Woody Allen da el cante con la mafia
El Real presenta «Gianni Schicchi», con puesta escénica del director, «Goyescas» y un concierto de Plácido Domingo.
Programa doble para cerrar la temporada del Teatro Real, dos óperas que precisamente por no tener nada que ver una con otra, se ha elegido que fueran juntas en el programa, aunque separadas por un concierto de Plácido Domingo. Ahora lo explicamos. Les une precisamente que estén en las antípodas la una de la otra. Tan lejos y al tiempo tan cercanas. Así los explica Joan Matabosch, director artístico del coliseo, quien, sin embargo, comenta que entre las dos sí existe más de un nexo de unión, como es su estreno en el Metropolitan de Nueva York casi al mismo tiempo (apenas separadas por dos años) y que se trata de las últimas obras compuestas por sus autores. Hablamos de «Goyescas», ópera final de Granados, y de «Gianni Schicchi», uno de los vértices de «Il Trittico», junto con «Suor Angelica» e «Il tabarro», firmada por Donizetti. De la pieza del maestro español destacó que se trata «de una ópera al revés, en la que el maestro empezó por una suite de piano, continuó con las líneas de voces e interpretación para concluir por el libreto. Es un bellísimo disparate de alucinante belleza musical». Ahí estaba María Bayo para corroborarlo («es una obra muy exigente y vocalmente bastante complicada»). Ya la cantó hace años en el coliseo y ahora vuelve a ponerle voz con la dirección del maestro García Calvo. Entre medias de ambas habrá un concierto de Plácido Domingo de arias de ópera y zarzuela, duetos y sorpresa sin desvelar con el que el tenor quiere estar presente en Madrid, tras su caída del cartel en «Gianni Schicchi» (cuyo testigo ha tomado con mucho orgullo el barítono Nicola Alaimo) por el reciente fallecimiento de su hermana. «Miré al frente y vi una montaña delante de mí y me di cuenta de que no podía interpretar en esas circunstancias, pues es una comedia que juega con la muerte. No sé si podré contenerme en ciertos momentos pero voy a dar lo mejor de mi». Desveló que este programa de Granados y Puccini ya lo propuso al Metropolitan, pero no pudo ser «y es un acierto que ahora se pueda hacer aquí» y confesó que después de haber pasado cinco semanas sin cantar «me siento como el niño que empieza a caminar».
Un experto en ideas
Conoció el tenor a Woody Allen hace 25 años, «un hombre de una timidez extraordinaria que no es un experto en ópera sino en ideas. Vive en su mundo», dice con cariño. Y le ofreció una «Bohème»: «Estaba interesado pero con su ritmo de rodaje pasó el tiempo que es de película por año no se pudo hacer», señala. Le llegó después el turno a Willian Friedkin («French Connection», «El exorcista»), a quien fichó Domingo para «El Trittico», propuesta a la que se uniría el director de «Manhattan», entre otras cosas porque no había coro, una de las bestias negras del cineasta y que daría como resultado este «Gianni Schicchi» que llegará al Teatro Real el día 30 y que ha contado con la colaboración de su mano derecha, Santo Loquasto, autor de la escenografía y los figurines.
«Pasamos un periodo muy divertido con sus ideas, pues cambió el espacio de la ópera pero bastante acertadamente y trajo la mafia napolitana a la obra. Hay alguna sorpresa y creo que va a ser un éxito. Yo aconsejo al público que la vea dos o tres veces». Incluso si miran al cielo van a poder ver en la escenografía hasta la cúpula de Giotto y puede que el final, seguro, les recuerde al neorrealismno de Vittorio de Sica, aque Woody Allen no da tampoco puntada sin enhebrar bien al aguja. Aunque Domingo sabe mejor que nadie que uno de los alicientes de este programa tan «sui generis» y personal será el concierto que él cantará y que el hará salir por la puerta grande. Al tiempo. «Estamos ensayando y aún no está el programa del todo definido, pero puedo decir que el repertorio será verdiano y verista». Y no faltará alguna sorpresa.