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Pruebas periciales y teorías en el aire

La Razón

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Aunque las dudas sobre la muerte de Neruda nunca habían sido generalizadas en la sociedad chilena, habida cuenta del cáncer que está confirmado que padecía, la denuncia del Partido Comunista ha abierto una línea de investigación judicial y una serie de hipótesis más o menos «conspiranoicas» apoyadas en resultados más o menos científicos. En este sentido, el hallazgo en 2013 de una bacteria, el «estafilococo dorado», dentro de las pruebas periciales realizadas por expertos españoles del Centro de Ciencias y Técnicas Forenses de la Universidad de Murcia, generó gran controversia e hizo dar por hecho a muchos que el asesinato de Estado podía ser la causa del deceso del poeta, a la sazón líder del Partido Comunista chileno. No obstante, la investigación sigue en curso y el programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior admitió que «el peritaje incial no logró establecer que existió veneno en el cuerpo de Neruda».
Para quienes dan crédito a la muerte a manos de «terceros», el testimonio del chófer de Neruda, Manuel Araya, sobre la inyección que se le suministró al poeta en la Clínica Santa María es el punto de apoyo sobre el que se basan unas sospechas inasumibles para muchos. «A partir de un testimonio se creó algo desproporcionado», señaló a LA RAZÓN en enero de este año el director de la biblioteca y archivos de la Fundación Neruda, Darío Oses. Por otra parte se ha sabido que el certificado de defunción se realizó por teléfono debido al toque de queda establecido.
El informe de la Corte de Apelaciones de Santiago alega otros motivos más para la sospecha, como lo son los allanamientos a las propiedades de Neruda en los primeros días del golpe militar de Pinochet y la negativa del Gobierno de los alzados a concederle el salvoconducto.