Cristina Higueras, sorprendente en Nathalie X
En el teatro Fernán Gómez de Madrid se representa con éxito la función Nathalie X protagonizada por Cristina Higueras y Mireia Pámies. Con este nuevo trabajo, después de un paréntesis teatral razonable, Cristina ha dado una vuelta de tuerca a su importante carrera interpretativa demostrando que puede pisar las tablas de manera distinta a la que nos tiene acostumbrados. La elegancia con la que afronta un texto difícil, con un lenguaje al límite y repleto de situaciones que, en otras circunstancias, podrían rozar lo vulgar, manifiesta que una intérprete con mayúsculas sabe colocar las cosas en su sitio y proporcionar categoría a todo lo que toca.
Bajo la dureza de una historia complicada y triste en la que el amor, la mentira, las bajas pasiones y la dignidad permanecen en perpetuo idilio, Cristina pisa con elegancia un escenario que se rinde ante su profesionalidad y, sobre todo, ante la sutileza de los matices que su interpretación puede alcanzar en no pocos momentos de la función. Con una exquisita madurez, una dicción perfecta, la modulación sugerente y una carga de erotismo contenido, la actriz mira frontalmente a su personaje sin evadir rincones incómodos. Todos sus motivos son expuestos sobre la mesa para acertar en un juego prohibido que aquí se torna afrodisíaco manteniendo un pálpito que es difícil de alcanzar. Cada una de las piezas encaja en un puzle que lucha por mantener las incógnitas. Todo perfilado al borde del abismo emocional en el que la mayoría de los seres humanos nos podemos llegar a debatir en algún período de nuestra existencia, que como poco resulta estresante y agotador. Cada uno de los motivos es más que suficiente para centrar la atención de un público que se posiciona a su favor desde el minuto cero y que disfruta con este paso que Cristina, de manera oportuna, ha dado en un momento clave de su trayectoria profesional.
El conflicto está servido para una actriz que sabe desenvolverse en la cuerda floja de las pasiones de sus personajes, escudriñando la grandeza y mezquindad de las emociones más conflictivas que pueden llegar a subyugarnos si no cogemos las riendas de los impulsos que anulan la razón.
Todo bajo la normalidad que supone alternar con la mentira, como si se tratase de un peón que hay que mover en un tablero putrefacto, que solamente se rige por los intereses más oscuros que nunca permiten respirar en libertad. Al final, el tiempo casi siempre coloca las cosas en su sitio aunque los interrogantes permanezcan presentes. Cristina en Nathalie X nos sumerge en un dialogo profundo con ese reflejo que nos ofrece un espejo roto al que casi siempre queremos obviar porque nos resulta, como poco, incómodo.
Fácil lo ha tenido Carlos Martín a la hora de dirigir a su intérprete principal, ya que de manera eximia ha sabido encontrar las claves de un personaje poliédrico que es mucho más complejo de lo que, en principio, pueda parecer. En definitiva, una función que abre la temporada teatral madrileña con la calidad teñida de rojo pasión y en la que solamente sería necesaria una sutil revisión del ritmo dramático. Si viajan a Madrid o se la encuentran de gira no duden en ver esta magnífica obra teatral.