Rubén Alvés: «La clave del éxito de esta película es la ausencia de cinismo»
María y José Ribeiro llevan viviendo treinta años en Francia, en un barrio de una buena zona de París. Un buen día decidieron poner tierra de por medio con sus país de origen, Portugal, y empezar una nueva vida en un país casi casi vecino. Allí, en tierras galas, han hecho su vida y han criado a sus hijos.Y también allí han construido su jaula dorada (de la que no les van a dejar volar tan fácilmente). Lo que no se pueden imaginar es que la herencia de un pariente vaya a trastocar tanto sus vidas.
Ella está al servicio de una casa y él trabaja en la construcción. Son indispensables y en el momento en que planteen su anhelada idea de regresar a su patria, quienes les rodean verán encenderse todas las alarmas. Cuando Rubén Alves, actor antes que director, se planteó rodar su opera prima no se le pasaba por la cabeza que pudiera convertirse en un éxito de taquilla en ambos países porque ¿es la comedia francesa o la comedia portuguesa del año?
El director (francés con ascendencia portuguesa, se le nota en el deje luso, tan suave) tiene claro que "nació como homenaje a mis padres, ellos trabajaron muy duro para darnos una vida mejor. Pero también lo es a los portugueses y a todos los inmigrantes. Esta es una historia de amor y de familia al mismo tiempo. Era importante hablar sobre esta comunidad de inmigrantes portugueses que siempre ha sido muy discreta", señala. Cuando llega el momento de decidir qué hacer con el dinero, la reacción de jóvenes y mayores es bien distinta: mientras los hijos saltan de alegría al grito de "¡Somo ricos!", María, pesarosa y casi con sentimiento de culpa en su interior deja escapar un "Qué van a pensar de nosotros".
La cinta, un homenaje en toda regla a la inmigración, tiene varios momentos impagables, como el de la cena que reúne a los nuevos millonarios y a la familia acaudalada con sus respectivos hijos o el momento en que José (Joaquim de Almeida) prueba un deportivo descapotable con el que siempre ha soñado y pregunta con ingenuidad si se le puede adaptar un remolque. Alves sabe de lo que habla porque lo ha mamado desde la cuna: su madre era portera y su padre albañil y esos trazo biográficos están presentes en el filme: "Yo no soy por ejemplo el hijo, como bastante gente me ha comentado, no me representa en al película. Para mi no es una deshonra el trabajo de mis padres. Me sentí absolutamente orgulloso de ellos. Me inculcaron unos valores que me han servido en la vida", asegura.
Hay quienes han visto esta cinta como una pequeña crítica política y social, y para Alves "toda película tiene que tener un tema de fondo, aunque sea una comedia. A mí me interesa dar mi punto de vista de una forma abierta", reconoce. Entender el país donde estás pero sin perder tus orígenes", añade.Alguna de las escenas del filme juegan al equívoco: se habla de gazpacho como plato portugués, al dictador Salazar se le confunde Con Alcázar (el militar que aparece en las aventuras de Tintín): "Para algunos franceses decir mediterráneo y decir latino es lo mismo y deseaba jugar con eso", dice y cuenta una divertida anécdota de una mujer que tras ver la película le comentó que la escena que más le había gustado era en la que se escuchaba el flamenco. En realidad, quiso decir fado (concretamente "Una casa portuguesa", uno de los más representativos y bellos del género).
Desde pequeño andaba con una cámara en la mano hasta que se decidió a dar el salto: "Soy actor y a los treinta me sentía maduro para proyectar una visión interesante de lo que quería plasmar". No le resulto fácil conseguir a actores portugueses que fueran reconocidos en Francia . De Almeida (a quien hay que añadir los nombres de Rita Blanco y Barbara Cabrita) era la carta de presentación. "A Rita Blanco la busqué en su casa, y a Joaquim lo conocí en el Festival de Cannes. Estábamos en un cóctel y había para comer unas pequeñas croquetitas. Él me miró y me dijo: "No hay nada para comer", una salida muy portuguesa. El papel tenía que ser suyo. Le conté que estaba escribiendo un guión y le pregunté si podía mandárselo. Le encantó. Es un papel genuino y muy humilde, así que para él era todo un desafío después de tanto hacer de malo en grandes películas americanas", reconoce entre risas el director. Durante la película se hace evidente la buena sintonía entre todos los actores. "La relación entre ellos creció muy rápido porque entendieron en seguida la película. Había mucha emoción en el rodaje. Luché por crear esta familia y sentir la humanidad de estos personajes.
En esta película se aborda el tema de la inmigración, bastante distinta a la que se da ahora. Alves concreta: "La inmigración actual es diferente a la de entonces. Ellos se fueron por una dictadura, ahora es por falta de trabajo". Con más de 1,2 millones de espectadores en Francia, y otros 800.000 en Portugal, la clave del éxito de "La jaula dorada"es, en palabras de su director, "la ausencia de cinismo. Es una película muy genuina, fresca"que cuenta, además con una banda sonora que firma uno de los grandes de la música portuguesa, Rodrigo Leao, ex componente de Madredeus y uno de los artistas del país vecino con mayor proyección internacional.