, aunque como novedad también se ofrecieron coros de varias óperas
La música es una de las grandes protagonistas de las fiestas de despedida del año viejo y bienvenida del nuevo. El ritmo que más se sigue es naturalmente el del pop, unas veces con tonos suaves y otras notas más heavy. Pero, en los últimos tiempos, la clásica también ha ido ganando espacio en estas fechas. Sin duda, la popularización del gran Concierto de Año Nuevo de Viena ha sido decisiva.
En nuestro país, principalmente en las grandes capitales, han proliferado este tipo de galas, que en muchos casos son réplicas de la que se celebra cada 1 de enero en la Sala Dorada de la Musikvere. Pero, como explica el presidente de Fundación Excelentia, Javier Martí, «hay pocas oportunidades a lo largo del año en las que un concierto de música clásica tenga tantos espectadores. Hay que aprovecharlo e incentivarlo».
No obstante, el que tiene lugar el primer día del año desde 2014 en la capital de España, promovido por LA RAZÓN y la Fundación Excelentia, y con el patrocinio de Telefónica, presente desde la primera edición, y Mazda, en ésta, es diferente. Una diferencia que estriba en la fecha: es el único que tiene lugar ese día; en el escenario, el espléndido Teatro Real, y el programa, que cada año es distinto. Efectivamente, sus organizadores se inspiraron en el vienés a la hora de diseñarlo, pero cada año han ido introduciendo novedades para que, poco a poco, vaya adquiriendo una personalidad propia.
Valses, polkas y más
Obviamente, los valses y las polkas de los Strauss predominan el repertorio, pero «siempre nos gusta dar un toque personal intercalando otras obras famosas», explica Martí. En 2015 se incluyeron famosas arias de ópera para tenor y soprano. La novedad del año pasado fue la genial violinista Clara Jumi Kang, que interpretó piezas virtuosas para este instrumento como «Aires gitanos» y «Carmen fantasía», de Sarasate; «The Waltz of the Flowers», de Chaikovski, o la «Introducción y rondó capriccioso», de Saint Saens. La campanada de este año ha sido la Sociedad Coral Excelentia, que puso voz, y qué voz, a las letras de los coros de grandes óperas.
Un serbio, Vladimir Kulenovic, que reside en Chicago, donde goza de gran prestigio, fue el encargado de dirigir la Orquesta Clásica Santa Cecilia y la Sociedad Coral Excelentia de Madrid. Realizó sus estudios musicales en la Juilliard School y en el Peabody Institute y se formó con maestros tan destacados como James DePriest y Gustav Meier. Ha sido director invitado en las orquestas de Alabama, Chicago, Columbus, Houston Indianapolis y San Francisco, entre otras muchas. Asimismo, ha trabajado con otras como la Deutsche Kammerakademie y la Leipziger Simphonie Orchester y ha sido asistente de Bernard Haitink en la Boston Symphony. También ha participado en los Festivales de Aspen, Salzburg Mozarteun y Verbier. La Orquesta Clásica Santa Cecilia fue la encargada de darles vida a las 23 obras que integraban el programa.
Precisamente, 2017 es especial porque se cumple el décimo quinto aniversario de su fundación. Nació en 2002: la organizó Javier Martí con la ayuda de músicos y especialistas amigos. Pronto empezó a dar conciertos privados. Desde entonces, su madurez y prestigio han crecido exponencialmente. Está formada por profesores de dilatada experiencia que han tocado en los atriles de las más prestigiosas orquestas de España y de Europa, y que permite abordar con la máxima calidad los repertorios clásicos. Siempre ha optado por directores invitados y entre ellos se hallan Grzegorz Nowak, Michail Jurowski, Jean-Jacques Kantorow, Thomas Sanderling, Kynan Johns, János Kovács, Alexander Polyanichko, Henrik Schaefer, Michael Christie, Jonas Alber o Julian Kuerti. La Orquesta ha actuado junto con solistas instrumentales de la talla de Krystian Zimerman, Nicola Benedetti, Vesko Eschkenazy, Renaud Capuçon, Maxim Rysanov, Radovan Vlatkovic, Leticia Moreno, Eric Le Sage, Judith Jáuregui, Konstantin Lifschitz o Eldar Nebolsin. Invita regularmente a concertinos de las mejores orquestas del mundo, como la Royal Contergebouw Orchestra de Amsterdam, Rotterdam Philharmonic, Royal Philharmonic Orchestra, o Praga Philharmonia.
La Sociedad Coral Excelentia, Premio Efe 2016 a la Cultura, también forma parte de la Fundación Excelentia, cuyo máximo dirigente la fundó en 2002. Dirigida por Amaro González de Mesa, está formada por 150 cantantes, perteneciente a la Fundación Excelentia. Tiene la vocación de ser un referente en el panorama sinfónico-coral internacional y trabaja habitualmente un repertorio con orquesta sinfónica. Programa su temporada de conciertos en el Ciclo Excelentia del Auditorio Nacional y cuenta con un gran repertorio sinfónico como la «Segunda Sinfonía», de Mahler, el «Elías», de Felix Mendelssohn, la «Novena Sinfonía», de Beethoven, el «Requiem», de Verdi, «Carmina Burana» y «Misa en Do Menor», de Mozart, entre otros.
El concierto duró en torno a las dos horas y media. Se interpretaron 16 valses y polkas de los Strauss, un vals del francés Émile Waldteulfel –«España»–, así como óperas de Gounod (Coro de soldados de «Fausto») y Verdi (Coro de Gitanos de «La Traviata»), («Gloria en Egipto», de «Aida»), (Coro de Matadores, de «La Traviata»), (Coro dei Zingari, de «Il Trovatore») y (Coro de Esclavos de «Nabucco»).
La segunda parte, tras brindar los promotores y patrocinadores con uno de los cavas más de moda, el «Tantum Ergo», de Bodegas Hispano+Suizas, resultó más vibrante como era de esperar. Los clásicos «El Danubio Azul» y la «Marcha Radetzky» pusieron el broche de oro. La complicidad del público fue total. Sus palmeos en la interpretación de esta composición escrita por Johann Strauss padre en honor de este mariscal de campo austriaco fueron entusiastas. A la salida, el comentario más ecuchado fue: «El año que viene volvemos».