Picasso y Dalí, cartas de una amistad
Víctor Fernández presentó ayer un volumen que reúne la correspondencia de los dos pintores.
Los nombres de Picasso y Dalí aguardan en los extremos de una correspondencia unidireccional, escueta y reveladora que esboza el pulso de amistad y rivalidad de estos maestros de la pintura. El escritor y periodista de LA RAZÓN Víctor Fernández ha reunido estas epístolas, posibles teselas de un mosaico mayor extraviado en la historia, además de algunos documentos y dibujos inéditos en «Picasso y yo» (Elba), un nombre que proviene de la conferencia que el apostol del surrealismo pronunció en una ocasión para hablar del genio malagueño. «Lo primero que sobresale es que son cartas no contestadas de Dalí a Picasso. Sólo existe una postal de Paul Éluard a Gala que también firma Picasso. Es el único documento epsitolar dirigido a Dalí. También subraya que estos dos temperamentos del arte son unos verdaderos miuras que se enfrentan en la Historia y que es muy difícil deslindar cuál de los dos gana».
–¿Por qué Picasso no respondía?
–Alguna carta invita a pensar que hubo alguna contestación de él, pero no tenemos ese documento. Existen varios motivos para este hueco. El autor de «Las señoritas de Avignon» no era proclive a responder misivas. En su caso, hay más cartas recibidas que enviadas. También debemos tener en cuenta otro problema: cuando Dalí se va de su casa familiar se perdió buena parte de su archivo personal y puede que entre esos papeles estuvieran las cartas de Picasso. A partir de 1948, cuando regresa a España, Dalí escribirá cada año una postal a Picasso con una frase: «Por julio, ni mujer ni caracol». Supongo que al comienzo le haría gracia y, en las últimas, bueno... qué podía contestar Picasso.
Víctor Fernández presentó ayer esta monografía, que ahonda en las personalidades antagónicas de estos creadores –«hasta la aparición de Andy Warhol, a finales de los sesenta, Dalí y Picasso son los dos grandes pintores del siglo XX», sostiene el autor–, en el Museo Thyssen de Madrid, unas de las instituciones madrileñas que conservan obra de ambos artistas. Junto a él estuvieron Francisco Marhuenda, director del diario LA RAZÓN, Guillermo Solana, director artístico de la pinacoteca, y la escritora y periodista Elvira Lindo. Según explicó Víctor, «para Dalí, Picasso es el ejemplo del artista. Es el pintor vivo al que más admiró a lo largo de su vida. Le fascinó la revolución artística que introdujo. Hay que recordar que en su estudio de Figueras, siendo todavía joven, había un cartel en el que se leía “Viva Picasso”. Será uno de sus lemas. En la Residencia de estudiantes, pintaba cubismo. En 1923 y 1924, era el único pintor en Madrid que lo hacía». Lo que resulta más desconocido es el vínculo del malagueño con el creador universal de Figueras. «Picasso ayudó mucho a Dalí. Se conocieron en1923 y se entendieron inmediatamente. Picasso sentía curiosidad por el trabajo de Dalí. Tanto que le puso en contacto con marchantes, coleccionistas y amigos de su círculo. Fue él quien pagó el pasaje de su primer viaje a Nueva York y sabemos que lo ayudó económicamente durante la Guerra Civil. Picasso reconoció que siempre sintió una admiración por él».Guillermo Solana reconoció que «Picasso es un personaje que Dalí se ha inventado», más que corresponderse con la realidad biográfica. Y admitió que la lectura de este libro ha corregido la perspectiva que tenía de la relación Picasso-Dalí. Elvira Lindo, por su parte, valoró esta clase de libros y reivindicó el trabajo de los periodistas y escritores que hacen mucha hemeroteca para sacar a la luz el conocimiento. «Picasso siempre aparece a través de otras miradas, como las de sus mujeres; aquí lo vemos a través de los ojos de Dalí, pero deja la impresión de que no conoce a fondo al maestro que admira».