Santi Millán: «Fumo cigarrillos de liar por conservar algún vicio»
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Llega con las manos en los bolsillos y una sonrisa de oreja a oreja. Pantalón vaquero, camisa vaquera bajo la que asoma una camiseta blanca, zapatillas... Casi su uniforme reglamentario para la vida diaria. De noche, cuando se suba al escenario en el Teatro Bellas Artes de Madrid (hasta el 12 de abril), lo hará de blanco inmaculado, de pies a cabeza. ¡Y no precisamente porque su monólogo vaya de la pureza! Música, humor y sexo, eso es lo que encontrará el espectador en una hora y media mágica, para compartir con Santi Millán. El único, el inigualable... ¿O tal vez hay más? Son tantas sus actividades que sospecho que tiene dobles repartidos por sus mil y un trabajos. Me fijo en su tupé, a lo Tintín (es por el personaje que interpreta en su nueva serie para Telecinco, «El chiringuito») y luego en sus ojos, que, entre la sonrisa y el sueño, se le han quedado como dos puñaladas en una caja de zapatos. Se nota que acaba de robarle media hora al tiempo que no tiene para descansar un poco del ritmo infernal que lleva. Pero no se queja. «El hecho de tener la fortuna de poder dedicarte a algo que te gusta y que se te da bien es lo mejor que te puede pasar», dice. Está claro. Pero eso no implica que, recién llegado de la Cape Epic de Suráfrica, la MBT más dura del mundo, pudiera haber lugar para la queja o la pereza. «Pues soy bastante perezoso, aunque no lo parezca», me asegura. Le pregunto cómo le ha ido en Suráfrica y se le ilumina la mirada. «Es un viaje muy chulo. Como no había estado nunca allí, tenía la composición mental de la sabana y los leones, pero el paisaje que hemos recorrido parecía muy mediterráneo, muy reconocible. Era como si fuera rodando en bicicleta, de seis y media a siete horas cada día, por el Ampurdán, pero a lo grande y con un sol muy fuerte... Una experiencia muy guapa». Le pregunto cuántos eran, si se ha caído, si había bichos... y me cuenta que sólo se cayó una vez y se hizo una herida en la rodilla, que eran 1.300, cada uno con su bicicleta y su tienda de campaña individual y, en cuanto a los bichos, yo, que esperaba monos y leopardos, me tengo que contentar con unos cuantos grillos. «No, unos cuantos, no. Había muuuchos grillos, una plaga de grillos. Hubo una noche que teníamos un foco sobre las tiendas y los grillos caían sobre ellas sin parar. En uno de los traslados abrí la maleta y salieron un montón de grillos, que encerré dentro... ¡Me imagino que debieron de quedarse descolocados diciendo: ''¿Dónde estoy?, ¿dónde está mi familia? ¡Este sitio no lo conozco!''. Pobres bichos».
Santi no puede evitar introducir el humor en la conversación, es parte de su vida, lo debe de llevar en los genes, porque, aunque es un tío que se toma las cosas muy en serio, es muy gracioso. Y muy flaco, por cierto. Le digo que seguro que no come y me enumera todos los bocadillos que se ha zampado a lo largo de ese día interminable, que ha empezado con la grabación de la serie a las 7 de la mañana y al que aún le quedan unas cuantas horas, hasta que termine su «show», que empieza a las 22:45. Me cuenta también que pesa 75 kilos, mide 1,83 y que es «pura fibra». «Me hicieron un chequeo y me dijeron que estaba impecable, ¡que tenía constitución de atleta! Por fuera no da la sensación, pero ¡tengo un interior...! Jajaja». Está claro que no puede parar quieto y que, desde aquellos lejanos días de la compañía de teatro La Cubana, donde empezó, ha estirado la vida para poder hacer televisión, cine y teatro sin parar, e incluso para dedicarle cada vez más tiempo al deporte, que tan bien le hace sentir. Será por eso que se ha empeñado en retos extremos... ¡Y en las pruebas de «El hormiguero»! «No sé por qué lo hago, te lo juro. Es una experiencia muy dura y, aunque lo rentabilizamos, te juro que no es por dinero. Cuando empecé no vi una oportunidad de negocio; eso viene a posteriori; pero cuando me apunté a la primera aventura, que era la Titan Dessert, hablando con mi socio, dijimos: ''Bueno, pues ya que vamos, mejor lo grabamos, que así la gente se lo creerá, ¿no?''. Grabamos ''Imparables'' y en esta ocasión lo hemos vuelto a hacer. Pero creo que estas cosas exclusivamente por dinero no se hacen». Se refiere al tema deportivo, incluido, supongo, el Rally Costa Brava, en el que ha participado, como embajador de Seat que es, justo antes de la Cape («y me he dado cuenta de lo mal que conduzco: eso de ir a 50 km/hora por todo el trayecto, incluida la parte de curvas, es delicado»), aunque a «El hormiguero» vuelve mañana. El día de la entrevista (jueves) es el del estreno en Madrid de «Santi Millán Live». Y no sólo está recién llegado de Suráfrica, en un viaje delirante con vuelos anulados y retrasos, sino que, además, la grabación de la serie ha sido muy larga. Cansado está, claro, pero no se le ve nervioso. «Bueno, es que todavía queda un rato y, además, no es un estreno real. Cuando estrenas por primera vez el espectáculo delante del público, sí que hay un momento de pánico escénico, porque da mucha inseguridad probar un texto delante de la gente sin saber qué va a pasar, si te vas a acordar de todo, si las cosas que vas a decir van a hacer gracia... Pero con éste llevamos ya año y medio por toda España». Y llenando. Doy fe. Porque él lo vale y porque se le podría aplicar aquello que decían de Lola Flores: «No canta, no baila, pero no se la pierdan». Pues tampoco a Santi Millán.