Historia

Historia

Ramiro Ruiz Ruiz-Funes: «Fue un exilio que a España debió de dolerle mucho»

El nieto de Mariano Ruiz-Funes, ex ministro de Agricultura recuerda desde México la historia del político de Izquierda Republicana.

Mariano Ruiz-Funes
Mariano Ruiz-Funeslarazon

El nieto de Mariano Ruiz-Funes, ex ministro de Agricultura recuerda desde México la historia del político de Izquierda Republicana.

La historia de Mariano Ruiz-Funes es la de tantos otros líderes de izquierdas obligados a emigrar con la guerra. Polonia, Bélgica, Francia, EE UU y Cuba fue el camino que pisó antes de desembarcar en México, donde tuvo a la más pequeña de sus cuatro hijos: Concepción, fallecida en 2009. «Ella fue la que más le estudió», comenta desde México Ramiro Ruiz Ruiz-Funes, su hijo. Ahora es él quien guarda, desde América, la memoria de una de las figuras de Izquierda Republicana y del Frente Popular. Mientras, en España homenajes en su tierra, Murcia, y Manuel, un sobrino, es lo que queda. El resto de los Ruiz-Funes, dos hijas, quince nietos y compañía, saca pecho de la cultura hispano-mexicana que triunfa al otro lado del charco y recuerdan con nostalgia.

–¿Qué le ha llegado de su abuelo?

–Que comenzó a ser diputado en 1931 y que la confianza con el presidente Azaña le llevó a que éste le nombrara ministro de Agricultura tras las elecciones del 36 para llevar a cabo la reforma agraria antes de la guerra. Luego ya vino el cambio de Gobierno y su movimiento al Ministerio de Justicia.

–Ya con la guerra empezada...

–Sí, se hizo porque mi abuelo era abogado en Murcia y se había dedicado toda su vida a tratar crímenes.

–Cuénteme la amistad con Manuel Azaña.

–Venía de Acción Republicana, que luego se convierte en Izquierda Republicana. Hizo buena amistad con la gente de su círculo político como Azaña y Luis Jiménez de Asúa, otro socialista importante. Eran todos de la misma corriente socialdemócrata y del mismo grupo político.

–¿Cuál era el proyecto que se presentaba?

–Se buscaba seguir por el mismo camino, por el de un país democrático. Respecto a cuestiones políticas más precisas, la distancia me ha hecho no conocer de primera mano todos los detalles, pero, en resumen: al final se formó una coalición de izquierdas para seguir con la tendencia.

–Y su abuelo fue el responsable de la reforma del campo español...

–Tengo entendido que en las cámaras se especializó en la reforma agraria, en cómo dividir el campo para hacer que fuera más productivo y que estuviera dividido de una forma más justa. Por ello, cuando Azaña llega al poder le ofrece el Ministerio. Creo que sí logró una serie de medidas importantes en la cuestión. Tiene un libro relativamente famoso sobre cuestiones jurídicas de las huertas en Murcia. Por ahí le vino el asunto. Lo que más me llama la atención es por qué Largo Caballero le da la cartera de Justicia en plena guerra, uno de los asientos más duros en esos momentos.

–¿Qué explicación le ha encontrado?

–Supongo que fue por la trayectoria de mi abuelo en el análisis de la guerra y la criminalidad psicológica del ser humano. Y, también, como argumentan sus hijas, porque era un hombre con cabeza y que iba a aplicar la justicia honestamente.

–¿Y cómo fue ese viaje con escalas España-México?

–Él se fue a la embajada de Bélgica (antes pasó por la de Polonia) y de ahí sale en el tren hacia Francia, donde permanecería un corto tiempo para «agarrar» el barco que les cruzará a América. Primero llega a Nueva York porque tenía ofertas para quedarse, aunque finalmente decide que no y saltan al sur: a Cuba, La Habana. Y unos meses después llegan a Veracruz, México.

–¿Por qué dijo no a Nueva York?

–Cuestiones de idioma y de que las ofertas no le convencían.

–¿De profesor?

–Sí, de catedrático, pero al final optó por la Universidad Nacional de aquí.

–¿Qué recuerda la familia Ruiz-Funes de todo este periodo?

–Se habla de un tema poco estudiado por las ciencias sociales españolas, que, sin embargo, en México se ha tocado mucho: es toda la generación posterior a la guerra que viene exiliada y cómo se crea un grupo cultural de refugiados. A la larga ha sido sumamente fuerte en términos culturales, hasta la actualidad. Yo mismo estoy casado con una nieta de catalanes que viajaron hasta aquí. Como curiosidad, mi hija habla catalán. Sigue habiendo una cultura hispano-mexicana como influencia de esa llegada masiva que se ha ido trasmitiendo de abuelos a nietos y bisnietos, y se siente.

–¿Y la distancia y el tiempo, cómo le hacen ver el desmembramiento y huida –el que pudo– de todo un Gobierno?

–Fue un exilio que a España le ha debido de doler mucho, porque salió gente muy importante, como intelectuales y políticos de renombre. A México lo nutrió enormemente, fue muy beneficioso que desembarcaran aquí. Siento que esa generación, e incluso la siguiente, llegaron con la idea en la cabeza de regresar porque la dictadura iba a terminar, ninguno pensaba que duraría cuarenta años, y nunca pudieron volver.

–Echaron raíces...

–Sí, pero mucho después, ya en mi generación.