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Ron Howard: "Pavarotti fue un vividor que también se sintió frustrado"

El director Ron Howard («Una mente maravillosa», «El código Da Vinci») presenta en Italia «Pavarotti», un documental sobre el gran tenor italiano que se estrenará en España en enero y que muestra las múltiples facetas de un artista mediterráneo, alegre y mujeriego.
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El director Ron Howard («Una mente maravillosa», «El código Da Vinci») presenta en Italia «Pavarotti», un documental sobre el gran tenor italiano que se estrenará en España en enero y que muestra las múltiples facetas de un artista mediterráneo, alegre y mujeriego.
on Howard (Oklahoma, 1954) no se desprende de su gorra de director americano ni para hablar de ópera. Esta vez, desde su faceta de documentalista, con la que presenta «Pavarotti», un recorrido por la vida y la carrera del más famoso de los tenores modernos. La película ya ha sido estrenada en la Fiesta del Cine de Roma y se podrá ver en España el próximo enero. El ganador de un Oscar por «Una mente maravillosa» (2001) vuelve así a retratar la vida de una estrella de la música, como ya hiciera con el rapero Jay-Z en «Made in America» (2013) o con «The Beatles: Eight days a week» (2016). A quien vemos esta vez en la pantalla es a un cantante lírico, pero no solo. También a un fenómeno de masas, a un hombre que disfrutaba de la vida y que irradiaba esa mezcla de cultura y encanto que siempre atrae al gran público.
–Qué vida más apasionante la de Pavarotti, ¿no? ¿Es esa esencia del estilo de vida europeo la que le ha llevado a hacer esta película?
–Desde luego, ha sido un elemento importante. Su felicidad, su aprecio por la vida han sido inspiradoras. Pero creo que tiene más que ver con lo que puedo ofrecer al público. Esta experiencia de escuchar ópera y comprender el poder que tiene, combinada con un recorrido por su vida. Creo que el filme contiene toda la alegría, las ganas de vivir, pero también el sufrimiento del personaje. Es lo que me atrajo.
–Ha dicho que solo vio una vez a Pavarotti y que su encuentro fue muy breve. ¿Cómo fue?
–Era un gran evento social en Hollywood, probablemente los Globos de Oro. Había muchas personalidades, estrellas del cine, de la televisión, del deporte... Pero cuando Pavarotti llegó, se convirtió en el verdadero reclamo de la noche. Yo fui hacia él, simplemente le estreché la mano y me causó un gran efecto. Su carisma era muy poderoso, lo sentías inmediatamente.
–Es decir, que tuvo que conocer al hombre a través de los testimonios que aparecen en el documental. Al principio vemos a un Pavarotti modesto, ingenuo, siempre feliz, que al final se convierte en un gigante global. ¿Es el clásico personaje hecho a sí mismo que Hollywood adora?
–Seguro, es una historia excitante del hombre que se labra una carrera solo. Para alguien como yo, que no entiende demasiado de ópera, es importante comprender que no era un prodigio. Su padre era un tenor amateur, aunque él no comenzó a formarse completamente hasta que era un veinteañero y daba clases en un colegio de educación primaria. Tuvieron que pasar seis años para que pudiera empezar a ganarse la vida cantando y se dio cuenta de todo el esfuerzo que tiene que hacer un individuo para convertirse en un grande.
–En la película vemos siempre a un ser humano. Al final de su carrera fue muy criticado tanto por su vida privada como por ese acercamiento al mundo del espectáculo. Usted parece que entra en el personaje y perdona todo eso.
–Ni él se perdona todo cuando está hablando de sí mismo. Incluso cuando está cantando «Tosca» vemos a un hombre que se está muriendo, que ama la vida y da las gracias por todo lo que ha conseguido. Creo que en esas imágenes él está diciendo mucho de sí. Tengo la sensación de que experimentó cierta decepción, vergüenza y frustración en su vida, pero no creo que eso sea lo que le defina. El viaje vital es bastante más rico. Por supuesto que incluye dolor y lucha, pero no creo que sea el modo en que debemos recordar a Pavarotti.
–Uno de los aspectos fundamentales del documental es el amor que profesa a las mujeres. ¿Se imagina esto en los tiempos del MeToo?
–Él tuvo aventuras, sí. Esto ocurría entonces y sigue ocurriendo ahora. Pero creo que la sociedad ha avanzado bastante sobre cómo debe ser la educación entre hombres y mujeres, especialmente en el ámbito del trabajo y los demás aspectos de la sociedad. Es momento de tomarse muy en serio y reconocer que los abusos son inaceptables. En nuestras investigaciones encontramos esas aventuras, pero nunca nada que tuviera que ver con abusos.
–Son cosas distintas, pero ¿cree que después de la traición a su mujer y el matrimonio con una chica mucho más joven que él, Pavarotti podría ser hoy objeto del MeToo?
–No. Al contrario, pienso que si viviera hoy sería sensible a estas ideas. Mi instinto me dice que sería responsable en este sentido. Muchos hombres han hecho esto décadas, siglos atrás y sigue ocurriendo. Es un momento importante para despertar la conciencia sobre este tema.
–José Carreras y Plácido Domingo tienen un papel importante para conocer al Pavarotti artista. ¿Encontró en ellos algún tipo de envidia?
–No fui a la grabación con ellos, aunque me hubiera encantado. Pero escuchándolos estoy convencido de que ellos estaban muy orgullosos de ser parte de los Tres Tenores, de haber protagonizado aquellas actuaciones y del papel que tuvieron. Ellos muestran un gran amor y aprecio por Pavarotti, al que reconocen como alguien especial. No pretendieron nunca compararse con él. Ninguna de las entrevistas que aparecen en la película muestra frustración, sino la oportunidad de haber compartido un momento de la vida con Pavarotti.
–Después del documental sobre Jay-Z y el de los Beatles, vemos a Pavarotti como una «rockstar». ¿Qué tiene el «biopic» musical?
–A mí me encanta ir a las salas y tener la oportunidad no sólo de ver, sino de escuchar cine. Creo que tenemos que estar agradecidos por poder establecer este vínculo entre la música y el cine, ya que podemos crear una especie de concierto construido para grandes audiencias. Pero también hay mucho de drama en el proceso creativo y la consecución del éxito. Y siempre nos fascina ver cómo alguien ha podido llegar hasta ahí y cuánto ha tenido que sufrir para triunfar.
–En el tiempo que abarca el documental también se percibe el nacimiento de la globalización y el impacto que tenía la televisión. ¿Estamos ante mundo que ya no existe?
–Es cierto que la distribución está cambiando y la relación con los espectadores también. Pero la gran noticia para un director como yo es que personajes como éste te permiten construir una historia y un relato compacto. Dure 5 minutos o 50 horas, es un ejercicio de comprensión del comportamiento humano mezclado con entretenimiento. Y esto último no ha cambiado.
–Aquí en Italia, y concretamente en Roma, el «Código Da Vinci» y su secuela fueron muy polémicas. ¿Ha llegado aquí como un ídolo nacional para reconciliarse con el país?
–[Ríe] No, no, no era esa la idea. La controversia con el proyecto de Dan Brown era esperada, porque es algo provocativo. Pero siempre me he sentido bienvenido en este país, al que sólo le puedo estar agradecido.