«Reino Unido nos aventaja en explotar iconos culturales»
El retraso de la programación para celebrar el IV centenario de Cervantes, en contraste con Reino Unido, que ya funciona, levanta una ola de críticas contra el Gobierno.
Ya lo aseguraba Cervantes, que experiencia de vida tenía un rato: «En la tardanza dicen que suele estar el peligro». Y de eso va este asunto. Mientras Inglaterra ya ha presentado su programa para celebrar el aniversario de William Shakespeare en nuestro país –que incluye multitud de actos, entre ellos, ciclos de cine, la representación en España de obras del dramaturgo a cargo de compañías inglesas y actividades escolares–, España todavía no ha presentado su programación para honrar la memoria, vida y obra de Miguel de Cervantes. Y habrá que esperar hasta el día 9 de febrero, cuando el año, como casi todo el mundo sabe, comienza el 1 de enero. Una demora que ya ha tenido críticas, no sólo procedentes del Instituto Cervantes, sino también de la Real Academia Española. El director de esta institución manifestó su temor: «Estoy preocupado. Esta conmemoración dura doce meses. Y ha pasado el primero». No tardó en disparar su siguiente dardo y referirse a la «inacción del Gobierno. Pasa el tiempo y hay que reaccionar». No terminó ahí y continuó asegurando que Cervantes posee suficiente talla para que tuviera su propio «homenaje de Estado»: «No vale con acciones puntuales por parte de entidades voluntariosas». Después de que el Gobierno reclamara con tanto empeño la marca España, ha llegado, probablemente, el momento de honrar al hombre que más sentido da a esa marca y Darío Villanueva expresó su miedo a que nos quedemos rezagados en esta gran ocasión «que debería servir para que nos situáramos a la altura y reforzáramos la consideración universal que existe sobre los dos escritores más importantes de la literatura europea». Para él no existen excusas de ninguna clase: «Se sabía de este centenario desde hace un siglo y, aunque existan elecciones, es perfectamente compatible con las actividades políticas. Una fecha como ésta sucede una vez cada cien años y la convocatoria a las urnas cada cuatro». Por eso señaló que no «podemos quedar en mal lugar» sobre todo sabiendo la influencia y el empuje de la programación inglesa: «No es una cuestión de orgullo nacional. Es que Cervantes tiene una consideración internacional. Harold Bloom, el hombre que más ha reivindicado a Shakespeare, ha dedicado un capítulo de su libro a estos dos genios para hablar del conocimiento humano». El secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle, no entiende estas críticas y, para defenderse de ellas, ha apelado al modelo que ha escogido para esta conmemoración, que ha definido como «más democrático, abierto y flexible; un proyecto transversal de aproximación no jerarquizada» que contempla la posibilidad de exenciones fiscales para las iniciativas de carácter privado y civil que quieran contribuir a él. Los ingleses, en cambio, ya tienen la programación presentada y en funcionamiento. Lassalle también adujo que «Si hiciéramos una fastuosa conmemoración probablemente nos achacarían que estamos politizando la figura de Cervantes y nada más lejos de nuestra intención que tratar de que esto pueda ser un factor que ensombrezca y genere polémicas sobre Cervantes, que debe ser un lugar de encuentro de todos los españoles y de la cultura en español».
La polémica sobre el retraso de los actos de conmemoración del IV centenario de la muerte de Cervantes en comparación con la apretada agenda ya anunciada por el Gobierno británico ante el aniversario de Shakespeare llegó ayer hasta Oxford, donde se inauguró un simposio en el que, durante dos días, el autor de Don Quijote será analizado por académicos ingleses y el creador de Hamlet será abordado por expertos españoles. El acto fue organizado por la embajada de España y el Instituto Cervantes de Londres, en colaboración con la universidad. Los allí presentes quisieron quitar hierro al asunto. Con todo, Zenón Luis Martínez, de la facultad de Huelva, sí admitió que el Reino Unido «nos lleva ventaja en explotar los propios iconos culturales». «Creo que estamos aprendiendo y estamos aprendiendo bien. Tampoco debemos tirar demasiadas piedras contra nosotros mismos. Pero posiblemente es cierto que en este país puedan llevarnos cierta ventaja», matizó. Por su parte, Clara Calvo, de la universidad de Murcia, destacó que el hecho de que el premier David Cameron saliera en los medios haciendo alusión al tema «ha hecho que muchas personas en España se pongan nerviosas», pero recalcó que «el año acaba de empezar» y ya hay varios congresos anunciados como el de Alcalá de Henares o Valladolid, que se celebrará en mayo. Con respecto a los lazos en común que mantienen los dos grandes maestros, Calvo señaló «el interés de ambos por la honorabilidad, la virtud femenina, el amor y la traición, la apariencia y la realidad, además de temas vigentes de su tiempo como la política, la censura o la libertad de expresión».
Inspiración mutua
Durante su ponencia, el profesor de la Universidad de Nottingham, Brean Hammond, expuso que el argumento de una de las últimas obras de teatro de Shakespeare, «Cimbelino», «podría estar inspirado» en «La historia del curioso impertinente», que figura en la primera parte de «El Quijote» de Cervantes. El catedrático concluyó que Shakespeare se inspiró en las peripecias de los amigos Lotario y Anselmo, que escribió el autor español más universal. Para Hammond, las similitudes en el tratamiento de ambos textos son más relevantes que las que hay en el propio argumento: «La historia se convierte en reflexiva, consciente y autocrítica y, en parte, Cervantes es el responsable de que esto le pasara a Shakespeare». Tras leer la obra maestra del español, el autor de «Romeo y Julieta» volvió a interesarse, en su opinión, por «la cuestión del matrimonio heterosexual contra la amistad homo-erótica entre dos hombres», en su libro «The Two Noble Kinsmen». Según el académico, existen «evidencias» de que Shakespeare supiera de Cervantes gracias al dramaturgo inglés John Fletcher, quien le presentó las novelas del español y con quien escribió diversas obras de teatro, entre ellas «Cardenio», una pieza perdida que está basada en una historia incluida en «Don Quijote».
Por otro lado, Hammond remarcó otro elemento característico de la literatura española por el que Shakespeare habría sentido fascinación: la picaresca. Pese a la negativa de otros expertos ante la posibilidad de que el personaje de Autolycus de «Cuento de invierno» tuviera algo ver con este subgénero literario, el catedrático se remitió al «Lazarillo de Tormes» y a «Guzmán de Alfarache», de Mateo Guzmán como obras que podrían haber influido en el autor británico. El acto fue inaugurado por el embajador de España en Londres, Federico Trillo, que estuvo acompañado por la vicerrectora de la Universidad de Oxford, Louise Richardson.