Juego de matrimonios

El Teatre Borras acoge «Absurds i singulars», una comedia del gran maestro inglés de la sátira, Alan Ayckbourn

El matrimonio no es una institución, es un número circense que siempre sale mal. ¿Mal?, ¡mucho peor! y cuanto peor sale, por muy contradictorio que parezca, mucho mejor es. El amor siempre hay que celebrarlo, por supuesto, ¿pero así? Claro que es estúpido generalizar, no todos los matrimonios son iguales, cada uno tiene sus propias singularidades. Quizá sea cuestión de clase social, quizá las clases bajas se quieran mucho más, quizá las medias se quieran mucho menos, y quizá las altas se quieran como perros, sólo a lametazos y mordiscos, quién sabe. ¿Alguien lo sabe?

Una persona parece que sí tiene una idea, y lo tiene muy claro. Su nombre, Alan Ayckbourn, dramaturgo de 75 años que tiene un raro honor, ser el dramaturgo inglés más representado de todos los tiempos, a excepción de otro más famoso que nunca se casó, por supuesto, William Shakespeare.

El Teatro Borràs acoge esta noche el estreno de «Absurds i singulars», una comedia mordaz y llena de histeria liberadora sobre una noche de Navidad y tres matrimonios, de tres clases sociales diferentes, que vivirán esta noche mágica como lo que son, magos que no encuentran nada dentro del sombrero de copa, mientras todos se ríen de su torpeza. ¿Cual es el colmo de un mago? Que ni siquiera el divorcio haga desaparecer a su mujer.

Eduard Farelo, Pere Ponce, Toni Sevilla, Maria Lanau, Marta Millà y Lluïsa Mallol interpretan a estos tres matrimonios disfuncionales, tan particulares y específicos que se parecen a todos los matrimonios que existen. Están los de clase baja que quieren subir en el escalafón social, los de clase media, que ni fu ni fa, pero que lucharán con todas sus fuerzas por no caer más abajo, y luego los privilegiados, que miran a los demás por encima del hombro sin ver que en el espejo, lo que se ve, es el payaso más feo y ridículo que haya existido nunca.

El director del montaje es el valenciano Joan Peris, que ha decidido ambientar la pieza en el momento en que se escribió, aquellos maravillosos años 70, con un vestuario tan hortera como lo son estas tres parejas, con cuellos de camisa grandes, pantalones de campana y cabellos cardados. «Nos ha parecido adecuado ambientar la obra en la época en la que fue escrita, porque, aunque las relaciones de pareja no han cambiado tanto, en aquella época era todo todavía más ridículo», afirma Farelo.

Las mujeres son aquí seres problemáticos, con problemas con la bebida, los ansiolíticos o manías obsesivo compulsivas con la limpieza. Los hombres, por supuesto, son las que las inducen a ello, así que son todavía peores. «El vestuario ayuda a ver la historia con distancia, pero lo cierto es que te ves muy reflejado, porque, en el fondo, las cosas no han cambiado tanto desde entonces», dice Mallol.

Ayckbourn está considerado el rey de la comedia británica, es «sir» por sus servicios al teatro y este año recibió el premio Tony Especial por su trayectoria. En su 75 años de vida ha escrito 78 obras de teatro, traducidas a 35 idiomas, y entre sus múltiples premios está haber conseguido hacer reír hasta al príncipe Carlos, que sabe muy bien lo absurdo y singular que es un matrimonio.