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Stefan Zweig da el salto al musical

Silvia Marsó protagoniza y produce en La Abadía la adaptación de «24 horas en la vida de una mujer».
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Silvia Marsó protagoniza y produce en La Abadía la adaptación de «24 horas en la vida de una mujer».
Aunque escribió un puñado de obras teatrales, lo que hizo de Stefan Zweig uno de los escritores europeos más importantes de la primera mitad del siglo XX fue su prosa elegante y cuidada. Trasladar esa finura literaria a la oralidad del escenario es una tarea, ya de por sí, bastante arriesgada y compleja. A pesar de ello, ya se ha hecho anteriormente: quizá por su estructura de pseudomonólogo, «Carta de una desconocida» es la novela que más veces, al menos cinco, ha sido llevada a las tablas en nuestro país. Ahora bien, si lo que se quiere hacer con la prosa del austriaco es nada menos que un musical, entonces el riesgo se torna casi en temeridad.
Pero, ¿acaso no se hubiera detenido el arte hace mucho tiempo sin ese punto de osadía y de locura que mueve a los creadores? Seguramente sí. Y eso es lo que debieron de pensar Christine Khandjian y Stephane Ly-Cuong cuando se lanzaron a escribir en Francia, con la partitura del ruso Sergei Dreznin, un espectáculo musical a partir de una de las más célebres novelas de Zweig: «24 horas en la vida de una mujer».
Toda la carga poética
De aquel montaje quedó prendada cuando acudió a verlo la actriz Silvia Marsó, siempre atenta a nuevos retos en los que embarcarse, y se puso manos a la obra para traerlo a nuestro país. «Había leído ya la novela, y la obra de teatro me fascinó. Tanto por la música de Dreznin como por la traslación que habían hecho a las tablas de los personajes. A pesar de que fuese un musical, habían logrado mantener intactas toda la carga de pensamiento y toda la poética de Zweig», explica Marsó, que ha asumido la producción de esta adaptación y que ha colocado al frente de la misma a Ignacio García, un director con experiencia ya más que contrastada tanto en el registro netamente dramático como en el musical. «Nacho ha hecho una puesta en escena increíble. Él rechazó otras ofertas muy importantes de teatros europeos y latinoamericanos para embarcarse en este proyecto –afirma orgullosa la actriz–. Creo que en el fondo le tocó la historia tanto como a mí».
Con ese «dinamismo» y esa «tensión» que él exigía como lector, Zweig cuenta en esta breve narración la historia de una aristócrata ya madura y asentada en un sistema de valores convencional, que conocerá en Montecarlo a un joven que ha perdido ese día todo su dinero en la ruleta. Tras ofrecerse a ayudarlo, se dejará arrastrar por él durante un día, en una extraña relación que hará tambalear todos los cimientos que la sostenían hasta entonces en la sociedad. «Evidentemente, influyó que Zweig fuera amigo íntimo de Freud –explica Marsó–, porque todos sus personajes están cargados de humanidad y de reflexión. Ni uno solo en ninguna de sus obras responde a un estereotipo. En el caso de esta Señora C. que yo interpreto, él carga todo el juicio moral en una sociedad que ha marcado cada movimiento en su vida. Es una mujer a la que ni siquiera se le ha permitido tener una opinión propia, hasta que se encuentra de pronto en una determinada situación y decide tomar las riendas de su vida durante 24 horas». Felipe Ansola, que da vida al hombre joven, y Víctor Massán, que hace las veces de narrador, acompañan sobre el escenario a la actriz en esta original aventura en la que la música, interpretada por una pequeña orquesta de cámara, es según ella «muy delicada y no resta nada de profundidad a la obra, porque sirve casi exclusivamente para marcar todo el subtexto de los personajes».

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