Cuidado, la envidia también mata
Daniel Albaladejo y Arturo Querejeta encabezan el reparto con el que Eduardo Vasco, que regresa a la CNTC, versiona y dirige «El Caballero de Olmedo». Una obra que tiene todo lo que se puede desear, presentan: «Celos, pasión, intriga, magia, disputas, amistad...». Disfruten.
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Daniel Albaladejo y Arturo Querejeta encabezan el reparto con el que Eduardo Vasco, que regresa a la CNTC, versiona y dirige «El Caballero de Olmedo». Una obra que tiene todo lo que se puede desear, presentan: «Celos, pasión, intriga, magia, disputas, amistad...». Disfruten.
El Caballero de Olmedo» es una de las obras más líricas de Lope de Vega, una de las pocas en las que se adentra en la tragedia. Cuesta creer que permaneciese prácticamente desconocida hasta que Menéndez Pelayo la editó a finales del siglo XIX. Una tragicomedia que, aún con elementos trágicos reconocibles como la fuerza del destino o la tragedia del héroe, conserva elementos de las comedias de capa y espada. El argumento es conocido, don Alonso llega a las fiestas de Medina con Tello, su criado, conoce a Inés y queda prendado de ella. Para lograr su amor se sirve de la alcahueta Fabia. Don Rodrigo, su pretendiente, sospecha y le pide matrimonio. Las artes de Fabia tienen efecto y se declaran amor. El odio de Rodrigo crece y, apostado en el camino, asalta al caballero cuando vuelve a Olmedo y lo mata a traición.
La compañía Noviembre Teatro, encabezada por Eduardo Vasco –que regresa a la institución que dirigió–, la presenta ahora en la Comedia, donde estará hasta el 31 de marzo con Daniel Albaladejo (Alonso), Arturo Querejeta (Tello), Isabel Rodes (Inés), Fernando Sendino (Rodrigo) y Charo Amador (Fabia), entre otros. Así, el gusto de Vasco por el montaje viene de lejos: «Tengo una relación bastante grande desde el bachillerato y de mi formación como intérprete y director en la Escuela de Arte Dramático, donde pude profundizar. Es una obra que tiene todo lo que se pueda desear, celos, intriga, magia, grandes pasiones, amistades y disputas... Muchos ingredientes mezclados con temas importantes como la envidia, motor de lo peor de nosotros». Para él, «es una temática muy española, un hombre joven, guapo y capaz, que se distingue por su nobleza y valentía es asesinado por envidia por la desesperación de un incapaz. Es la consideración del de fuera, del extranjero, como un ser distinto, como el usurpador de un espacio que no es suyo, el que no es de los nuestros. Al no poder superarlo, el único camino es matarlo y, además –prosigue–, de manera muy rastrera, porque un enfrentamiento a espada hubiese sido más noble, sin embargo lo matan de un arcabuzazo, un arma poco relacionada con los códigos de honor. Es el cobarde, el hombre al que se le va torciendo todo y como no es capaz de tomar las riendas de su destino, directamente aniquila lo que le estorba. En este sentido, es una función bastante contemporánea. Su temática es atemporal, por eso no resulta anacrónico representarla ahora», afirma.
Lope se sirve también de otro clásico de nuestro teatro, la vieja alcahueta mediadora de amores, «un papel que desarrolla a propósito, de hecho habla de la Celestina y los personajes la cita. Ella lleva el componente mágico, un personaje que porta el destino trágico de don Alonso, que lo presagia, que tiene ese enganche con el mundo de lo desconocido». Por otro lado, la lírica de Lope alcanza un grado muy alto. Para el director «éste es uno de los grandes componentes de la función y de las obras de Lope, su lenguaje y el gran nivel poético que desarrolla. Lope es el gran poeta del amor, de la humanidad, no es cerebral, sino de las grandes pasiones». Aunque en este caso resalte especialmente el aspecto trágico. «No es un autor de grandes tragedias, transita por lugares cercanos a las aventuras de cama donde realza la fuerza del amor que es lo que mejor maneja, por las comedias o el drama de honor. La tragedia no debía de ser demasiado del gusto del espectador, él las desarrolla pocas veces, pero algunas de sus grandes obras son tragedias. Desde el punto de vista del género, es una comedia de capa y espada que se tuerce, comienza con los típicos temas de amoríos y de pronto da un giro hacia la tragedia», afirma Vasco.
Clásico, pero no fácil
«Nunca ha sido fácil representar a los clásicos –explica–, ahora tenemos la suerte de contar con actores familiarizados con el verso y este tipo de dramaturgias. Decirlo bien no es fácil, pero cuento con un reparto de muchos años y experiencias y abordamos el texto casi desde el placer». Lo bueno de los clásicos es que siempre dejan algo para reflexionar, «la prueba es que siguen representándose, conviene acudir a ellos de vez en cuando porque, seguramente, nos hacen mejores». En cuanto al montaje, Vasco entiende el teatro sin artificios. «Tenemos la suerte de haber podido estudiar el Siglo de Oro en profundidad, sabemos que se hacía prácticamente sin nada, con lo cual, lo que se añada debe ser algo muy esencial. Trabajando soy sobrio, pero trato de que el peso esté en los actores, en los personajes, en la trama, en la palabra, en la música –en directo– y ambientado en la época».