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Premio Nadal

Premio Nadal, de «Nada» a todo en 75 años

Carmen Laforet ganó en 1944 la primera edición del premio decano de las letras españolas, con una trayectoria irreprochable, y que se fallará mañana en Barcelona.

En 1959, Ana María Matute recibía el Premio Nadal por su novela «Primera memoria», aunque ya había tenido una mención especial en 1947 por «Los Abel»
En 1959, Ana María Matute recibía el Premio Nadal por su novela «Primera memoria», aunque ya había tenido una mención especial en 1947 por «Los Abel»larazon

Carmen Laforet ganó en 1944 la primera edición del premio decano de las letras españolas, con una trayectoria irreprochable, y que se fallará mañana en Barcelona.

Cuando Miguel de Cervantes escribía que «al buen hacer nunca le faltan premios», seguramente no pensaba en la literatura, pero su máxima bien podría hacerla suya el mundo de las letras. El autor de «El Quijote» nunca podría haber imaginado la importancia que para el mundo editorial tendrían los premios literarios, pero es innegable que a partir del siglo XX ha quedado patente que no hay nada mejor que apuntar con el dedo y gritar a los cuatro vientos, «¡este libro es bueno!» para atraer a los lectores. Y esto es lo que hacen precisamente los premios literarios. .

En lengua española, estos galardones tienen en el Premio Nadal a su gran decano, esa atalaya desde donde todo se ve y al que todo buen escritor ansía acercarse. Mañana por la noche, como cada 6 de enero desde hace 75 años, el Hotel Palace de Barcelona volverá a acoger unos galardones que han visto a mitos como Carmen Laforet, Miguel Delibes, Rafael Sánchez Ferlosio, Luis Romero, Francisco Umbral, Álvaro Pombo o Fernando Arrabal levantar un premio que lleva impreso en su ADN la excelencia literaria y la búsqueda de nuevas maneras de acercar la literatura a un nuevo público. Tanto es así que, si un hombre de 75 años sólo hubiese leído las 75 novelas ganadoras del Nadal durante toda su vida, podría hacer buena cuenta de lo que ha sido la literatura española durante todo este tiempo. Poco más necesitaría. No hay premio que encapsule y contenga lo que es la creación literaria española como éste.

Catálogo selecto

Este año promete no ser diferente. Después del éxito de su último premiado, Alejandro Palomas y su «Un amor», 343 obras se han presentado no solo para recibir los 18.000 euros que se lleva el ganador, sino sobre todo para formar parte de este grupo de vencedores, ese selecto catálogo de lo bueno y mejor de la literatura española. Si Groucho Marx decía que nunca aceptaría formar parte de un club que le tuviese a él como miembro, aquí ocurre todo lo contrario. Y, otra vez, Groucho Marx nunca ganó el Nadal. Novela social, retratos psicológicos, conflictos familiares, narrativa histórica, intriga policíaca, todo cabe entre las novelas presentadas, y poco hay que esperar ya para saber qué color tiene la nueva ganadora.

Han pasado 75 años ya desde que una jovencísimo Carmen Laforet ganara por sopresa la primera edición del premio con su ya icónico «Nada». La efeméride es lo suficientemente importante como para echar un buen vistazo atrás y enorgullecerse de sus múltiples logros. Eso es lo que ha hecho la editorial Destino, que este año ha presentado con el premio el ensayo «El Premio Nadal en la literatura española. 1944-2019», donde Germán Gullón realiza una pormenorizada crónica de un galardón que ha dibujado la literatura española contemporánea y ha sido al tiempo testigo de cargo y prescriptor de tendencias.

El gran impulsor del premio fue el escritor y editor Ignasi Agustí, autor, entre otros, de «Mariona Rebull», que en el verano de 1944 persuade a sus compañeros en la revista Destino, Josep Vergés y Joan Teixidor, de convocar un concurso literario que de visibilidad a las nuevas corrientes en el terreno de la ficción. A imagen y semejanza del Premio Joan Crexells, que el Ateneo Barcelonés utilizaba para hacer lo propio con lo mejor de la literatura catalana, Agustí propone celebrar un certamen que, con un premio de 5.000 pesetas, pueda dar valor a los nuevos escritores de literatura española. En su primera edición, todo parece preparado para que ganase el periodista César González Ruano, pero la aparición en último momento del manuscrito de «Nada», de Carmen Laforet, deja petrificado al jurado que, reunido un 6 de enero de 1944 en el Café Suizo de Las Ramblas, decide cambiar a último momento su voto. Veintitres años tenía por aquel entonces Carmen Laforet, demostrando la apuesta por nuevas voces que prometía el galardón. Y así nació la leyenda que 75 años después aún resuena.

El éxito de la novela fue tal que podríamos decir que fue «Nada» quien dio prestigio al Nadal y no viceversa. Dos años después, en 1946, un todavía desconocido José María Gironella, recibía el premio con «Un hombre», novela que nunca cautivó al público, no llegó a vender ni 1.000 ejemplares, pero que consiguió dar confianza a un escritor que poco más de un lustro después publicaría «Los cipreses creen en Dios», inicio de una trilogía sobre la Guerra Civil que vendería con los años 12 millones de ejemplares. De cipreses iba la cosa, porque un año después, en 1947, un joven Miguel Delibes, de 26 años, se alza con el galardón con «La sombra del ciprés es alargada», el recuento de la tristeza existencial de Pedro y sus tragedias. Era el descubrimiento del «provinciano universal», como le define Guillón.

La primera década de vida del galardón se cierra con su historia más rocambolesca. En 1949 gana el premio José Suárez Carreño. No está presente en la sala cuando se da a conocer el veredicto, lo escucha por la radio, temeroso de que si es premiado la policía le detenga. El título de su novela «Las últimas horas» es premonitoria, puesto que el escritor es detenido poco después por causas políticas sin poder saborear de verdad su éxito. Quizá fuese esta peripecia la que convirtió a la novela en otro gran éxito del Nadal, pero Suárez Carreño siempre lamentó no haber podido disfrutar mejor de los faustos que conllevan celebraciones como ésta.

Entramos así de lleno en los años 50, época del auge del realismo social. Aquí tenemos a grandes vencedores y novelas icónicas, como Luis Romero y «La Noria», (1951); Rafael Sánchez Ferlosio y su extraordinario «El Jarama» (1955), novela que luego él despreciaría sin vergüenza; y dos de las grandes autoras de la literatura española del siglo XX, Carmen Martín Gaite y su «Entre visillos» (1957), año en que el galardón pasa a celebrarse en el Hotel Ritz, actual Palace, donde todavía se celebra esta noche literaria; y «Primera Memoria», de Ana María Matute, demostrando la apuesta por la calidad literaria más allá del género del escritor. Sólo en las diez primeras ediciones ya ganaron Laforet, Lluisa Forrellad, a la que acusaron de plagio, Elena Quiroga o Dolores Medio, que se enteró de que había ganado cuando la mayoría de comensales ya había abandonado la fiesta en el Hotel Oriente. Lástima que a partir de los años 60 esta proporción paritaria desapareciera.

En el 52, al premio, dotado ya con 50.000 pesetas, se presentan más de un centenar de escritores. El año de Matute, ya son más de 200, y la cifra no deja de crecer. Todos los autores quieren el Nadal, el prestigio está al alcance de los dedos. Ramiro Pinilla, Álvaro Cunqueiro, Francisco García Pavon, que ya fue finalista de la segunda edición del premio, en 1945, cierran unos 60 que acercan a la novela más al terreno de lo simbólico e imaginativo, pero que no despiertan grandes afectos. Los 70, con la muerte de Franco y la irrupción del «boom» latinoamericano, dará nueva vida al premio con «Las ninfas», de Francisco Umbral; o «Groovy», de Josñe María Carrascal; pasando por las cuatro veces que queda finalista el escritor Gabriel García-Badell. El catálogo de grandes premiados continuará con Francisco Casavella, Juan José Millás, Álvaro Pombo, Andrés Trapiello y Clara Sánchez. Casi nada. Para no celebrarlo.

Seis finalistas y un único misterio

75 años después, no habrá sorpresa de última hora como cuando ganó «Nada», de Carmen Laforet. Los finalistas ya han sido anunciados. El jurado, que integran Alicia Giménez Bartlett, Care Santos, Lorenzo Silva, Andrés Trapiello y Emili Rosales, tendrá que elegir entre cinco novelas. «La zapatilla por detrás», presentado bajo pseudónimo Hisak; «Erres», de Tomás Marín (pseudónimo); «Los papeles de Guildford», de G. (pseudónimo); «Monos», de Ariel Crombet (pseudónimo) y «Seda de araña», de Antolina Ortiz Moore, cuyo nombre podría pasar por un pseudónimo, pero que se trata de una distinguida autora mexicana. A partir de las 20.30 horas, el hotel Palace de la gran Vía barcelonesa se llenará de grandes nombres de la literatura española confirmando una vez más al Nadal como la primera gran noche literaria del año. Entre los presentes estarán Paula Bonet, Jordi Cabré, Borja de Riquer, Víctor del Árbol, Fernando Delgado, Leticia Dolera, Alicia Kopf, Félix J. Palma, Dolores Redondo, Carme Riera, Santiago Rocangliolo y Alejandro Palomas, que después de ganar el año pasado con «Un amor» vivirá mucho más tranquilo y relajado esta primera gran noche literaria de 2019.