María de Zayas, el otro Siglo de Oro
Llega a Madrid la pieza que cautivó al público en el pasado Festival de Almagro, «Desengaños amorosos», una obra escrita por Nando López y dirigida por Ainhoa Amestoy que sube a las tablas diez novelas breves de la autora.
Llega a Madrid la pieza que cautivó al público en el pasado Festival de Almagro, «Desengaños amorosos», una obra escrita por Nando López y dirigida por Ainhoa Amestoy que sube a las tablas diez novelas breves de la autora.
Como ha ocurrido con tantas otras mujeres, la desvaída imagen que ha llegado hasta hoy de María de Zayas y de su obra no hace justicia ni de lejos a la valía de su literatura. A pesar de estar considerada como una de las autoras cimeras del Siglo de Oro, pocas veces alguien incluye su nombre, a bote pronto, en la interminable lista de autores relevantes –siempre hombres– que todos recitamos sin esfuerzo al referirnos a este fecundo periodo. Aunque todo parece indicar que conservamos una reducida parte de su obra, Zayas cultivó con éxito la poesía, el teatro y, especialmente, la narrativa, y despertó la admiración de muchos de sus coetáneos, incluido el mismísimo Lope de Vega, que se refirió a ella como la «sibila de Madrid». Esa admiración por la escritora es compartida en el presente por la directora escénica Ainhoa Amestoy y por el dramaturgo Nando López. Juntos se embarcaron en el difícil proyecto de llevar a las tablas sus «Desengaños amorosos», y han visto ya recompensado su esfuerzo con un sonorísimo aplauso en el estreno de la obra en la última edición del Festival de Almagro. Ahora el montaje podrá verse en Madrid con el auspicio de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, que lo ha programado, siquiera unos pocos días, en su pequeña Sala Tirso de Molina del Teatro de la Comedia.
Los «Desengaños amorosos» son diez novelas breves que se publicaron por primera vez en 1647 con el título de «Parte segunda del Sarao y entretenimiento honesto». La obra era una suerte de continuación de otro ciclo anterior de narraciones que se había editado como «Novelas amorosas y ejemplares», pero al que su autora hubiese querido llamar «Honesto y entretenido sarao».
Versos prestados
Partiendo de esos diez «desengaños» o narraciones, y tomando prestados algunos versos de distintas obras teatrales de Zayas, Nando López ha ideado «una historia nueva que trata de mantener el mismo nivel de emoción, de misterio, de sorpresa, de humor y de acción que encontramos en cada uno de los textos originales; y que argumentalmente se construye como un puzle de piezas o elementos extraídos de esas diez novelas». Como consecuencia, esa obra «nueva» tiene como tema fundamental algo que puede rastrearse con facilidad en los relatos, toma como base: la sublimación del sentimiento de la amistad por encima incluso del amor. Y asegura el dramaturgo que, en todo el pensamiento que subyace en el texto, se ha mantenido escrupulosamente fiel a la propia literatura original: «Todo el mensaje social está expresado sin añadir una sola coma a las palabras de María de Zayas. No hay una sola trampa. Cada una de las reflexiones que hay en la obra sobre la educación de la mujer y su papel en la sociedad, o sobre el amor homosexual, por ejemplo, son reflexiones que hemos tomado de manera literal de sus novelas. Porque lo que queríamos era reivindicar su modernidad exclusivamente desde sus palabras».
Interpretada por Ernesto Arias, Lidia Navarro, Manuel Moya y Silvia de Pé, la función se desarrolla bajo la batuta de Amestoy en una atmósfera intimista y desprovista de ornamentos que, según López, la directora ha sabido «recargar de humanidad»: «Ha cuidado todos los detalles, ha incorporado la música de una manera elengantísima como si fuera un personaje más... Además, Ainhoa tiene una cosa que a mí me encanta, que es su exquisito trabajo con los actores. Los respeta muchísimo y cree firmemente en sus capacidades». Y tampoco escatima elogios el autor para esos intérpretes: «Han hecho un trabajo impecable. Consiguen que entendamos profundamente a los personajes; han sabido darles emoción, verdad y humor, porque hay mucho humor en la función». Y ese era precisamente uno de los principales retos para el dramaturgo, el de crear cuatro nuevos personajes, ricos y complejos, en los que se encerrasen muchos de los personajes que salen en las novelas de Zayas. «Era muy complicado condensarlo todo –reconoce López–, porque no hemos renunciado a la esencia narrativa de esos textos originales, es decir, a los hechos principales, al tipo de situaciones que se plantean, a los enredos y confusiones, etc. Pero estamos muy satisfechos con el resultado».