Llega La Chachi, llega la motomami de los tablaos
"Tenía ganas de pasármelo bien y no complicarme la vida con un nuevo discurso. No hace falta reinventarse todos los días", afirma la creadora de 'Lâs alegrías'
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Pillamos a La Chachi en plena búsqueda desesperada de "¡un zapatero!", aunque no tarda en encontrarlo. "Ahí está". Sin embargo, al salir, certifica que "ya es demasiado tarde". No hay tiempo para el cambio que quería. La paleta de colores del espectáculo ha variado a última hora y el tuneado deberá esperar "para la próxima", dice sin darle demasiada importancia al traspiés.
María del Mar Suárez "La Chachi" está en un buen momento. Tiene nueva pieza, 'Lâs alegrías', que estrena en el Condeduque (dentro del Festival Supernova), y una simple anécdota no le va a torcer el gesto. Se acuerda ahora de cuando salió de la Escuela de Arte Dramático junto a Alberto García y Alexandra García. Estuvieron años "agitando el tejido cultural independiente", rememora. "Inventábamos de todo. Teníamos una pedrada bendita en la cabeza y eso nos hizo estar llenos de universos y posibilidades". Afirma que "todo era posible" y que, entonces, estaban "muy vivos". No tenían miedo a nada.
"La falda empieza a poseerme y hay un momento en el que quizá se pueda acercar a un trancecillo"La Chachi
Ahora, el panorama ha cambiado. Ya no es aquella joven, pero las ganas de generar contenidos para las tablas siguen ahí, igual que las de irse de "rave", ríe. Lo que no es lo mismo es la precariedad. Parece que se fue. Eso sí, es consciente de que "esto va y viene. Los pies siempre en la tierra", se autoimpone quien por primera vez cuenta con la ayuda en la coproducción y la distribución. Atrás quedan los tiempos en los que, como en 'Taranto aleatorio', lo hacía todo "solita": "Yo me coso, me pinto la silla, me hago la música..."; o mejor aún, su familia ya no tendrá que vender oro para pagarle un espectáculo como el de 'Los inescalables Alpes, buscando a Currito'.
La Chachi cuenta con una nueva red de seguridad y lo celebra con 'Lâs alegría' propias del momento. Al final, "que pase esto es un abrazo enorme a un trabajo que llevamos haciendo mucho tiempo en la periferia y a la sombra". En el momento que pudo entrar en lugares de exhibición, el sector le ha tendido la mano. "Es un sueño", afirma en un momento en el que bebe de la sutileza de La Niña de los Peines, la improvisación del tirititrán del cantaor Ignacio Espeleta, las macetas de la Plaza de las Flores, la olla en la Caleta; el tarratán tarratán tarratán de Niña Pastori, el temple de La Perla y hasta del plumas sin abrochar de Rosalía. Esta es otra motomami, se llama La Chachi y es "malagueña y ravera", sentencia.
De este modo, la creadora de artes vivas da continuidad a esa forma de hacer que mostró en 'Taranto' y en 'Currito'. Si en la primera pieza de la serie –todavía "on fire", apunta, a nivel internacional– sintió la "necesidad" de sentirse flamenca, en esta ocasión la pulsión es la de dejarse llevar por la investigación de las alegrías de Cádiz. "Quería profundizar en el palo desde una puesta de escena cruda: dos chicas [ella y la cantaora Lola Dolores] sin mayor artificio ni vestuario. Crudo. Debía presentar una nueva pieza y no quería inventarme nada, solo seguir allanando ese terreno. Tenía ganas de pasármelo bien y no complicarme la vida con un nuevo discurso. No hace falta reinventarse todos los días".
Las alegrías sobre las que ha investigado son un ejemplo de esquema fijo y repetitivo, cuya codificación para el baile además siempre implica la misma secuencia (salida, llamada, escobilla con zapateado, silencio, final por bulerías de Cádiz). El tono es siempre brillante, luminoso; la manera de bailar está basada en el compás ternario de la jota, pero más pausado, más pegado a la tierra. "Al mar, mejor dicho, al mar de la Bahía de Cádiz", escribe en el programa.
En su anterior trabajo, su familia tuvo que vender oro para pagar los costes del montaje
La Chachi se aferra al camino que le mostró 'Taranto aleatorio'. "Se abrió una nueva forma de trabajar sobre un aspecto formal. Aunque sea flamenca y mi cuerpo también, siempre había ido al servicio de una dramaturgia más teatral o performativa". En aquella pieza algo cambió. Se intervino la coreografía que llevaba por los tablaos y se vio ante "un mundo inesperado, cómico, agamberrillado y que se termina con los 'Tangos de Triana' en una 'rave'". El "modus operandi" es el mismo, solo se olvida aquel cante doloso y se varía el compás.
Ya ha hecho suya la fórmula de improvisación y experimentación y la extrapola al palo que haga falta. "Hay un juego en 'Lâs alegrías' en el que la falda empieza a poseerme y hay un momento en el que quizá se pueda acercar a un trancecillo, y aunque se huele, no llego al clímax de excitación de 'Currito'. Me gusta el descontrol controlado". Huyendo de un flamenco esencialista, La Chachi se introduce así un espacio propio donde el cuerpo entra en otro estado, a través de una alteración física de la cadencia musical, la sonoridad del cante y el orden de cualquier narrativa convencional. Explora un compás festero alterando su estructura tradicional de baile para tablao a partir de acciones aleatorias.
- Dónde: Condeduque, Madrid. Cuándo: 12 de diciembre (20:00 horas). Cuánto: 14 euros.