Almagro, el termómetro teatral del verano
«Hijas del aire» y «El desdén con el desdén» fueron dos de los montajes más aplaudidos en el primer fin de semana del festival.
«Hijas del aire» y «El desdén con el desdén» fueron dos de los montajes más aplaudidos en el primer fin de semana del festival.
Con mucho interés esperaba el público más especializado y teatrero este fin de semana en Almagro el estreno de «Hijas del aire. Sueño de Balladyna», una extraña propuesta escénica, algo desconcertante a priori sobre el papel, que ha llegado de manos de una compañía polaca bajo la dirección del español Ignacio García, quien es además el máximo responsable del festival. El montaje funde en una sola pieza «Balladyna», de Juliusz Slowacki, y «La hija del aire», de Calderón de la Barca, dos importantes obras, la primera enmarcada en el Romanticismo polaco y la segunda en el Siglo de Oro español, que tienen como temas destacados la responsabilidad y la ética en el ejercicio del poder, así como la presunta legitimidad para acceder a él. Aunque en el caso de la obra primigenia de Calderón el meollo dramático es bastante complejo y presenta muchas ramificaciones –la obra original consta de dos partes que suman más de 6.200 versos–, la versión de este espectáculo firmada por Marta Eloy Cichocka se caracteriza, en primer lugar, por su economía de palabras y su laconismo discursivo. En realidad, la función se levanta –a partir de la dramaturgia elaborada por José Gabriel López Antuñano (España) y Anna Galas-Kosil (Polonia)– como una suerte de performance, muy poética, que integra el verbo y el cuerpo de los actores en un lenguaje único para formar un bonito cuadro sutilmente cambiante y nebuloso como las leyendas en las que hunde sus raíces argumentales. Si bien la función es conceptualmente un poquito escueta, lo cierto es que su expresionismo formal atrapa al espectador de principio a fin. Y probablemente tenga también mucho que ver en ello lo bien que se ha incorporado todo estéticamente –escenografía, luz, sonido...– a ese espacio tan singular que es el Patio de Fúcares, uno de los más mágicos en la maravillosa panoplia de escenarios almagreños.
Y no le va muy a la zaga en belleza a ese lugar la Antigua Universidad Renacentista, que es donde se ha programado otro de los platos fuertes de este primer fin de semana del festival: «El desdén con el desdén». Desde que estrenara esta temporada en Madrid, La Joven Compañía Nacional, dirigida en esta ocasión por Iñaki Rikarte, ha ido puliendo esta deliciosa y nada fácil comedia de enredo hasta dar –ahora ya sí que sí está todo ajustado– con el tono y el tempo más adecuados a cada una de las escenas y las situaciones dramáticas.
El resultado es sencillamente brillante; un prodigio de originalidad, de simpatía y de frescura. Dentro de una programación con gran afluencia este año de compañías extranjeras –lo cual es muy saludable para el festival y muy apetecible para el público–, nada como ver este montaje de la obra de Moreto, junto a esas otras propuestas foráneas, para constatar que el nivel profesional de nuestros actores y creadores es semejante al de los mejores y que «la contemporaneidad de nuestros clásicos» –ese asunto sobre el que tanto se debate– es tan palmaria como lo demuestra la formidable ovación que le dedicó un público que agotó las localidades y que, sin saber necesariamente nada de Moreto o de la poesía barroca, sí sabe entender y admirar la belleza con la que fueron ya expresados hace siglos los mismos conflictos amorosos que nos siguen hoy persiguiendo.