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«Monta al toro blanco»: Europa, esquizofrénica y desunida

larazon

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Autor y director: Íñigo Guardamino. Intérpretes: Sara Moraleda, Rodrigo Sáenz de Heredia, Fernando Sainz de la Mata y Gemma Solé. El Pavón Teatro Kamikaze. Madrid. A partir del 20 de septiembre
Políticos internacionales, terroristas, refugiados, nacionalistas, empresarios y, entre todos ellos, gente aparentemente común forman la urdimbre y la trama con las que Íñigo Guardamino ha tejido su nuevo espectáculo, dedicado en esta ocasión a Europa. Con su habitual humor negro, y a través de varias historias que se desarrollan alternativamente sobre el escenario, el dramaturgo hace un repaso mordaz a algunos de los males que ponen en serio peligro la salud de esa supuesta «unión» que debería imperar en los distintos países de nuestro entorno. «Monta al toro blanco» es, básicamente, una crítica en clave surrealista a la flagrante perversión del sistema de valores que rige los destinos de este viejo y achacoso continente que es Europa. Hay en toda la obra una manifiesta burla al consumismo estéril, a un modo de vida gobernado por la sobrestimulación, a la dependencia de lo innecesario, a la alienación individual y colectiva, a la condescendencia trivial sobre el desfavorecido, a la desorientación juvenil, a la superficial cosificación del amor y a la manipulación de conceptos tales como «paz», «civilización», «amenaza», etc. Algunas escenas serían probablemente más redondas si no virasen innecesariamente a lo narrativo y se ciñesen a la pura representación, y quizá todo el conjunto tuviese mayor prestancia si otro director más «pulcro» que el propio Guardamino, cuya escritura dramática ya tiende al caos en sí misma, fuese el encargado de subir su interesante material a las tablas, pero no se puede negar que hay ingenio y aguda observación en una función que nos advierte muy bien, sin arengas ni soflamas maniqueas, sobre el desmoronamiento ético de una sociedad en la que los nexos más importantes parecen ser el fútbol o Eurovisión y sobre la tramposa e inocua argumentación que usamos para encubrir esa debacle moral. En el apartado actoral, Rodrigo Sáenz de Heredia ratifica que se maneja a la perfección en este particular código de humor; Sara Moraleda se descoca con mucha gracia en un registro menos habitual en ella; Gemma Solé demuestra que sabe amoldarse a lo que haga falta, y Fernando Sainz de la Maza, quizá menos conocido, hace más que suficiente para que nos esforcemos en seguirle la pista a partir de ahora.

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