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Recuperar un buque de Estado

La Razón

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Las flotas de Indias se concibieron tácticamente desde el siglo XVI como entidades autosuficientes en materia de socorro mutuo y a ellas aportaba el rey barcos propios y modernos como parte de un programa acorde con nuestras necesidades y posibilidades. Barcos destinados a capitanas y almirantas que arbolaban a popa el pabellón con el escudo completo de las armas reales que mostraban su condición de buques de Estado. En ellos se embarcaban, debidamente registrados, los caudales en oro y plata del monarca y de los particulares, e indebidamente, los de los que los colaban «de matute» o los transformaban en piezas de vajilla y ajuar de uso personal, para eludir el impuesto; por ello las cifras documentales no son totalmente fehacientes. El galeón «Señor San José» perteneció a la armada de Galeones a Tierra Firme y como capitana de ella pereció frente a un ataque inglés en 1708.
Son los buques como el citado los que despiertan hoy en día las apetencias de quienes ven en su recuperación una ocasión de enriquecerse o de aprovechar de una u otra forma la «mediática» que lo sugestivo del tema provoca.
Tanto pecio aparecido y por aparecer, víctima de piratas, adversarios en guerra declarada, tifones o bajíos ignorados, parece testimoniar un fracaso colectivo, cuando son todo lo más el impuesto a satisfacer por un destino en su mayor parte favorable y por un sistema comercial y transportista exitoso en su conjunto: el más desarrollado de la Modernidad.
Las sorprendentes declaraciones del presidente de la República de Colombia, sorprendentes en cuanto al fondo, a la forma y a las intenciones manifiestas, parecen remontarnos a una época que creíamos ya superada, tras el éxito por puro golpe de fortuna que puedo testimoniar como protagonista de la recuperación de la plata de la «Mercedes», hundido casi un siglo después que el «San José».
Sigilos sospechosos de los descubridores, leyes previas que podrían haber puesto en evidencia inmediatas actuaciones, «cautelas» españolas que podrían interpretarse como carencia de planes previsibles... Me gustaría mucho que nuestras autoridades nos sacasen de temores y cavilaciones y que pudiesen poner de manifiesto la existencia de una coordinación y de una acción común preventiva entre Exteriores y Cultura que, aunque hubiesen fallado en esta ocasión tan señalada, se habrían puesto en práctica durante este mandato.
*Académico de la Historia y duque de Tetuán

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