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Josele Román se hace un «lifting»

La actriz regresa al teatro con una comedia sobre la cirugía estética
larazon

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Sus personajes se han llamado Vindemia, Gabi, Fina, Balbina, Dorotea, Polca, incluso en otras ocasiones «prostituta» a secas. Son el reflejo de una época, pero también de un estatus, es decir, secundaria, o lo que ahora se llama actriz de reparto, como si lo primero no hubiera sido un orgullo para muchos actores cuando el cine español podía presumir más de los que aparecían en segundo plano que en primero. Si las cuentas no salen mal, Josele Román ha hecho más de noventa películas que marcaron época: de la españolada al destape.

Una conjunción afortunada

Hace 20 años dejó la profesión para ser más libre, cantar rock... Ha vuelto ocasionalmente al plató –sobre todo, con Miguel Albaladejo («Cachorro», «Nacidas para sufrir»)–, a la televisión («La isla de los nominados»), pero no a las tablas, una invitación que le cursaron el tándem inseparable Félix Sabroso y Dunia Ayaso, que ahora estrenan en el Teatro Infanta Isabel de Madrid «Lifting», una conjunción de «sketches» sobre la cirugía estética. «Vengo muy cargada, porque dejé de hacer cine y me metí en el mundo otra vez. Me decían: "Josele, estás, loca, te vas a meter en las cavernas". Y yo a estas cavernas bajé y a estos palacios subí –dice la actriz parafraseando al Tenorio–. Lo bueno es que ahora, cuando interpreto, llevo mucha carga de voces, de miradas... que he conocido en este tiempo y así se componen los personajes; y por eso la gente se identifica contigo, porque ve reflejado algo suyo, aunque sea pequeño», asegura Román repleta de energía. Tanto, que no le interesa mirar hacia atrás, sino que tiene el interés puesto en los «nuevos realizadores»: «Siempre voy con los que más corren, con los que van delante». Aunque conserva una apariencia pizpireta y una voz ronca, por dentro, poco parece tener que ver esta mujer entregada al rock con la que participó en «Manolo la nuit» (1973), «Mayordomo para todo» (1976), «La dudosa virilidad de Cristóbal» (1977) o «Es pecado... pero me gusta» (1978): «En algunas no me reconozco. Lo veo como otra vida. La existencia de todo el mundo va por etapas. Lo bueno que tiene vivir son los cambios», asegura.
Ha estado refugiada en el campo, rodeada de gatos: «No me compro joyas, pero invierto en darles de comer». Otros prefieren hacerlo en el quirófano, que es el tema que aborda la obra que protagoniza junto a Miren Ibarguren, Pepa Rus y Elisa Matilla: «A veces, la gente es bruta y hace acomplejarse a los que son gorditos o tienen la nariz de determinada manera. Hay que pasar de lo que los demás piensen tanto en el sentido físico como en el mental. Ahora, veo bien que alguien recurra a la cirugía para quitarse ese complejillo o a aumentar pecho porque le guste más, aunque sea un capricho». Su pasión sigue siendo el cine. Ha escrito varios guiones, uno de ellos fue llevado al cine por Isabel Mulá, «Los nuevos curanderos» (1986): «Casi me da un ataque al corazón cuando me dijeron que lo iban a rodar». Se animó y tiene otros largos en el cajón, al igual que varios textos teatrales. E incluso pretende llegar a la televisión ya ha rodado un capítulo piloto de la que podría ser su primera serie: «Gente de fiesta», que es medio musical. Se trata de la historia de dos productores que se hacen la competencia. «Han colaborado y Paco Manzanedo, Alberto Ferreiro, Geli Albaladejo, Malena Gracia, el cantante Raúl... y yo», asegura orgullosa.
El oficio de una «Grande»
Los directores y dramaturgos, que la han recuperado para las tablas (abajo, en los 70, junto a José Sacristán), se deshacen en halagos con Román: «La idea fue de Dunia –apunta Sabroso–. Ha sido coser y cantar a pesar de que llevaba dos décadas sin hacer teatro. Está en activo, es una profesional de los pies a la cabeza y tiene oficio». Ayaso lo corrobora: «Hemos ensayado con su hermana mala, que justo murió un día antes del estreno. Aun así, ella acudió al estreno porque es una grande».

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