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Vicente Amigo: «Soy un esclavo de la guitarra»

Vicente Amigo / Guitarrista. El cordobés es uno de los exponentes del flamenco; ahora publica un disco más «primitivo» acompañado de Niña Pastori, Arcángel, Miguel Poveda, Farruquito y el Potito, entre otros
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El cordobés es uno de los exponentes del flamenco; ahora publica un disco más «primitivo» acompañado de Niña Pastori, Arcángel, Miguel Poveda, Farruquito y el Potito, entre otros
Ha alcanzado ese punto creativo de equilibrio perfecto de gravedad y ligereza. Vicente Amigo vuelve al flamenco clásico en el sublime «Memoria de los sentidos», su nuevo disco. Es un guitarrista excepcional que no deben dejar de escuchar.
–¿Ha aprendido algo de usted mismo con este álbum?
–Siempre. El reto es ver algo nuevo en el espejo, pero te tienes tan visto... Aunque sea una arruga. Hay que buscarla.
–¿Tenía un punto de partida?
–Quería un disco más primitivo, con menos elementos y que pudiera llegar a ser bien entendido con la guitarra nada más. Con poca percusión. Para no distraer la atención con otras cosas, porque la gente se distrae. Nunca tienes claro el argumento, esa es la búsqueda.
–¿Y cuál es el argumento?
–Trato de cantar con la guitarra, darle su importancia a la expresión. El título es como recordar el pasado, que es lo único que tenemos. Digo muchas veces que sólo quiero construir un buen pasado.
–Busca un aroma originario.
–Total. Los sentidos tienen memoria, estoy seguro. Creo que tengo menos memoria yo que ellos, que son autónomos.
–¿Viajó y tenía ganas de volver a casa?
–Nunca me he ido de mis raíces, porque no puedo, ya quisiera, de repente despojarme de todo y tocar jazz, aunque para eso hace falta vivir otra vida. Ojalá pudiera, sería una experiencia maravillosa. Estoy agradecido al flamenco y a la música, yo no soy de banderas. Sólo quiero ser buen músico y contar mi manera. Ojalá alimente a alguien.
–Y si creen que no es flamenco...
–Da lo mismo. Recuerdo que hablaba con Paco de Lucía sobre esto, y él me dijo que ni los mismos flamencos saben, que no sabemos. Pienso que antes de emitir un juicio es mejor el silencio, a pesar de que siempre he creído saber por dónde van los tiros sobre qué es esto de lo que hablamos. Y me quedo con mi historia. Aunque, en el fondo, a uno le gustaría poner de acuerdo a todo el mundo. Que te digan: «Eso es».
–Eso sólo se consigue muerto.
–Cuando superas toda esa lucha, palmas. Es mejor la aceptación, está clarísimo.
–Si este disco no es flamenco...
–Está feo que lo diga, pero creo que hay una seguiriya, unos tientos, que era un reto que no había tocado en otros discos, y creo que se respira la música nuestra.
–Toca sin florituras.
–Pienso que una de las virtudes del flamenco es no marear la perdiz, ir al grano. Ser considerado con el tiempo de los demás, no hacérselo perder, porque es sagrado, es con lo que nos medimos y lo que tenemos. El flamenco me gusta porque cuenta mucho con muy poco.
–¿Cómo llega a eso?
–Trato de ser un poco aventurero. Me pongo a soñar la música y es como cuando vas por Roma por una calleja y, de repente, ves una plaza. Un viaje, un paseo. Me gustaría volar y eso lo expresas en música sin querer y queriendo. En este disco, los rasgueados empiezan muy puros, como si fueran de un cantaor, y luego se va a otro sitio y eso es como volar para mí. Te vas lejos pero sigues estando, y eso es volar.
–Me habla de imágenes.
–Sí, pero podríamos hablar de aromas. Y del tacto, de tocar dos notas con todo el amor del mundo. Y piensas, ¿merecerá la pena poner todo el corazón en dos notas? Pues claro que merece la pena.
–Tiene una relación con la guitarra diferente.
–Ya no sabes quién es la prolongación de quién. Lo único que me hace falta es ser de madera. Y llamarme Pinocho. Qué pesadilla. Es una maravilla si te sientes seguro y has cumplido. Pero es un deporte. Es cruel. Cuando tiene 50 años, un deportista está en su casa. Sigo atormentado, porque si dejas la guitarra, te castiga. Yo soy un esclavo de la guitarra y me gustaría no serlo más. Me estoy rebelando.
–Dedica un tema a Paco de Lucía.
–Sí, pero sin usar su nombre, porque no me gusta lo que pasa cuando se muere alguien y algunas cosas que he visto. Compartimos muchas cosas, teníamos una afinidad total y nos abrazábamos en nuestras ideas. Estará siempre vivo.