Dostoievski en carne viva
El CDN pone en escena la adaptación de la monumental novela del autor ruso «Los hermanos Karamázov», dirigida por Gerardo Vera y adaptada por José Luis Collado; sin duda, una de las citas escénicas del año
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El CDN pone en escena la adaptación de la monumental novela del autor ruso «Los hermanos Karamázov», dirigida por Gerardo Vera y adaptada por José Luis Collado.
«La historia del cruel y despiadado padre Fiódor Karamázov enfrentado a sus hijos constituye una experiencia irrepetible en la literatura universal», afirma Gerardo Vera, padre de un descomunal proyecto artístico que lleva camino de convertirse en uno de los acontecimientos teatrales del año, la adaptación al teatro de la gran novela de Fiódor Dostoievski . «Una epopeya sobre las grandes cuestiones humanas, el odio y los límites del hombre, empujado a la abyección o a su opuesto, acercándose a Dios». Este proyecto largamente acariciado por Vera, poner en escena «Los hermanos Karamázov», comenzó a hacerse realidad con su vuelta al CDN después de su experiencia en la empresa privada. Pero no se ha embarcado solo; para este viaje ha elegido de acompañantes a José Luis Collado, que ha realizado la adaptación, y a un reparto de doce actores encabezado por Juan Echanove como Fiódor Karamázov y que cuenta, además, con Fernando Gil como Dimitri, Markos Marín como Ivan, Ferran Vilajosana en el papel de Alekséi, Óscar de la Fuente como Smerdiakov y las actrices Marta Poveda haciendo de Grúshenka y Lucía Quintana como Katerina, entre otros.
- Emplearse a fondo
«En un largo proceso creativo, José Luis Collado y yo hemos adaptado este monumento de Dostoievski a la compasión humana y a la comprensión de la naturaleza oscura de los hombres. Para comprenderlo hay que emplearse en cuerpo y alma», dice el director. «Hacer la versión teatral de una novela cumbre de la literatura –afirma Collado– ha resultado un reto apasionante y terrorífico, ampliamente recompensado. Pocas veces se tiene la oportunidad de sumergirse en un universo tan rico en matices, de dejarse empapar por los grandes misterios de la naturaleza humana. El desafío al resumir una obra tan densa, compleja y con tantos matices y aristas es que siga diciendo lo que quiere decir y cuente lo que pasa manteniendo la esencia. La duración no nos preocupa, sino hacer justicia a una obra maestra y que dure lo que tenga que durar. Sin embargo –continúa–, compruebas que todo ese trabajo de síntesis no es más que el inicio, los cimientos de un edificio por construir, un punto de partida para algo más grande. En los ensayos se corrige, se cambia y es donde la obra empieza a tomar cuerpo y a volar de forma autónoma».
Escrita entre 1879 y 1880, fue la última novela de Dostoievski y supone una síntesis de todas sus inquietudes existenciales. Su compleja galería de personajes está presidida por Fiódor Karamázov, el padre ruin, hipócrita, avaro, cínico, borracho y lujurioso, y por sus hijos. Dimitri, sensual, orgulloso y cruel, pero generoso y capaz de rasgos de bondad y sacrificio; Iván, un intelectual escéptico que niega la existencia de Dios y el amor al prójimo; Aliosha, un cristiano místico que opone al humanitarismo revolucionario y al nihilismo el amor a Dios y a los demás, aunque no inmune a las sensaciones turbias que lo invaden y, finalmente, Smerdiakov, el cínico y perverso hijo natural, carente de todo sentido de responsabilidad moral. Plantea una trama dramática de gran intensidad y problemas éticos insolubles que el mismo autor vivió a lo largo de una existencia atormentada. Para el director, «los personajes de Dostoievski son ellos y lo contario. Fiódor Karamázov pasa de la barbarie a la ternura, del lobo al niño pequeño. Es capaz de lo mejor y de lo peor. El padre y el hijo mayor tienen una relación de brutalidad y de sexo. Son personajes enciclopédicos, no se les acaba de conocer nunca. Capaces de ver la inocencia en la maldad, la vida y la muerte en un segundo, y ése es también Dostoievski. Todo el espectáculo tiene que ver con su vida y la enfermedad que lo marcó, la epilepsia, la enfermedad sagrada. Puedo decir, incluso, que toda la puesta en escena tiene que ver con ella».
- En tres horas
En cuanto a la versión, dice Vera, «afrontamos este Karamázov como algo extraordinario que concita todo lo que tiene que tener una obra. Tengo la sensación de que no le falta nada, todo lo que tiene que estar está. El tiempo estimado será aproximadamente de tres horas, en menos es difícil de hacer. La función empezará con un caos. Quiero llevar al espectador a un viaje febril y tenso. Sin paz, incluso cuando la escena parece tranquila. Cuando la conversación es pausada hay algo por debajo que está a punto de estallar. Éste es el tono que pide Dostoievski, un autor que precisa una lectura atenta, entenderlo muy bien y comprender la dicotomía entre pasión y obsesión, entre ternura y dolor, y observar la muerte sobrevolando todo. Hay miedo y ruido en esta función. Ésa es la clave que guía la obra», expresa un director totalmente entregado a este proyecto que incluye obra y actores. «Si no tuviera confianza en ellos, el espectáculo iría mal. Realizan un trabajo arriesgado que exige mucho al actor, pero su compromiso y entrega son totales». Para Collado, «son un pilar básico imprescindible. Implicados desde el principio, su trabajo y su esfuerzo físico es espectacular. En definitiva–concluye Vera–, un viaje de doce almas en un ejercicio de introspección que nos lleva a descubrir lo mejor y lo más abyecto del ser humano».
Entre el valor y la inconsciencia
Dice José Luis Collado que «realizar la adaptación de una obra maestra absoluta ha sido un gran desafío y una responsabilidad que requiere un alto grado de valor, o quizá de inconsciencia por ser una obra cumbre y por lo grande y complejo del proyecto. Condensar mil páginas respetando a Dostoievski supone un gran ejercicio de destilación de las esencias. Prescindir de tramas secundarias y quedarse sólo con lo troncal para reflejar esa relación enfermiza del odio padre-hijos y de mujeres enfrentadas es un trabajo enorme y complicado al que no sé si me hubiese atrevido de no contar con Gerardo Vera, que tenía las ideas muy claras. Sobre ellas hemos construido en un diálogo continuo que ha llevado mucho tiempo. Un proceso arduo y duro, pero reconfortante. La obra –afirma– va a ser un referente, un acontecimiento teatral que va a pasar a la historia y que para mí marca un hito profesional y personal».
- Dónde: Teatro Valle-Inclán. Madrid.
- Cuándo: de hoy al 10 de enero de 2016.
- Cuánto: de 19 a 24 euros.