Cultura

Teatro

La autora suplantada

«Firmado Lejárraga» se traslada al escenario de la mano de Miguel A. Lamata.

Cristina Gallego y Eduardo Noriega, en una foto de ensayo
Cristina Gallego y Eduardo Noriega, en una foto de ensayolarazon

«Firmado Lejárraga» se traslada al escenario de la mano de Miguel A. Lamata.

Con «Firmado Lejárraga» se cierra el ciclo «En letra grande» con el que el Centro Dramático Nacional ha querido homenajear esta temporada a un puñado de creadoras teatrales a las que la historia no ha concedido el lugar que hubiesen merecido en virtud de la calidad de sus obras o de la importante actividad que desarrollaron en el panorama cultural de su tiempo. Entre ellas, quizá sea María Lejárraga la protagonista del caso más llamativo y afrentoso. Cerca de un centenar de obras –entre las que encontramos piezas teatrales, novelas, volúmenes de relatos, poemarios, libretos de zarzuelas y traducciones– llegó a escribir esta culta y avanzada mujer que, no obstante, apenas firmó con su nombre un puñado de ellas. No se pueden asegurar las razones por las que la prolífica autora dejó que fuese su marido, el también escritor, director escénico y empresario teatral Gregorio Martínez Sierra, quien firmase sus textos; pero sí parece, por las reveladoras declaraciones de la propia Lejárraga en su libro «Gregorio y yo», medio siglo de colaboración (1953), y por la correspondencia que mantuvo con su marido y que ella misma conservó, que aquello fue una sociedad creada voluntariamente por ambos que no dio la fama debida a Lejárraga, pero sí reportó muchos éxitos a la compañía teatral de su marido, a la que ambos dedicaban sus esfuerzos artísticos.

La pluma de María Lejárraga

«Una primera explicación tendría que ver con que, durante algún tiempo, el matrimonio vivió del sueldo de maestra de ella; y, para ejercer como tal, tuvo que aceptar un contrato en el que se comprometía a no firmar ningún texto mientras fuera docente», explica Vanessa Monfort, la autora de este montaje que dirige Miguel Ángel Lamata. Sea como fuere, Martínez Sierra fue quien pasó a la historia como autor teatral y no ella, a pesar de que en los círculos teatrales y literarios sí se sabía, o al menos se intuía, que todo podía salir de la pluma de María Lejárraga. «Las capacidades de Martínez Sierra como director y empresario no se ponen en duda, pero en la obra sí sostenemos que la única autora fue ella –asegura Monfort. Cuando se interrumpe la colaboración entre ambos, con la separación, Gregorio le escribe a ella una carta reconociendo que se ha visto obligado a buscar a otros colaboradores que la sustituyan, y llega a decir algo así como «incluso me he puesto a escribir yo, y cada vez se me da mejor. Eso no lo diría alguien que escribe». El argumento de «Firmado Lejárraga» toma como punto de partida el trabajo sobre la escritora que están realizando cuatro investigadores. A partir de aquí, los actores se desdoblarán para meterse en la piel de los personajes que están investigando. Cristina Gallego es la encargada de dar vida a Lejárraga, mientras que el popular Eduardo Noriega interpretará a Martínez Sierra.

De acuerdo con las tesis más actuales, obras como «Canción de cuna» y libretos como los de «El sombrero de tres picos» habrían estado en verdad escritos por María Lejárraga, que colaboró con Eduardo Marquina, los hermanos Álvarez Quintero o Santiago Rusiñol, y que fundó la revista modernista Helios, en cuya redacción participaron Juan Ramón Jiménez o Rubén Darío.

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